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Persiste hasta nuestros días
el linaje de Tláloc: Báez-Jorge
Ricardo Luna |
Los
dioses prehispánicos de la lluvia expresaban la tensión
social y comunitaria de entre lo seco y lo húmedo, lo vegetal
y lo mineral, lo orgánico y lo inorgánico, la tierra
y el cielo, el hambre y el alimento, lo imaginado y lo real, la
vida y la muerte.
Muchas de las piezas que se han encontrado bajo cuerpos de agua,
pertenecientes al periodo preclásico temprano, representan
a los dioses de este elemento como Chac Mool o el propio Tláloc,
pero lo más importante es que todas ellas están relacionadas
con la naturaleza o el movimiento continuo, es decir, con los cuatro
elementos de la tierra que, en representaciones de Tláloc,
se manifestara con piezas encontradas en montañas, cuerpos
de agua o cuevas.
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Para
el investigador Félix Báez-Jorge, quien habló
sobre el linaje de Tláloc en el Museo de Antropología
de Xalapa, a propósito de la exposición Arqueología
subacuática, dijo que tales suposiciones han sido interpretadas
a través de la mítica lucha entre Quetzalcoatl y Tezcatlipoca
narradas en la historia de los mexicanos por sus pinturas: “este
relato explica la manera en que Tezcatlipoca le quita a Quetzalcoatl
su espejo y con ello el poder de producir la lluvia, hecho que estaría
explicando la alternancia de las temporadas de secas y de lluvias”.
Así, la importancia de las deidades del agua en el panteón
mesoamericano se explica por las contingencias atmosféricas
del líquido vital. En un sentido opuesto, las lluvias torrenciales,
las heladas, el granizo, propiciarían enfermedades y muertes,
incidencias que son el cimiento terrenal de la imaginada configuración
benéfica y maléfica de las divinidades del agua, es
decir, sus planos de dualidad, que son comunes a todas las deidades
mesoamericanas.
Este manejo y control superlativo sobre el agua de nuestros antepasados
mexicas y mayas se puede apreciar, dijo el investigador, en los relatos
de Fray Bernardino de Sahagún, quien señaló que
el signo calendárico que marcaba el nacimiento de los nahuales
(magos) tenía una íntima relación con el agua,
es decir, la lluvia era el signo propiciatorio de la magia y viceversa.
Pero cómo explicar la continuidad de esos antiguos mitos y
rituales entre los grupos étnicos de nuestros días.
La respuesta a esta interrogante, en opinión de Báez-Jorge,
es que esos puentes simbólicos, como los llamó, están
vigentes en nuestros días, puesto que siguen existiendo en
gran parte las mismas condiciones geográficas, climatológicas
y de los ciclos agrícolas.
Asimismo persisten en gran medida relaciones de producción
y fuerzas productivas que determinan las situaciones aleatorias de
las comunidades campesinas frente al clima y la llegada de las lluvias.
“Así veremos que distintas deidades cristianas como vírgenes,
cristos o santos hayan sido disfrazados o revestidos con emblemas
característicos del linaje de Tláloc”.
Luego de su charla, fueron presentadas por primera vez en una exposición
al público 36 piezas arqueológicas rescatadas bajo el
agua por tres proyectos emprendidos por la UV desde los años
setentas hasta el presente. Con ello se pretende dar a conocer el
valioso aporte de la arqueología subacuática y promover
su desarrollo en un territorio con vastos litorales marinos, cuencas
fluviales y complejos lacustres. |
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