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La
ciudadanía desatiende sus problemas y se los deja al poder
En política, México siempre ha creído en la
providencia: Porfirio Muñoz Ledo
Edgar Onofre Fernández |
| En
términos de política, México siempre ha creído
en providencialismos y, dado que heredó formas caudillistas
del ejercicio del poder público, la ciudadanía desatiende
sus propios problemas y los deja en manos del poder, aseguró
Porfirio Muñoz Ledo, político considerado uno de los
personajes clave en la transición de nuestro país hacia
la democracia, durante su participación en la FILU 2005. |

Porfirio
Muñoz Ledo. |
En
el Foro Internacional Educación, Política y Democracia,
Muñoz Ledo rechazó que el presidencialismo haya concluido
de manera definitiva, pues la sociedad delega más que antes
sus responsabilidades en las estructuras del poder, y añadió
que, aún después de 12 años de transición
política en el país, la alternancia en el poder no es
del todo real, sino que se ha tratado de un proceso que explicó
con la popular locución “quítate tú para
ponerme yo”. |
Añadió que al existir demasiados niveles de representación
en las estructuras de gobierno, a lo que se refirió como una
“comitocracia” o el mandato de los comités, “la
representatividad se ha convertido en un gran laberinto donde se pierde
la presencia ciudadana” y aagregó, en el mismo sentido,
que el delegacionismo de responsabilidades significa una negación
de la ciudadanía.
América Latina padece de una ciudadanía de muy baja
intensidad, tanto en términos políticos y civiles como
económicos. “La ciudadanía vota, se va y se le
vuelve a ver hasta la próxima elección, se odia al presidente
que se va con una intensidad que sólo corresponde a la fe que
se le tiene al nuevo candidato y eso es síntoma de una sociedad
primitiva. No se exigen los derechos ni se cumplen las obligaciones,
además de que la ciudadanía participa escasamente en
el desarrollo de sus comunidades y la desigualdad que se origina crea
un sentimiento de no pertenencia a la sociedad”.
No obstante, propuso las siguientes claves para aumentar la participación
ciudadana en un régimen democrático:
Uno, modificar el régimen político: “Es indispensable
terminar con el presidencialismo, que sólo es un depósito
de la autoridad”.
Dos, modificar el sistema de representatividad, lo que implica democratizar
los partidos, modificar el sistema electoral –y en este sentido
propuso la obligatoriedad del voto y la sanción de la abstención.
Tres, establecer esquemas de democracia directa e indirecta mediante
plebiscitos y referéndum que permitan a la sociedad intervenir
en la toma de decisiones y cuya necesidad resulta evidente luego de
que existe una diferencia abismal entre lo que vota la ciudadanía
y lo que votan las cámaras de representantes.
Cuatro, ciudadanizar las instituciones, proceso que constituye, según
expresó, la gran promesa de la democracia.
Cinco, fortalecer los poderes municipales y enfocar las reformas del
Estado desde una perspectiva local: “Tal vez la reforma más
profunda es fortalecer el poder local y rescatar la soberanía
municipal, pues los municipios están, incluso, excluidos de
la sociedad”.
Seis, revisión total del esquema educativo del país,
toda vez que “la educación actual no está concebida
para formar demócratas sino patriotas, por lo que no se cultivan
los valores de la democracia”.
Y siete, regulación de los medios, a quienes se refirió
como la calamidad pública: “Algunos políticos
no estamos de rodillas ante los medios”. Llamó a la participación
de los medios en la democracia como “el despotismo de los spots”
y adelantó que no se debe comprar tiempo de transmisión
a los medios: “Eso es norteamericano, pero no es ético”.
La democracia que viene, dijo, no puede llevarse a cabo sin un conjunto
de reformas, unas relativas a la sociedad y otras al Estado. “De
otro modo, estamos condenados a repetir el mito de Sísifo,
que cada vez que lograba empujar una enorme piedra hasta la cima de
una montaña, la dejaba caer y tenía que empujarla
de nuevo”. |
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