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Afirma
investigador del IIESCA
Innovación, clave para mejorar
la competitividad de México
Alma Espinosa |
Para
mejorar la competitividad del país es necesario incrementar
la capacidad de innovación, la cual permitirá una inserción
más rápida al mercado mundial. México ha perdido
muchos lugares en el concierto económico internacional, pues
de estar en el 33 en el año 2000, cuatro años después
ocupó el lugar 56 cuatro años después, informó
Rafael González Hernández, del Instituto de Investigaciones
y Estudios Superiores de las Ciencias Administrativas (IIESCA) de
la Universidad Veracruzana (UV).
La innovación es la capacidad de utilizar el conocimiento científico
propio o ajeno con el objeto de generar o modificar procesos productivos,
los cuales deben ser adecuados y contribuir al desarrollo nacional,
precisó el investigador. “Esta innovación se dará
si existe una vinculación en tres sectores: gobierno, industria
y producción científica que debe hacerse mayoritariamente
en las universidades”, comentó.
La universidad es la entidad que podría contribuir de manera
importante al desarrollo de la tecnología, pero desafortunadamente,
dijo, los institutos, donde se agrupan los investigadores, no cuentan
con la capacidad gerencial necesaria para su funcionamiento, adolecen
de incentivos monetarios para personal técnico, programas de
planificación, evaluación interna de proyectos, desarrollo
y promoción de programas, control fiscal, y mecanismos apropiados
para la asistencia técnica a la pequeña y mediana empresa.
Al precisar el tema de la administración de los institutos,
Rafael González dijo que el sistema que se maneja actualmente
no permite mejorar la productividad, por ello falta incorporar una
administración más dinámica y que siga los lineamientos
actuales, así como las necesidades.
En cuanto a la planificación, señaló que es una
tarea difícil porque cada cuatro o seis años cambian
las personas que están al frente de las instituciones, lo cual
afecta de alguna manera los proyectos, que en la mayoría de
los casos son a largo plazo. Aunado a lo anterior, está el
poco apoyo que existe para el desarrollo de la ciencia y la tecnología,
pues se destina tan sólo el 0.39 por ciento del PIB.
Al referirse a la parte de la industria, el académico explicó
que ésta no se interesa por los productos de investigación
hasta que ya han sido probados, lo cual requiere de mucho tiempo de
trabajo. “Si existiera una vinculación más estrecha
entre la universidad y la industria, habría mayor posibilidad
de movilizar el potencial científico intelectual de las instituciones
de educación superior para incrementar la efectividad y productividad
de las empresas”, aseguró.
González Hernández sugirió, para mejorar esta
vinculación, la transformación de actitudes de los investigadores.
Esto significa que no se encierren en su laboratorio y mejor se acerquen
a la industria para que ambas partes conozcan en qué puntos
se pueden beneficiar.
El investigador también mencionó la importancia de que
la investigación sea patrocinada, la creación de consultorías
integradas por universitarios, que se incremente la movilidad académica,
que se abran los espacios para el entrenamiento industrial y administrativo,
se recluten jóvenes graduados y se impartan cursos y conferencias.
“La educación global y la formación de especialistas
es la piedra de toque para la creación de una sólida
infraestructura científica técnica para la instrumentación
de la innovación. Si fallamos en estos aspectos se disminuye
la posibilidad de contar con mano de obra con buen nivel educativo
y personal técnico de alto nivel. Tenemos que asumir una educación
de más calidad, de lo contrario seguiremos dependiendo de tecnología
extranjera”, asentó. |
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