Año 3 • No. 142 • mayo 31 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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Papantla y su encanto indígena

Karina Arriaga Murrieta

Isis Nelvy Pérez Hernández.
Pese a haber nacido en Poza Rica, Isis Nelvy Pérez Hernández se considera originaria de Papantla. Ella es estudiante del segundo semestre de la licenciatura en Nutrición, de la Universidad Veracruzana. Cada vez que tiene oportunidad de hablar de Papantla, menciona sus mejores recuerdos de cuando vivía allí y le contagia a uno el encanto que dejó en su memoria este lugar.

“Aunque llevo ya diez años habitando en Xalapa, aún recuerdo muchas cosas de mi antiguo hogar. Una de ellas, es que la gente es muy alegre y trabajadora, en el día se puede observar a los habitantes en plena actividad, vendiendo y comprando en los puestos, a los marchantes ofreciendo sus productos y al turismo que llega paseando por las tranquilas y empinadas calles del
lugar. A las 11 de la noche vas al parque y te diviertes con el bullicio, compras en los puestos un raspado o alguna golosina, y puedes ver a las ardillas correteando entre los árboles…”

Algo muy llamativo de Papantla es que cuando vas llegando a la ciudad, desde un cerro que está cerca, se aprecia el monumento de un volador gigante, en honor a la danza de los voladores, tradición muy representativa de Papantla. Lo que yo sé de esta tradición es que los danzantes vuelan en una fecha conmemorativa, como Semana Santa, Navidad o la festividad de un santo. No cualquiera puede volar, debes tener cierta preparación espiritual y ser una persona con buen testimonio, es decir, alguien respetable, o de lo contrario se dice que si te lanzas y no cuentas con estos atributos, puedes morir, ya que la danza es algo sacro.

Desconozco con exactitud qué preparación tiene los danzantes, pero estoy al tanto de que para preparar el palo del cual se lanzan hacen un rito: primero van y le piden permiso al señor del monte y hacen una danza alrededor del árbol que previamente han elegido, para más tarde marcarlo con una cruz. Una semana después regresan y lo cortan.

Posteriormente, cuando ya han decidido donde colocarán, hacen un hoyo en dicho lugar y meten una gallina o guajolote, además de otras cosas, a manera de ofrenda, y montan el palo encima para, así, finalizar el rito con otra danza alrededor de éste. Después sucede lo de la danza y el vuelo que la mayoría conocemos, que se realiza para celebrar a los cuatro puntos cardinales.

En la Cumbre Tajín nunca faltan los voladores, aunque en realidad ellos hacen su danza en Papantla y no en la zona arqueológica. Pienso que aún cuando el evento de la Cumbre trata de proyectar la riqueza de México a otros países, me desagrada que siendo Tajín un lugar que pertenece a la cultura totonaca, no hay mucha presencia de lo Totonaca, pues aunque se representa, en muchas ocasiones no es la original. Si uno acude a comprar una blusa o un vestido, debería ser un traje totonaco, pero no es así, ya que te encuentras con artesanías y trabajos de otros países. No es que quiera que se excluyan, sino que se le dé más importancia a la cultura anfitriona que tiene tanto que dar.

Mi abuelita es originaria de Pueblillo, municipio de Papantla, y me ha trasmitido varias cosas de la cultura totonaca. Me considero indígena no sólo porque mis parientes lo sean, sino porque creo que todos los mexicanos tenemos una ascendencia en común con lo indígena. No hablo la lengua totonaca, aunque la conozco y sé algunas palabras, pero me siento parte de una comunidad indígena y quiero hacer algo por ella algún día.”

“Me gustaría regresar a vivir allá por el clima y la calidez de la gente. También porque deseo trasmitir mis conocimientos de nutrición a la gente que quiera escucharme, y enseñarles cómo cultivar algunos otros alimentos para que aprovechen su tierra y se alimenten de manera más nutritiva, y hasta, quizá, dejar atrás los malos hábitos tal como comer demasiada grasa o carne en exceso. Pienso que incluso podrían inventar otra comida típica con una nueva visión…”