|
|
| |
En
México, aún hay malinchismo en el teatro, asegura Jacqueline
Bixtler
Gina Sotelo |
“Me
sorprende que al abrir la cartelera del teatro en México lo
que más se ve son obras como El violinista en el tejado
y Monólogos de la vagina y las tres más
grandes producciones son de Shakesperare ¿quién quiere
ver de nuevo El Rey Lear?”, apremia asombrada la estudiosa
del teatro mexicano Jacqueline Bixtler en una interesante y amena
charla ofrecida en la Galería de Arte Contemporáneo.
Y es que al hablar sobre el Teatro Contemporáneo en México,
la norteamericana deja ver que somos malinchistas con nuestro teatro,
así lo demuestran las carteleras en las que predominan las
adaptaciones a dramaturgos franceses, canadienses y norteamericanos
y en la que los mexicanos ocupan el mínimo espacio.
Presentada por Elka Fediuk, directora de la Facultad de Teatro, la
charla giró en torno al teatro posmoderno, al que Bixtler calificó
de histórico, juguetón, humorístico y contradictorio. |
Jacqueline
Bixtler y Elka Fediuk. |
El
teatro, dijo, es reflejo de la realidad histórica sociológica
y hasta sexual de nuestro país, por lo tanto es la historia
del sexo masculino que es el dominante, la visión del hombre
que ha escrito, ejercido en México: “El teatro a través
de la dramaturgia se vuelve un conocimiento, un acercamiento a estos
temas. Teatro es la parte estética que permite llegar no sólo
por lo racional sino cómo se siente la vida y en la piel del
otro”
Dijo que Rodolfo Usigli, padre del teatro mexicano moderno, escribió
de lo que le rodeaba, del “drama que tenía a la mano”;
de esa manera escribió un nuevo teatro histórico, consolidando
su dramaturgia como “el libreto político nacional”.
A mediados del siglo pasado, el teatro histórico mexicano como
género comienza a tornarse complejo. Aparecen obras que podían
calificarse de antihistóricas, escritas por Salvador Novo,
Vicente Leñero, Emilio Carballido y José Gorostiza. |
Para Bixtler, estudiosa desde hace muchos años del teatro de
México –a la que ella llama “su segunda patria”–
tiene una gran relación entre la historia y la cuestión
del poder político, teatro que en los años sesenta,
por citar un ejemplo, no podía estar ajeno a las protestas
estudiantiles que se suscitaron desde Tokio hasta Tlateloco y que
se volvieron las narrativas dominantes.
“El teatro contemporáneo habla del PRI, héroes
desmitificados y la historia fragmentada. Se burla de las tradiciones,
y es memoria de una lucha contra la represión; el teatro histórico
reescribe, representa y recrea la memoria histórica y cultural,
van evolucionando los parámetros”.
Bixtler seguirá escribiendo sobre la producción de nuestro
país, pues asume que ésta seguirá fascinando
al público: “En esta época posmoderna de escepticismo
y cinismo, la historia volverá a las tablas, reflejará
a seres incompletos y ausentes. Esa historia que ahora proviene de
la mujer y el hombre, de la memoria y textos históricos, mostrará
también la metrópolis mexicana y las desavenencias de
la periferia”.
Bixtler visitó de nuevo Xalapa como parte de las actividades
de intercambio estudiantil, a través de la Escuela para Estudiantes
Extranjeros de la UV. |
| |
| |
| |
|
|
| |
| |
|
| |
| |
|
| |
| |
| |
| |
| |
|
|
|