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De
acuerdo con psicólogos de la UNAM
El matrimonio hoy es más
exigente y dura más
Alma Espinosa
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Impartieron
curso a académicos e investigadores de la Facultad de Psicología
Del siglo XV al XVIII la duración promedio de la pareja era
de 20 años |
Con la finalidad de obtener información desde el marco sistémico
de lo que es la relación de pareja, sus etapas y los principales
problemas que se presentan en el transcurso de la vida de convivencia,
así como algunas formas de enfrentar estas dificultades, académicos
e investigadores de la Facultad de Psicología de la Universidad
Veracruzana (UV) recibieron el curso “La relación de
pareja, desde un enfoque sistémico”, ofrecido por Luz
de Lourdes Eguiluz Romo, de la Universidad Nacional Autónoma
de México.
De acuerdo con la catedrática, antiguamente el matrimonio era
una forma de contrato que unía a dos clanes o grupos sociales
que aseguraban la procreación, distribución y transmisión
del patrimonio familiar. Tanto el hombre como la mujer al casarse
contraían el deber obligado de cumplir sexualmente con su pareja,
con el fin de asegurar su descendencia, independientemente del lazo
afectivo que hubiera entre ellos. La relación conyugal no hacía
referencia a una unión psíquica profunda, ni a los sentimientos
amorosos de los cónyuges.
Del siglo XV al XVIII la duración promedio de la pareja era
de 20 años, esto significa que duraban dos veces menos del
tiempo que en la actualidad; por lo tanto, la idea del divorcio no
se planteaba como una necesidad porque la coexistencia era corta y
sin un vínculo psíquico intenso.
Explicó que en la actualidad la exigencia de intimidad, amor
y responsabilidad es muy alta, al tiempo que los cónyuges ven
prolongarse su vida en común –alrededor de 50 años.
Se le exige a la pareja que aporte mucho en el plano afectivo: el
amor pasión, el amor ternura, la amistad, la convivencia intelectual,
la distribución del trabajo, la educación de los hijos
en común. A lo anterior falta agregar el placer conseguido
como obligación.
Vivir bajo el mismo techo y durante un tiempo prolongado no implica
necesariamente estar bien con el cónyuge y mucho menos disfrutar
ambos de la presencia del otro. “La mayoría de las parejas
después de la salida de los hijos siguen viviendo juntos por
costumbre, flojera de intentar algo diferente, no darle mal ejemplo
a los hijos o por muchas otras razones”, asentó.
Comentó que son pocas las parejas que pueden contestar con
aplomo que viven juntos porque todavía se aman y disfrutan
en la compañía del otro. “Hoy sabemos que la buena
vida en compañía de la pareja es mucho más sana
en todos los aspectos, tanto biológicos como psicológicos.
Sabemos también que las relaciones que mantenemos con la pareja,
buenas o malas, afectan todas las esferas de la vida de cualquier
ser humano, el trabajo, las relaciones con la familia e incluso las
relaciones con uno mismo”, expresó.
Por lo anterior, consideró importante difundir los resultados
de las investigaciones que ha realizado para que las parejas puedan
vivir mejor. Con este fin impartió las siguientes temáticas:
pareja humana vista como sistema, ciclo vital de la pareja, mapa familiar,
familias de origen, problemas más frecuentes, comunicación,
sexualidad, infidelidad, separación, divorcio, violencia y
re-matrimonio y sus problemas.
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