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Autonomía
f.
Sergio Valdivia Navarro
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En
ocasiones anteriores, me he dirigido a los estudiantes universitarios,
siempre buscando aumentar el nivel de conciencia, de lo que la autonomía
del aprendizaje puede representarles en una época, que requiere
de un perfil autónomo, para enfrentar la vida académica
actual y futura; pero ahora quiero dirigirme a los profesores de nuestra
universidad, para hacer una reflexión de lo que representa
para nosotros, como maestros, el poder promover y contar con una comunidad
escolar, donde haya mayor interés en la autonomía en
el aprendizaje.
La esencia de la palabra autonomía nos refiere
a una liberación o a una separación,
pero una separación o liberación, ¿de qué?
o ¿de quién? Bueno, los conocedores de estos temas señalan
que la autonomía del aprendizaje puede verse de manera simple,
como la liberación de los estudiantes de voluntades ajenas:
como pueden ser las de una institución, las de un programa
de estudios, las de un profesor o incluso se habla de la liberación
de uno mismo, cuando somos nosotros los que bloqueamos nuestras posibilidades
de decisión.
Aquí me quiero referir al punto donde los estudiantes se pueden
sentir limitados por nosotros, sus maestros. Ahora, la pregunta que
surge es, si estamos concientes de que podemos tener limitados
a nuestros estudiantes, sin saberlo.
El punto es muy sutil porque con toda seguridad todo lo que hacemos,
lo hacemos con la mejor de las intenciones y sabiendo que será
por su bien futuro; haciendo gala de nuestra responsabilidad ante
la institución, la cual ha puesto en nuestras manos el aprendizaje
de nuestros alumnos. Al tomar esta responsabilidad, nos permitimos
una serie de acciones y decisiones, sin pensar que aunque nuestra
responsabilidad como maestros de una materia o experiencia educativa
quede resuelta, estemos tal vez, pasando por alto que nuestros alumnos
no tienen mucho margen de libertad de decisión
sobre todo al tomar nuestro curso y al hacer las actividades del mismo.
Todo esto con base en nuestro buen criterio
de cómo deben ser las cosas en el salón de clase.
Al revisar un libro que cayó en mis manos: Helping Students
to Learn: a guide to learner autonomy de Ricky Lowes y Francesca Targe,
editado por Richmond Publishing (1998); llamaron mi atención,
una serie de reflexiones que se sugieren a los profesores, con la
finalidad de pensar más a fondo en las limitaciones
que imponemos a nuestros estudiantes, muchas veces de manera inconsciente.
Entre las ideas que someten a nuestra opinión se encuentran:
1. los maestros deben decidir lo que sucede en la clase; 2. los maestros
están en la clase para facilitar el aprendizaje; 3. es importante
que los maestros mantengan el control de la clase; 4. los alumnos
están en la clase para escuchar a los maestros y aprender de
ellos; 5. los maestros necesitan crear un ambiente en el cual los
estudiantes aprendan cuando estén listos para ello; 6. los
estudiantes sólo aprenden cuando se involucran de manera activa
en la clase; 7. los maestros deben conocer cuál es la mejor
manera para que sus alumnos aprendan en clase; 8. la mayor parte del
aprendizaje tiene lugar fuera del salón de clase.
Sé que las posibles opiniones de acuerdo o desacuerdo sobre
estas aseveraciones nos pueden llevar a puntos de controversia, pero
creo que lo que la autonomía del aprendizaje pide es precisamente
eso, que discutamos, de manera abierta, lo que sucede en nuestro salón
de clase; discusión en la que caben ideas que hasta hoy podríamos
considerar absurdas a lo que normalmente vivimos en nuestra escuela
o a lo que hemos vivido como estudiantes y como maestros. Démosle
un tiempo a los enunciados anteriores y de ser posible discutamos
con algún compañero maestro; para así, hacer
un sano ejercicio de reflexión que nos fortalecerá en
nuestro quehacer académico cotidiano.
(http://www.uv.mx/portalcadi/) |
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