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Víctor Manuel Alcaraz, director general de Investigaciones,
explicó que luego de varias reuniones con la empresa cementera,
y de presentar ante sus directivos argumentos científicos
de los riesgos que implica la cercanía de la industria con
la mancha urbana, Apasco aceptó reubicar sus instalaciones,
sin embargo, reconoció que hasta la fecha no ha habido movimiento
alguno.
En la visita que hizo al complejo científico el rector Raúl
Arias Lovillo, los investigadores de diferentes institutos, entre
ellos Salud Pública, Neuroetología, Ciencias Básicas,
Investigaciones Biológicas, Psicológicas, Administrativas,
Estudios Económicos y Sociales y Contaduría, así
como al SARA, uno de los tres laboratorios de alta tecnología
de la UV, plantearon la urgente necesidad de reubicar esta empresa.
Todos estos institutos, al igual que la cementera, de donde diariamente
salen decenas de trailers con trompos de cemento, tienen sus instalaciones
atrás de la Secretaría de Educación y Cultura
(SEC).
Especial interés mostraron los investigadores del Instituto
de Salud Pública, quienes señalaron que se exponen
a peligros de salud las personas que entran en contacto con el polvo
que produce el cemento cuando se mezcla con otros materiales de
construcción –que se esparce en un radio amplio por
las corrientes de aire–, pues les provoca efectos nocivos
por inhalación y contacto con la piel y los ojos.
De hecho, la exposición a los polvos que se crean al vacíar
los sacos de cemento pueden causar enfermedades de las vías
respiratorias, y empeorar el asma y la bronquitis por inhalación,
además de irritación en la nariz y la garganta. En
casos extremos, como el polvo contiene sílice cristalina,
puede resultar en una enfermedad incapacitante de los pulmones conocida
como silicosis.
Comentaron que el contacto del cemento con los ojos puede causar
irritación inmediata o retardada en los ojos; dependiendo
de cuánto y durante cuánto tiempo dure el contacto
del polvo con los ojos, los efectos pueden variar desde enrojecimiento
hasta quemaduras químicas dolorosas.
Antes de que la afectación se haga evidente en el estado
de salud de los investigadores, el personal administrativo o los
estudiantes, optaron por solicitar una respuesta de reubicación
de la cementera, misma que siguen esperando.
Otra de las afectaciones que preocupa a investigadores de Ciencias
Básicas, Salud Pública, SARA, Neuroetología
y Ciencias Biológicas, que trabajan con equipos de alta precisión
y tecnología de punta, así como al resto de los complejos
científicos, que tienen a su cargo equipos de cómputo,
es la penetración del polvo a sus sistemas, pues no sólo
son sofisticados, sino que su mantenimiento los realizan empresas
extranjeras, que implican enormes gastos para los institutos.
Por otro lado, los investigadores señalaron que el tráfico
constante de las revolvedoras de cemento por la principal vía
de acceso al complejo científico también ha afectado
la vialidad, pues ha provocado el deterioro del pavimento, al grado
tal que es casi imposible transitar por esa vía.
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