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El
ídolo de San Martín Pajapan
Héctor
Morón Estrada / MAX |
El
jaguar, testigo, juez, símbolo, dios, obsesión... Mucho
se dice sobre este felino y su impacto en la vida de quienes poblaron
el México Prehispánico. Su belleza, su poder y el misticismo
que encierra su ser, influyeron el pensamiento de todos los pueblos
que lo conocieron. Pero si alguna cultura ha de considerarse como
el sinónimo del jaguar, esta es, sin lugar a dudas, la Cultura
Olmeca.
Entre el jaguar y los olmecas existieron vínculos que suponemos
fueron más allá de lo que podríamos comprender
hoy en día, sin embargo, es evidente que los fundadores de
Mesoamérica no sólo le temieron sino también
ambicionaron convertirse en él; talvez fue esta ambición
lo que los convirtió en la primera cultura en jerarquizar su
sociedad, quizás fue luchando contra el jaguar que un hombre
común se transformó en el primer gobernante de Mesoamérica...
¿Será posible que un gobernante pudiera convertirse
en un jaguar?
La noche estrellada fue el testigo, los escultores el artífice,
el pueblo la religión y el tiempo un gran signo de interrogación.
En el primer milenio anterior a nuestra era, el basalto se transformó
en divinidad, en símbolo de aquel matrimonio entre el olmeca
y el jaguar, entre hombre y naturaleza. Un rostro magnifico y humano,
adornado con un tocado que semeja la cabeza de un felino, parece incorporarse
con su pierna humana y su pata de jaguar; sostiene en sus manos un
cetro, basta con observar un poco aquellas manos para toparse nuevamente
con el hombre jaguar, una mano tiene cinco dedos, la otra cuatro...
La escultura fue colocada en el actual Cerro de San Martín,
escultores olmecas la realizaron, orgullosos, dignos, completos; sacerdotes
y legos la adoraron; el tiempo observaba atento... Ante ella se realizaron
ritos y ceremonias que incluso trascendieron la cosmogonía
olmeca, el último de los olmecas la miró por última
vez, sin imaginarse lo que sucedería.
Llegó el momento en que el glorioso pasado olmeca se desvaneció,
su religión fue olvidada y con ella el profundo y místico
significado que tuvo el hombre-jaguar. Pero hay objetos destinados
a trascender y de esta manera surgió el Ídolo de San
Martín... Conquista, Virreinato, Independencia, Reforma, Porfiriato,
Revolución, todo aquello ocurría y aquel hombre-jaguar
recibía adoración... Los habitantes de la región
jamás se olvidaron de él, nunca se atrevieron a parar
la petición de lluvia, fertilidad y vida...
Cuando el San Martín fue trasladado al Museo de Antropología
de Xalapa (MAX), aquellos que lo adoraban sufrieron un terrible golpe,
pero nuevamente su fe y su cariño encontraron una ventana abierta...
Los rezos siguieron teniendo lugar en el Cerro de San Martín.
Caminando por los pasillos de mármol del MAX, aparece este
magnífico ejemplo de la fuerza del espíritu humano,
lo vemos y parece una escultura más, oculta entre magníficas
piezas conocidas internacionalmente... El palacio de las historias
que permanecen jamás dejará de sorprendernos con la
gran riqueza de aquello que supera los límites del lenguaje.
El MAX está abierto de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas,
las visitas guiadas gratuitas son a las 11:30. La entrada general
de martes a domingo es de 40 pesos, estudiantes y maestros con credencial
20 pesos. |
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