Año 6 • No. 230 • julio 10 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Gina Sotelo


En un área aproximada de 260 metros cuadrados, el pintor y escultor Jorge González Camarena plasmó el mural Águila en vuelo en 1950, en el entonces edificio del Banco de México, hoy perteneciente a PEMEX-Refinería. Tras el paso del tiempo, esta obra de impresionantes dimensiones ha sufrido un deterioro que ha representado una pérdida de una parte significativa del patrimonio cultural no sólo de nuestro estado, sino del mundo entero.

El mural, ejemplo de las expresiones culturales y los logros estéticos de la época, no ha pasado la prueba de la humedad y el salitre y hasta hace unos meses se encontraba en pésimas condiciones. La falta de mantenimiento le causó daños que parecían irreparables. Fue entonces que un equipo de universitarios pertenecientes a la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana (UV) se dio a la tarea de rescatar esta obra.

De esta forma, un equipo de alumnos y egresados de la Facultad, asesorados por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), serán los encargados de hacer esta titánica labor.

El mural y su triste estado 
Como otros trabajos realizados por los grandes muralistas de México, Águila en vuelo, realizado en el plafón del mezanine de la Torre de PEMEX, da testimonio de las ideas políticas de su autor, quien perteneció a la generación militante del realismo social de la Escuela Mexicana, misma que buscó reafirmar las bases nacionales en el arte.

Se aprecia, por medio de diferentes herramientas plasmadas, una fusión entre el mecanicismo posterior a la revolución industrial y la fuerza obrera mexicana de piel de bronce y veneradora del maíz, esto en un gran cuadro realizado con colores basados en las tradiciones populares.
Fue gracias a un convenio de colaboración firmado en noviembre pasado entre la UV y PEMEX que se decidió que la universidad sería el órgano adecuado para subsanar los daños que con el tiempo ha sufrido la obra. Ramón León García, secretario académico de la Facultad de Artes Plásticas, habla de las condiciones en las que recibieron el mural: “Estaba ya muy deteriorado. Encontramos desprendimientos de la obra, superficies pictóricas insustituibles.
Había acazuelados, que es la pintura que está a punto de desprenderse y donde hemos intervenido para que la pintura vuelva a su sitio original y tenga una duración más prolongada de por lo menos otros 50 años, dependiendo de las condiciones en que se restablezca el mural”.

La idea de trasladar el mural a Xalapa fue porque se reconoció que aquí se tendrían mejores condiciones de trabajo para hacer los tratamientos.
Para mudarlo de sede, se dividió en 120 paneles de dos metros por uno de ancho cada uno. Actualmente la UV trabaja en 60 de ellos, que es el área más dañada. León García habla de este resguardo: “Cuando PEMEX solicita a la UV hacerse cargo del proyecto, lo más lógico era que la Facultad, además de hacer el reporte diagnóstico de las condiciones del mural, se encargara de su rehabilitación”.

Bajo el criterio de restauración hay una ética esencial que señala que las partes desprendidas del mural no se pueden sustituir por el color, sino que se hace una reintegración a base de líneas o puntos donde se marca el área que está siendo reintegrada; en ningún momento es una sustitución, sino una reintegración cromática.

A la fecha, se lleva un avance del 60 por ciento total de la restauración, misma que quedará concluida en el mes de octubre, momento en el que serán también los universitarios los encargados de regresar a su sitio original la obra en perfectas condiciones.
A grandes retos, grandes restauraciones
Minerva Torres Vicente es otra de las responsables de este proyecto. Ella es maestra de pintura de la Facultad y quien no se asusta con el trabajo a realizar, sino que ve en éste una grandiosa oportunidad de aprender: “Como egresados es maravilloso poder restaurar una obra tan magnífica. En la carrera no llevamos la materia de restauración, por lo que esta experiencia nos enseña mucho, a la vez que hacemos un análisis profundo de la obra de González Camarena”.
Afirma que desde que el INBA les otorgó los permisos para restaurar el mural –en abril–, cada día ha sido de gran aprendizaje; desde lo que es el uso de color y su técnica hasta la emoción que puede causar un proceso de restauración que para muchos era desconocido: “Académicamente ésta es una experiencia muy importante para todos nosotros. Al tenerlo tan cerca puedes ver hacia dónde iba y por qué eran así las pinceladas. Podemos admirar de cerca su dibujo y manejo técnico de la perspectiva. Es sin duda un trabajo muy comprometido y difícil, pero nos ha dado grandes satisfacciones”.
Mayra Pérez Ortega es egresada de la Facultad. Ella ha descubierto, gracias a su trabajo de restauración, que centímetro a centímetro aparecen sorpresas: “Trabajamos de 9 de la mañana a 9 de la noche, apenas hacemos una pausa para comer. El trabajo llega a agobiar un poco, pero la verdad es que en cada panel hay un reto diferente y eso lo hace menos monótono, pues tenemos que idear soluciones diversas”.

Dada la importancia de este mural, toda la reintegración cromática es un proceso cuidadoso y largo, pero la joven se siente contenta de formar parte de un bonito equipo de trabajo: “Además de que ya sentimos que conocemos de cerca al pintor. Cada panel es como una hoja de un libro que te devela una a una las pinceladas, los efectos de sombras. En verdad es ésta una oportunidad que nadie que ame la pintura se puede perder”.
Restaurando monumentales esculturas
De manera paralela, el equipo de jóvenes restauradores trabaja en la reparación de un par de esculturas de gran formato de Francisco Zúñiga, las cuales han sufrido un alto grado de deterioro por las condiciones climáticas del Puerto, sumado a las condiciones de agresión por parte de la misma comunidad que arroja basura o que se sube a ellas.

Realizadas de concreto armado, una de ellas es La riqueza del mar (5 x 4 metros por 4 de altura) y el friso La cosecha (15 x 4 metros de alto). En este caso, los jóvenes harán un tratamiento de consolidación al concreto que está por desprenderse por la situación de oxidación del metal armado.

Se limpiarán y restaurarán los desprendimientos que ya tiene, buscando que las estructuras tengan una durabilidad más prolongada y se evite la erosión del salitre, pues estos monumentos se encuentran prácticamente a la orilla del mar.
González Camarena y el muralismo en México
Teniendo como bandera y punto de partida la Revolución de México en 1910, el muralismo cobró en la primera mitad del siglo XX una fuerza inusitada. Diego Rivera, David Alfaro Sequeiros y José Clemente Orozco fueron sin duda los nombres más importantes dentro del género.

Influenciados por un pasado precolombino en común e incorporando el arte tradicional a sus obras, pintaron numerosos edificios públicos, la mayoría de ellos de arquitectura virreinal. A través de sus imágenes se convirtieron en los cronistas de la historia de México.

Compartiendo la influencia nacionalista, Jorge González Camarena (1908-1980) nació en Guadalajara, Jalisco. Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas en San Carlos. Escultor y pintor destacado, son sus colores encendidos y sus formas apenas figurativas lo que lo definen y que resuelven su estilo en un sintetismo no excesivo de armonía monumental.

Perteneciente a su época temprana, Águila en vuelo tiene un valor histórico invaluable. La temática entre lo industrial y humanista es resuelta de manera magistral a manera de plafón con un trabajo de perspectiva que se aprecia nítidamente a pesar de estar a 7 metros del piso, lo que hace de este mural una pieza de cuantía única.
Los jóvenes restauradores
Los participantes en el proceso de restauración y conservación del mural Águila en vuelo son Ramón León García, responsable del proyecto. Los académicos Minerva Torres Vicente y Juan Pérez Ramírez. Los alumnos Uriel Fernández Mejía, Rubén Amador Arauz, Samantha Flores Enríquez, Rodolfo Souza Ortega y Abel Zavala Ortega, así como los egresados Mayra Pérez Ortega, Luis Enrique Palma García, Noé García Márquez y Laura Valdez Hernández. Este convenio tiene además la supervisión de Enrique Salmerón Córdoba, director de Área de Artes y de Félix Menier, director de la Facultad de Artes de la Universidad Veracruzana (UV).