Año 3 • No. 122 • noviembre 3 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
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  La constante sospecha de un hombre
Selecciona la UNAM obra teatral de la UV
Gina Sotelo
En La constante sospecha de un hombre el protagonista atormentado sospecha que su mujer lo engaña y decide matarla, pero cree conveniente acabar con su vida frente a personas que reconozcan que tiene los motivos suficientes para hacerlo. Expone sus razones representando su historia con la ayuda de otros dos actores que resultan ser sus vecinos, al final de la obra, la incógnita se despeja ante los ojos del público.

Escrita y dirigida por Alejandro Ricaño Rodríguez, alumno del quinto semestre de la Facultad de Teatro de la Universidad Veracruzana, la obra nace de su propia experiencia: “Yo tenía una novia y era muy celoso con ella, son intimidades que voy contando al escribir. Finalmente, en algo te proyectas”.

Con las actuaciones de Ricardo Bautista, Gustavo Fox, Mónica Melgosa, Jesús Rosas, Guiedana López, Jorge Ferrer y el propio Alejandro, La constante sospecha se ha presentado ya en Xalapa, en foros como el teatro J. J Herrera, Staff Arte, la propia Facultad de Teatro y este 18 de octubre se presentó en el teatro “Juan Ruiz de Alarcón” de la ciudad de México, pues fue seleccionada para representar a la uv en el Concurso Nacional de Teatro Universitario en la categoría Alumnos dirigiendo a alumnos.
La obra es para un público que no tiene que ser ni especializado ni culto, sino gente que ha sentido celos, que ha sido víctima de ellos, que ha sido o le han sido infiel: “El cien por ciento de la población tiene estas características” dijo divertido Alejandro.

A raíz de esta obra se integró a la compañía Ficción Real, y se ha interesado en montar textos de dramaturgos universitarios mexicanos pues: “No hay que reciclar los textos que todo el mundo monta, no hay que ver quién hace mejor Romeo y Julieta, sino promover la dramaturgia universitaria”.

Alejandro Ricaño.
A pesar de no haber concluido sus estudios Alejandro está ganando experiencia como director, labor que no es difícil, no obstante, ser el más pequeño de la compañía: “De repente sí es un conflicto, pues dirijo a personas que evidentemente tienen más experiencia que yo, pero es cuestión de llegar y decir ‘quiero dirigir una obra, no se cómo, ayúdenme’ y entre todos la vamos armando”.
Su trabajo como director, comentó, es más de espectador; se sienta en la butaca y dice lo que le gusta, lo que no le gusta y sugiere lo que se podría hacer, y los actores siempre proponen cosas interesantes. Confesó que no le gusta actuar –lo más reciente que hizo fue El cerco de Numancia– se siente mucho mejor escribiendo: “El actor requiere otra disciplina escénica, una entrega que yo no tengo, dirigiendo me siento más a gusto”.

La forma de escribir de Alejandro es una combinación de cotidianidad y fantasía: “Te ocurre algo y en el texto lo escribes como te hubiera gustado que ocurriera, lo que tú no te atreviste a hacer, en el texto tu personaje sí se atreve, lo que pudo haberte pasado y milagrosamente no pasó, en el texto sí ocurre, se crea un enredo”.

Alejandro prefiere escribir sobre lo que sabe, considera que sería absurdo que escribiera sobre temas como el 2 de octubre, el cual no vivió: “No se puede escribir sobre lo que no sabes” por lo que –con pleno conocimiento del tema– escribe sobre sus celos, enojos, recuerdos y fantasías, siempre manipulando la realidad.

“Soy un poco atormentado, muy nervioso, hipocondríaco y complicado, con muchos conflictos existenciales, me preocupan cosas muy sencillas y las cosas complicadas me preocupan más” así se describe Alejandro, quien tiene entre sus planes estudiar una maestría o especialidad en dramaturgia o dirección.
A nivel personal, le gustaría seguir con la compañía y montar sus textos, no dejarlos en el papel. Pronto estrenará Los imperfectos con actores de Ficción Real y compañeros de la Facultad.