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Aseguró el
investigador de la U de G, Víctor Ramos Cortés
Aún en debate la laicidad del estado mexicano
Edgar Onofre |
La laicidad del estado mexicano aún se encuentra en debate,
pues las nociones alrededor de ella oscilan entre la mera ausencia
de principios religiosos en el funcionamiento del estado y la obligación
de éste para promover y garantizar la libertad de cultos en
nuestro país, aseguró el investigador de la Universidad
de Guadalajara, Víctor Ramos Cortés, en el marco del
XVIII Congreso Religión, Sociedad y Política que se
inauguró este lunes en la Universidad Veracruzana (UV).
Durante la mesa redonda Políticas Públicas y Religión,
Ramos Cortés aseguró que las políticas públicas
en materia de religión no pueden ser obtenidas de la inspiración
devota, sino que en su establecimiento debe mediar el análisis
de las Ciencias Sociales pues, de lo contrario, establecer normas
para la convivencia colectiva a partir de los fundamentos de la fe
podría llevar al fundamentalismo.
Además, resaltó que la participación ciudadana
en el establecimiento de políticas públicas en materia
de religión es todavía menor que en el resto de los
temas de la agenda nacional y que, a causa de ello, aquéllas
continúan negociándose entre las cúpulas del
estado y las asociaciones religiosas. Así, el investigador
dijo que en materia de religión la cultura política
preserva un carácter corporativista y que, derivado de ello,
«por políticas públicas en materia de religión
se entiende la relación que guarda el Estado con los líderes
de las asociaciones religiosas».
Sin embargo, el investigador encontró positiva la interlocución
recientemente pública entablada entre líderes religiosos
y el Estado y que permite llevar a debate nacional estos temas. Con
todo, Ramos Cortés pidió revalorar el carácter
que revisten las relaciones entre ambas esferas pues, dijo, el hecho
de que sea la Secretaría de Gobernación quien atiende
a los religiosos hace de éstos actores políticos cuando,
en su opinión, tal vez habría de ser un tema para abordarse
desde la cultura nacional en lo que denominó un organismo desconcentrado
parecido a algo como el Conaculta (Consejo Nacional para
la Cultura y las Artes) religioso.
Empero, Ramos Cortés aceptó que la normatividad estatal
alrededor de las asociaciones religiosas es un área relativamente
nueva que requiere de expertos y, en este sentido, destacó
que las universidades deben formar los cuadros que determinen políticas
públicas que garanticen la libertad de cultos.
El investigador tapatío advirtió, además, que
México debe aceptar la diversidad de religiones como parte
de su multiculturalidad pero advirtió, al respecto, que los
mexicanos no deben confundir el brote de algunas nuevas iglesias que
apenas buscan el lucro de la fe con diversidad y pluralidad de cultos.
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