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El
poder económico la dirige y las creencias religiosas la limitan
Busca dominar la ciencia intereses
oscuros, alertan científicos
Edith Escalón |

Alejandro
Calvillo, representante de Greenpeace-México.
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En
el naciente siglo XXI, gran parte de la actividad científica
está dirigida por intereses económicos cuya prioridad
es el beneficio particular e inmediato; a su vez, las concepciones
religiosas parecen imponerle un sentido prohibitivo, sobretodo a los
alcances relacionados con la ciencia biomédica, coincidieron
científicos mexicanos.
En el marco de la Feria Internacional de Libro Universitario 2004,
que reunió en Xalapa a más de 300 casas editoriales
de todo el mundo, los investigadores mexicanos alertaron sobre los
riesgos que la ciencia enfrenta en un mundo donde: “El sentido
de orientación para el logro de un bienestar común parece
desaparecer”, esto, en el marco del foro internacional Distribución
social del conocimiento, organizado por la UV.
Alejandro Calvillo, representante de Greenpeace-México, sostuvo
que las grandes corporaciones dominan cada vez más los espacios
de investigación científica y desarrollo tecnológico,
pues tienen una influencia creciente sobre el poder político,
no sólo regional y nacional, sino mundial.
Esta situación agudiza la dimensión de problemas como
el enfrentamiento entre culturas, la marginalización de indígenas
y productores agrícolas, el aumento de las diferencias sociales
y económicas, el deterioro de las condiciones laborales y la
agudización de los daños ambientales, entre muchos otros:
“Es un hecho evidente que la Organización Mundial de
Comercio (OMC) se constituye como el órgano de gobierno internacional
supremo que pretende, en la práctica, dejar sin valor a los
acuerdos ambientales multilaterales construidos durante más
de 30 años”, comentó.
A estos problemas se suma la retirada progresiva del Estado en espacios
científicos, que deja el camino libre para que los intereses
particulares de las corporaciones se apropien de la ciencia y la tecnología,
intereses que tienden a dejar de lado las evaluaciones de riesgo,
urgentes en un mundo afectado por la introducción de nuevas
tecnologías y productos.
Para dar una magnitud de estos intereses corporativos, el director
de Greenpeace para México recordó que en Estados
Unidos, Japón y Europa se concentra el 97 por ciento de todas
las patentes y las corporaciones globales cuentan con el 90 por ciento
de la tecnología y los productos patentados. Y es que según
explicó, a la ciencia motivada por intereses corporativos le
interesa el beneficio económico inmediato para unos cuantos,
no le importa resolver una necesidad de justicia social: “Habla
de necesidades en abstracto. No le preocupa provocar una mayor enajenación
o contribuir a cierta liberación. No está enfocada a
las comunidades, más bien a los particulares y se justifica
bajo la ideología del progreso”, pero pese a este panorama,
Calvillo aseguró que aún queda un espacio para el quehacer
científico-tecnológico enfocado a las necesidades de
las comunidades.
Por su parte, Ricardo Tapia, investigador emérito de la UNAM,
defendió la idea de que la ciencia no es ni moral ni inmoral,
sino amoral, en virtud de que su objetivo es simplemente conocer la
naturaleza y sus mecanismos, lo que por sí mismo no es ni bueno
ni malo. Esto al referirse a las posibles consecuencias del conocimiento
de la naturaleza, tema de la investigación científica
que más ha repercutido en la sociedad. Explicó que es
lógico que al tocar el tema de la naturaleza humana se hayan
generado en todo el mundo álgidas discusiones de carácter
moral, y que se pretenda legislar, generalmente en el sentido prohibitivo
o limitativo, sobre los temas o los alcances que debe tener la ciencia
biomédica, sobre todo en lo que se refiere a la clonación
humana.
Sin embargo, remarcó que eso no exime a los científicos
de mostrar una ética y responsabilidad al investigar, pues
ellos deben ser conscientes de las implicaciones y alcances de los
nuevos conocimientos que generan y de su posible mal uso, pero enfatizó:
“Me parece que es precisamente por eso que la investigación
científica debe poder ejercerse y desarrollarse con toda libertad.
Si no es así, no puede pedírsele ni progreso ni responsabilidad”,
concluyó. |
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