Año 6 • No. 208  • Enero 23 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Fernanda Melchor
A través de experimentos con ratas de laboratorio, descubren en la UV que la testosterona bloquea el efecto de algunos antidepresivos.
La depresión es un trastorno del humor que, en el caso del sexo
masculino, puede agravarse debido a una producción excesiva de hormonas. Varios estudios científicos han verificado que la testosterona modula el ánimo y que éste puede verse afectado ante deficiencias o incremento de los niveles hormonales, por causas congénitas o externas, como el abuso de anabólicos, señaló Blandina Bernal Morales, del Laboratorio de Neurofamacología, perteneciente al Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV) Bernal Morales realiza experimentos controlados sobre la relación entre la testosterona y los trastornos afectivos, línea de investigación poco explorada y que surgió a partir de observaciones en el Laboratorio de Neurofarmacología (integrado por expertos de la UV y la UNAM, institución a la que pertenece el jefe del proyecto, el doctor Carlos Contreras) que fueron publicadas en medios especializados durante 1995. Este estudio demostraba la existencia del dimorfismo sexual, o las diferencias del comportamiento entre el sexo masculino y el femenino, así como, a través de la administración de fármacos y hormonas, las diferencias en las respuestas a la depresión entre los sexos.

El método

“Como nuestro equipo de investigación se enfoca al estudio de la depresión, tenemos un modelo animal que remeda algunos rasgos de depresión animal”, comentó la investigadora. Se trata de un modelo de depresión experimental, llamado “nado forzado”, donde se mide la desesperanza de las ratas de la cepa Wistar cuando se enfrentan a cinco minutos de inmersión en un tanque lleno de agua. La variable que los científicos interpretan como desesperanza es el tiempo en que la rata permanece inmóvil dentro del tanque, lo que significa que se rinde, y que ya no busca una salida. Este experimento emula las condiciones de la depresión clínica, donde el paciente se ve incapaz de resolver los problemas y se abandona por completo.

A raíz de esto, y de otros estudios que se realizan en el Instituto de Neuroetología, se observó que, desde pequeños, las ratas juveniles de ambos sexos presentan comportamientos similares dentro del estanque. Conforme van creciendo, las hembras se van apartando de los machos y van marcando diferencias en el comportamiento de nado. “Entonces, a través de este hallazgo, sospechamos que este dimorfismo se puede deber a las hormonas sexuales”, afirmó Blandina Bernal.
El descubrimiento
Las hormonas son productos de la secreción de ciertos órganos (hipófisis, glándulas suprarrenales, gónadas) que, transportados por la sangre, excitan, inhiben y regulan la actividad de otros órganos y sistemas del cuerpo. Las hormonas sexuales son la causa del dimorfismo sexual. La hormona sexual masculina es la testosterona, mientras que, entre las femeninas, están la progesterona y el estradiol o estrógeno. Estas hormonas no son exclusivas de cada género, sino que hombres y mujeres producen ambos tipos, y la única diferencia está en la cantidad.

“También se ha demostrado que estas hormonas sexuales se sintetizan en el cerebro, no nada más en las gónadas. Y que existen receptores en el cerebro para estas hormonas” opina la científica, por lo que supone que si las hormonas también se producen en el cerebro, o en estructuras que no tienen una aparente función reproductiva, entonces tienen que modular otro tipo de conductas que no sean reproductivas.

Blandina Bernal escogió el estudio del género masculino, pues la depresión en las mujeres y sus causas hormonales ya han sido investigadas de manera extensa, no así las relaciones entre testosterona y depresión. Existen trabajos que asocian los niveles de esta hormona con el estado de ánimo en el ser humano, pero se trata de estudios de competencias deportivas, pero son pocos los que utilizan modelos animales en condiciones controladas de laboratorio, como es el caso del “nado forzado”.

Según Bernal Morales, la hormona testosterona es útil, al grado de permir a los hombres y mujeres (quienes la producen en menor cantidad) las reacciones de defensa y agresividad. Pero algunos casos de suicidios en población adolescente que estuvo en tratamiento antidepresivo, bien documentados por investigaciones neurofarmacéuticas, hacen dudar de la efectividad de los fármacos como la fluoxetina (que en el mercado lleva el nombre de Prozac) en el tratamiento de la depresión en cierto tipo de individuos.
Implicaciones médicas
Los hallazgos descubiertos por Bernal Morales y el Laboratorio de Neurofarmacología desatarán controversia entre la comunidad científica, porque encontraron que la testosterona impide el efecto antidepresivo de la fluoxetina. Sólo resta demostrar este hecho ante la comunidad científica, a través de su publicación en medios especializados.

La investigadora opina que es necesario advertir que, en situaciones en donde el ser humano está pasando en una etapa de transición hormonal, como en la pubertad, cuando los niveles hormonales se elevan rápidamente, y además existe vulnerabilidad genética o reactiva (causada por el medio), el manejo de la ansiedad o la depresión debe ser diferente a la de un individuo, que en las mismas condiciones hormonales, no tenga esta vulnerabilidad genética o ambiental.

Por lo tanto, el tratamiento, como lo pretende la farmacología, debe ser individual y de acuerdo a las características de cada persona. “Yo creo que hay que tomar en cuenta el status hormonal de los individuos, su historial clínico, porque estamos observando importantes interacciones negativas”, afirmó. “Por ejemplo, es el caso de los atletas que consumen anabólicos, o aquellos sujetos a producciones intensas de hormonas masculinas, como en algunos desórdenes biológicos, donde encontramos mayor vulnerabilidad para sufrir trastornos psiquiátricos: irritabilidad exacerbada, agresión, paranoia, manías y, lo que nosotros estudiamos, la depresión y la ansiedad”, finalizó.