Año 4 • No. 153 • septiembre 27 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Información Regional

 
Compromiso Social

 Date vuelo

 Arte Universitario

 Foro Académico

 
Halcones en Vuelo


 Contraportada


 Números Anteriores


Créditos

 

 

 

Bibliotecas, factor elemental en
la distribución del conocimiento
Gina Sotelo


Margarita Almada, durante su intervención.
La información requiere de un adecuado plan organizativo para hacerlo llegar a la sociedad. En lo referente a las bibliotecas no es asunto sólo de contar con ellas, es necesario planificar su funcionamiento para que el cúmulo de información contenido en ellas pueda hacerse extensivo al grueso de la población.

Sobre este tema de la sociedad del conocimiento y su relación con las bibliotecas habló Margarita Almada, adscrita al Centro Universitario de Investigaciones Bibliotecarias, en conferencia ofrecida en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), como parte de las jornadas correspondientes a la Feria Internacional de Libro Universitario (FILU) 2004, que organizó la Universidad Veracruzana.

La académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) remarcó la importancia de las bibliotecas: “No son sólo la estantería o el edificio; es la cantidad de información que contienen y, aún más importante, su capacidad para organizarla”.

Para ejemplificar la trascendencia de quienes organizan las bibliotecas comentó el caso de un profesor de Inglaterra: “Un hombre a la vieja imagen de los bibliotecólogos, de saco raído y aspecto descuidado, lo cual indicaba que poco le importaba el mundo que se movía en torno suyo. Pero los funcionarios de Microsoft se lo llevaron a Estados Unidos con el propósito de que organizara la información en la Internet. De ello se desprende que la gente de las bibliotecas comunes, los bibliotecólogos, han sido el motor organizador del universo de información en la red. No es suficiente, entonces, con tener a la mano la información. Si no se organiza y distribuye adecuadamente, de poco nos servirá”.

Después de mencionar que una biblioteca, la que sea, requiere de personal altamente especializado y capacitado, Almada hizo hincapié en que no se han logrado explicitar aún los planes de programas para la cultura, tendiente ello a la distribución de recursos que, para la cultura, son siempre limitados.

Sobre ello afirmó: “Se requiere de una política de información explícita para que una parte del pastel presupuestario oficial se nos haga llegar, aunque estemos cansados de demostrar que deseamos hacer que se vincule indisolublemente con los propósitos políticos: una educación para aprender a hacer, pero también para aprender a ser”.

Al comentar en torno de la estructura necesaria para poner en movimiento la información, la invitada mencionó que el problema no se concreta a sólo conseguir los recursos; también es necesario planear cómo distribuir los mismos.

Hizo referencia a un estudio que desde la década de los 70 ilustra esta circunstancia: “En la UNAM, desde entonces advertimos que si se gasta un peso en la compra de un libro, se requieren de cuatro pesos más para moverlo y hacerlo circular entre la comunidad estudiantil”.

Añadió que la sociedad del conocimiento y las bibliotecas son un binomio inseparable; evolucionan de la mano y a la par. “En este siglo XXI hemos llegado al punto en que la gestión del conocimiento se convierte en una herramienta necesaria.

“El término ‘gestión’, anteriormente inaplicable en asuntos de bibliotecología, ahora incorpora la administración y dirección. La gestoría surge entonces como una subdisciplina del conocimiento y convierte los activos de la información en una nueva fuerza que nos permite transportarlo a otros lugares y hacia otros niveles de la sociedad. En esto no cabe la discriminación. Nadie debe negarse a llevar el conocimiento hacia las etnias indígenas, a crear una biblioteca en los barrios pobres, las zonas marginadas o rurales y las sierras de difícil acceso”.

Al comentar en torno de la Internet y las facilidades que presenta para acceder a la información, Margarita Almada mencionó que “los mejores lectores de libros tienden a ser los mejores lectores en Internet. Fuera de las faltas de ortografía que supone el intercambio de mensajes escritos o las dificultades para interpretar los textos más redactados, finalmente se trata de información procedente de gente que habla el mismo idioma y comprende perfectamente los códigos de información y comunicación”.

No escatimó mención para la Universidad Veracruzana y “al magnífico documental que vi durante el III Informe de Labores del Rector de la UV, en que se anota la labor de la institución en función de su mejor distribución del conocimiento. Ningún país puede progresar sin bibliotecas ni puede aspirar a ubicarse en el concierto de las naciones que construyen sus sociedades de conocimiento sin una sólida infraestructura educativa, académica, social y económica”.

A manera de invitación concluyó: “Dejemos, pues, de ahogarnos en información y comencemos a saciar nuestras necesidades cognoscitivas para nuestro bien y para el bien de una convivencia armoniosa y justa para todos”.