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Se
ha convertido en otras formas de control
No ha desaparecido el cacicazgo
en la Huasteca: Olivia Domínguez
Edgar Onofre Fernández |
En
la Huasteca veracruzana el cacicazgo jamás se ha ido, ha tomado
otras formas de control, ya no es represor como los del siglo XIX
o principios del XX, sino que es un control sobre los créditos,
el intercambio, la venta de los productos y sobre la comercialización,
aseguró Olivia Domínguez Pérez, especialista
en Historia Regional del Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales
(IIH-S) de la Universidad Veracruzana.
Luego de la llamada modernización del campo mexicano, la cual
privilegia la propiedad individual de pequeñas parcelas por
sobre la propiedad social de extensiones mayores de tierra, la tendencia
en el Norte del estado de Veracruz ha provocado que los agricultores
de la región prefieran vender sus pequeñas propiedades
pues: “La propiedad privada en pequeño no les sirve para
sobrevivir, prefieren vender y convertirse en jornaleros o emigrar.
Los índices de migración –la cual ha existido
siempre en el estado– se han elevado a niveles que nunca habían
sido tan evidentes”, explicó.
Domínguez añadió que las añejas tradiciones
de los grupos étnicos de la Huasteca, las cuales son férreamente
protegidas y conservadas por sus habitantes, han provocado un rechazo
de más de dos siglos a las iniciativas gubernamentales para
repartir la tierra, y que incluso, hoy los agricultores de la zona
rechazan programas federales como Procede –instrumento
del gobierno para llevar a cabo la regularización de la propiedad
social y dar certidumbre jurídica a la tenencia de la tierra–,
así como los cambios tecnológicos y agrícolas.
El rechazo de los habitantes de la zona Norte del estado: “Tiene
que ver con una profunda compenetración con la tierra, lo cual
ha hecho que no pierdan el sentido comunal de la producción
de la tierra tanto en el Norte como en el Sur del estado, los jefes
de familia entran en una producción compartida, no hay barreras
o cercas que indiquen dónde termina un terreno y otro”.
En la Huasteca, dijo, los campesinos comprenden sus espacios de otra
manera y prevalece el sentido de comunidad, sus bienes, comunes a
todos, los han defendido desde la Colonia, durante el siglo XIX y
ahora igual en el XX.
Domínguez, sin embargo, aclaró que: “Las circunstancias
los han obligado a entrar en el reparto de la reforma agraria, porque
muchas veces la autoridad no entiende esta forma de compartir, pero
lo han hecho de manera simulada: son y no son ejidatarios. En realidad,
ellos siguen con sus viejas formas de trabajar y concebir el espacio”.
Pero, a decir de la investigadora, los efectos verdaderos del problema
del campo en la Huasteca se reflejan en lo que cuentan los habitantes:
“Se escuchan múltiples historias de pérdidas y
de que el campo no da. Años atrás, eran historias de
despojo, de desencanto por la revolución, pero ahora se han
convertido en historias de dolor”. |
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