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Autonomía
Sergio Valdivia Navarro |
Cuando
leemos o hablamos sobre la autonomía del aprendizaje, o sobre
estrategias para aprender a aprender, aparece, frente
a nosotros, un término atractivo y misterioso: la metacognición.
Al recurrir a las etimologías, vemos que se refiere a ir
más allá de nuestra cognición, pero no
quedamos satisfechos con esto y estamos ante un término que
vale la pena explorar con más detalle, ya que constituye un
punto esencial de nuestro quehacer como estudiantes y como maestros
ante las nuevas teorías de la psicología educativa.
También hay que tener presente que aunque la metacognición
se ha convertido en una palabra de moda académica, no nos remite
a un aspecto novedoso en nuestras vidas. Estas teorías buscan
darle a la metacognición la atención que
merece. Y así analizar aspectos del aprendizaje y de la enseñanza
que habían quedado fuera de los objetivos educativos institucionales.
Si vemos la metacognición de una manera simple,
veremos que se trata de pensar sobre nuestra forma de pensar.
Al hacer nuestras tareas cotidianas de aprendizaje, nos encontramos,
como en muchas otras áreas de nuestras vidas, en un ritmo de
trabajo en el que no nos detenemos a hacer un alto para
analizar nuestras acciones. Pues bien, la metacognición
se trata, precisamente, de eso, de hacer ese alto en nuestros
procesos de pensamiento y observar no sólo lo que estamos haciendo,
en un momento dado, sino que se trata de observar a detalle nuestra
forma de pensar. Y este viene a ser el punto focal de nuestra atención,
ya que se atribuye que el éxito académico no se debe
sólo a capacidades innatas sino a la forma de enfocar nuestro
pensamiento hacia nuestras acciones.
En un texto muy simple y breve que encontré en la Red, intitulado
Metacognition: An Overview de Jennifer A. Livingston (ver
REF) menciona que la metacognición debe ser vista
desde dos ángulos: el conocimiento y la experiencia. Aquí
el fundamento es simple; si platicamos con alguien que tiene éxito
en sus estudios y nos habla de su forma de pensar frente a sus tareas
de aprendizaje, estaremos conociendo más sobre su persona,
sobre sus tareas de estudio y sobre sus estrategias de aprendizaje;
y de esta manera estaremos viendo a la metacognición
como un conocimiento. Ahora bien, si con base en lo que podamos aprender
de nuestro amigo, vamos y lo ponemos en práctica, siempre concientes
de cómo funcionan estas estrategias en nuestro propio aprendizaje;
estaremos viendo a la metacognición, ahora, como
una experiencia.
La metacognición se refiere a aspectos de control
de nuestros procesos de pensamiento, lo que muchas veces se interpreta
como tomar el control de nuestros proceso de aprendizaje
de una manera conciente y meditada, y no dejando al azar estos aspectos
internos de nuestra mente. Con mucha seguridad hemos pasado, en alguna
ocasión, largas horas estudiando para un examen sin ver un
claro resultado y sin tener un conocimiento firme para enfrentar dicho
examen. En esas ocasiones, tal vez, no hemos pensado en ese aspecto
de nuestro aprendizaje que constituye una piedra angular de la que
no nos habíamos percatado con anterioridad: la metacognición.
REF: www.gse.buffalo.edu/fas/shuell/cep564/Metacog.htm |
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