|
Considerando
la próxima conmemoración del Día del Niño,
el 30 de abril, el Cine Club de la UV está proyectando un
ciclo con personajes infantiles y narrativas fantásticas
como realistas. A continuación un breve comentario de cada
filme.
En Matilda (Matilda, Estados Unidos, 1996), Danny Devito
se inspiró en un libro de Roald Dahl, reunió a un
buen repertorio actoral y ofreció una anécdota de
aprendizaje moral con niña superdotada que debe soportar
padres ordinarios y una directora de colegio malvada, a quien opone
sus cualidades mágicas.
Aventuras infantiles con hada bienhechora de por medio, Matilda
es un divertimento con anotaciones puntuales y ocurrentes.
Secretos del corazón (España- Francia- Portugal,
1996, de Montxo Armendáriz) es una aproximación
sincera al universo infantil a través de las aventuras vacacionales
de Javi (Andoni Erburu), un chaval de nueve años que deberá
hurgar temeroso en ámbitos misteriosos con tal de descubrir
los pormenores de la vida: el amor y el sexo, la fantasía
y la mentira, la pasión y la muerte. Obra de madurez de un
cineasta que desde su ópera prima (Tasio) demostró
que podía desentrañar las sensaciones y deseos de
sus personajes mediante la observación serena y delicada.
Porque el proceso de iniciación de Javi no se concreta a
partir de evidencias visuales o declaración de motivos. Toda
una cauda de realidades (soledad, suicidio, enfermedad) serán
percibidas, más nunca vistas por Javi: al abrir las puertas,
los enigmas no se revelan, más bien se intuyen.
En Elisa antes del fin del mundo (México, 1997),
Juan Antonio de la Riva pretendió hacer una metáfora
de la clase media capitalina que ve mermados sus privilegios materiales
frente a la severa crisis económica vivida por el país
desde el “error de diciembre”. A partir de la hija pequeña
(Sherlyn Montserrat) de un matrimonio joven, el director expone
un microcosmos familiar convulsionado cuyo entorno social parece
entrar en ebullición.
Creador de seres marginales, solitarios y extravagantes, Tim Burton,
amén de su enorme talento y proclividad a las recreaciones
góticas, logró conjuntar en La leyenda del jinete
sin cabeza (Sleepy Hollow, Estados Unidos, 1999) a un equipo
creativo y el resultado es una apantallante historia que combina
thriller con romance, comedia y melodrama. Basada en la obra de
Washington Rip van Winkle Irving, esta cinta con fantasmas reales
contó con las imágenes fastuosas de Emmanuel Lubezki,
los brillantes efectos especiales de Mark Miller y Jim Mitchel,
el atractivo vestuario de Collen Atwood, la sugerente música
de Danny Elfman, la crispante edición de Chris Lebenzon y
la neurótica presencia actoral de Johnny Depp (Ed Wood y
El joven manos de tijera), quien ahora encarna a Ichabod Crane,
un investigador que opone obsesivamente el razonamiento científico
a la superstición religiosa.
El espinazo del diablo (México- España, 2001)
es tal vez la obra más redonda que hasta el momento ha hecho
Guillermo del Toro, quien después de su ópera prima
(Cronos) logró introducirse con tesón en
la industria de Hollywood donde ha cuajado proyectos como Mimic,
Blade II, y Hellboy. En El espinazo del diablo, Del
Toro reunió felizmente la ficción de género
y la realidad histórica: en el primer caso, la vertiente
genérica se acoge a un horror vivencial humano y no tanto
sobrenatural, se diría que éste es un pretexto para
exponer actitudes y sentimientos encontrados en una situación
limite (el odio, el amor, la solidaridad, la confianza, la maldad,
la pasión y la venganza). Por otra parte, está la
guerra, sus facciones e inminentes resultados trágicos (una
República cada vez más cercada, una bomba desactivada
como recuerdo bélico traumático, una casona echada
a su suerte como ejemplo angustiante del abandono de las potencias
a la nación republicana, un fervor católico de estimulo
elocuente en un futuro franquismo, etc.
Alfonso Cuarón, el director de Harry Potter y el prisionero
de Azkabán (Harry Potter and the Prisoner of Azkaban, 2004),
tuvo la fortuna de lidiar con un libro intermedio de J. K. Rowling
donde la infancia de los personajes principales ingresa a la pubertad.
Esto le permitió jugar con humor inteligente los diferentes
afanes, inquietudes, temores y contradicciones de un periodo fundamental
de vida. Cuatro elementos trabajó provechosamente: el desarrollo
dinámico de la trama, la configuración psicológica
de los personajes, el uso equilibrado de los efectos especiales,
y un cuidadoso como distinguido diseño de arte. La anécdota
se condensa ahora y algunas situaciones se trabajan con prontitud,
evitando la explicación larga. De los eventos literarios
mejor aprovechados tenemos la formidable regresión en el
tiempo de Harry y Hermione, el concepto visual de los “dementores”
como hurtadores de almas, y la imaginativa vuelta de tuerca disipando
los miedos al abrirse la Caja de Pandora (la araña con patines
resbaladizos en sus diversas patas).
Abril se vuelve un escaparate fílmico y la cita es en el
Aula Clavijero de Juárez 55. Más información,
escribe a: roeamarcord@yahoo.com
|