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Muchos
son los casos de personas que reconocen como su hogar un lugar en
el que no han nacido. La vida cotidiana va trazando lazos que, al
término de un tiempo, se hacen imposibles de disolver y hacen
que se valore como propia la comunidad a la que se llegó
en determinado momento y circunstancias. Tal es la experiencia de
Oziel Rosas Guarneros, estudiante del primer semestre de la carrera
de Derecho.
Él reconoce que su hogar se encuentra en la comunidad Llano
del Medio, municipio de Ixhuatlán de Madero, pese a haber
nacido en Puebla.
El pueblo está ubicado entre Álamo y Chicontepec
en la sierrra huasteca. El lugar es pequeño, con alrededor
de mil habitantes. Las calles son engravadas para que no se llenen
de lodo, las casas son de palma, lámina y unas pocas de concreto,
pues aún hay muchas carencias en mi pueblo. Llano del Medio
tiene su parque donde la gente va por las tardes a recrearse y tomar
el fresco, puesto que allá hay temperaturas altas, incluso
de más de 40 grados. Muchos optan por ir a un río
que está a un kilómetro de distancia llamado Vinasco,
a refrescarse, lavar y sobre todo a ganarse el sustento diario a
través de la pesca; es común ver a los pescadores
con sus tlapiques, que son una tríada de pescados de distintos
tamaños, los más comunes son mojarra, trucha, carpa
y charales.
Los viernes se pone una plaza en el parque y la gente del
pueblo así como de los alrededores vende allí sus
verduras, frutas y una que otra artesanía. También
se ofrecen alimentos, por ejemplo hay unas gorditas muy sabrosas
que tienen un diámetro de unos 10 centímetros, que
se venden mucho.
Esa plaza o mercadito da la oportunidad a muchos de obtener
unos pocos de ingresos así como de intercambiar sus productos,
que de otra manera se echarían a perder. Una de las cosas
que me gustan mucho es que las personas se ayudan mutuamente, pues
se apoyan a la hora de levantar sus puestos y al quitarlos, y esto
es un ejemplo de la solidaridad que existe en Llano del Medio.
Como acude gente de otras localidades a ofrecer su mercancía,
uno puede escuchar al dar unos cuantos pasos por la plaza, diferentes
lenguas, o es esa la impresión que yo tengo porque en el
pueblo hay hablantes de náhuatl pero en esos días
llegan hablantes de totonaca y otras lenguas indígenas.
La mayoría de la gente de Llano del Medio se dedica
a la agricultura y ganadería. Los que siembran maíz
salen de sus casas a las siete de las mañana para regresar
a la una de la tarde, descansan dos horas y vuelven a la milpa a
las tres de la tarde hasta terminar su jornada en la noche.
Yo llegué e este lugar cuando tenía 10 años,
y tuve la suerte de estudiar la primaria al lado de niños
que hablaban náhuatl. A mí me interesó aprender,
incluso me hice amigo de uno de ellos que me enseñó
varias cosas. Me gusta cómo se ve cuando conversan en su
lengua materna y a veces me dan ganas de saber tanto como ellos,
ser parte de eso.
En Llano del Medio hacen fiestas en honor a un santo en septiembre
pero la verdad es que desconozco a cuál, pues nunca he asistido
a esas celebraciones por motivos religiosos.
Algo que llama mucho la atención es que cuando no llueve,
hay quienes van a un cerro llamado Ixcatatitla. En este lugar existe
para ellos algo sagrado y llevan pollos, guajolotes y otras ofrendas,
se ponen a bailar, a orar, y con ello solicitan el favor del cielo
para que caiga agua. También existen los curanderos que a
veces pasan toda la noche bailando y rezando en su lengua materna
para que la milpa
se dé bonita.
Aún hay cosas que estoy aprendiendo de Llano del Medio,
pero la verdad es que considero que una parte de este lugar ha quedado
en mí pese a no compartir todas las creencias de su gente.
Para mí sería muy importante regresar allá
cuando termine mi carrera y poder hacer algo en beneficio de la
comunidad.
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