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Instituye
la UV una cátedra extraordinaria con su nombre
Desarrollo de la ciencia en México, mérito
de la universidad pública: Pérez Tamayo
Edgar Onofre |
El
desarrollo de la ciencia en México no es mérito del
gobierno sino de las comunidades científicas y académicas
de las universidades públicas del país: ninguno de
los episodios importantes de la ciencia y la tecnología fue
idea del gobierno sino de la comunidad científica, aseguró
el investigador y profesor emérito de la UNAM y de El Colegio
de México, Ruy Pérez Tamayo, durante la conferencia
con que la UV estableció la cátedra que lleva su nombre.
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Raúl Arias y Ruy Pérez, durante la conferencia con que
la UV estableció la cátedra que lleva el nombre de éste
último. |
Luego de esbozar un diagnóstico de la ciencia mexicana a finales
del siglo XX, Pérez Tamayo describió tres posibles escenarios
del desarrollo científico y tecnológico. Según
él, la ciencia mexicana pudo consolidarse en la segunda mitad
del siglo XX, pese a la indiferencia e, incluso, hostilidad del Estado.
A finales del siglo XX la población ascendía a 100 millones
de habitantes y el número de científicos en el Sistema
Nacional de Investigadores (SNI) apenas era de seis mil 500, es decir,
0.65 científicos por habitante. “Si tomamos en cuenta
sólo a la población económicamente activa (PEA),
teníamos cinco científicos por PEA, frente a 68 con
que contaba Suecia o 70 Estados Unidos”.
Pérez Tamayo reconoció que es imposible el desarrollo
de cuadros científicos sin aportar mayores recursos para ello:
La ciencia puede enfrentar los mayores retos del país si cuenta
con los recursos para hacerlo; de esta manera no sólo sería
posible ofrecer soluciones a los problemas más importantes,
sino que estaría en condiciones de generar el efecto positivo
que tiene sobre los hombres que conocen su entorno”.
Aseveró que el crecimiento de la ciencia mexicana ha sido generado
por las universidades públicas en un 98 por ciento, que es
el porcentaje que conforman las instituciones de educación
superior de carácter público en el Padrón de
Excelencia del Conacyt. Dijo que mientras México doctoró
en 2000 a mil 109 especialistas, España doctoró a cinco
mil, Brasil a seis mil 600 y Estados Unidos a 45 mil. Desgraciadamente,
no es mucha la motivación que ofrece la ciencia pues el de
científico es un oficio “mal remunerado, sin prestigio
social, impactado constantemente por decisiones políticas y
administraciones ignorantes”.
“El país no podía dar empleos a más investigadores,
ni crear más plazas o institutos. La Universidad Autónoma
Metropolitana (UAM) fue la última universidad pública
creada por el Estado, mientras que las universidades privadas se multiplicaron,
aunque para ellas la ciencia y la tecnología es apenas importante.
En 2000 no había posibilidades reales de crecer, no por falta
de capacidad de los científicos sino porque la sociedad y el
gobierno no querían”.
El gasto en ciencia apenas ascendió al 0.37 por ciento del
Producto Interno Bruto (PIB), y somos el país que menos recursos
destina a la ciencia de entre los 29 que conforman la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
Pese a los avatares económicos, reconoció que el país
ha registrado crecimiento en ciencia, sobre todo en la segunda mitad
del siglo XX: “La comunidad científica sobrevivió
y se mantuvo promoviendo que el conocimiento de la realidad que nos
circunda aporta mucho al desarrollo de la sociedad mexicana. Los países
desarrollados se distinguen de los subdesarrollados por sus niveles
de ciencia y tecnología, pero a México le ha tomado
50 años abrir los ojos”.
La responsabilidad está en nuestras manos, no en el
gobierno
Pérez Tamayo señaló tres posibles escenarios
para la ciencia en México. En el primero, pesimista, el estancamiento
de la economía seguirá reduciendo la inversión
en ciencia y el discurso oficial hablará de prioridades para
el país. Se reducirán el número de becas y plazas
y las matrículas estudiantiles en los campos de la ciencia;
los investigadores que existen irán envejeciendo hasta reducir
su de por sí restringido número y la excelencia académica
se verá menguada.
En el segundo, optimista, un poco en tono irónico, los legisladores
aprobarán reformas estructurales, aumentarán las exportaciones
y el Estado atenderá las demandas sociales, mientras que el
denominado “bono demográfico” (formado por jóvenes
de entre 14 y 18 años) será capacitado y educado de
manera tal que la ciencia y la tecnología se verán reforzadas.
Habrá también un proyecto nacional de largo plazo protegido
por las leyes y la ciencia será primordial para la sociedad,
los sueldos de los científicos y su prestigio social llegarán
a ser como el de las estrellas del futbol y en dos generaciones México
llegará a ser una nación importante: “El problema
es que la mayor parte de este esfuerzo corresponde al gobierno que
en todo el siglo XX no mostró ningún interés
en realizarlo”.
En el tercer escenario, realista, la ciencia y la tecnología
seguirán desarrollándose gracias al empuje de la sociedad
civil y la clase media, que conforman el sector educado de la nación.
“Entre universitarios, la idea de que la ciencia beneficia al
país está presente. De seguir así, la sociedad
tendrá mayor influencia en las decisiones del país y
la ciencia seguirá creciendo a pesar del abandono del gobierno.
Suena muy remoto que el gobierno apoye a la ciencia y la tecnología,
así que la historia y el destino de nuestro país está
en nuestras manos”. |
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