Año 3 • No. 117 • septiembre 29 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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El espejo enterrado
Roberto Ortiz Escobar

Desde agosto, el departamento de cine de nuestra máxima casa de estudios diseñó un ciclo dedicado a Carlos Fuentes, mismo que concluye la presente semana de octubre.

Vasta y fructífera ha sido la carrera del escritor como guionista, además sus obras han servido de inspiración a varios cineastas. El gallo de oro, Tiempo de morir, Los bienamados, Los caifanes, Pedro Páramo y Aquellos años, nos remiten a dos décadas donde el vínculo literario con el cine mexicano era fuerte (1964-1972) y a algunos cineastas: Felipe Cazals Roberto Gavaldón, Juan José Gurrola, Juan Ibáñez, Arturo Ripstein y Carlos Velo.
El ciclo de ficción se completa con el documental televisivo El espejo enterrado, diseñado y conducido por Fuentes, quien en cinco capítulos reflexiona sobre el pasado de España y el Nuevo Mundo planteando al final una visión del presente iberoamericano.

Ambientada en diferentes locaciones de España y Latinoamérica, la serie hace un recorrido histórico por momentos clave en la política, la sociedad y la cultura de diversos países, cuyas razas se fusionaron con la sangre española, la cual, desde el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, preludiaba tres siglos de dominio colonial.

“El precio de la libertad”, el capítulo IV se proyectará el miércoles primero de octubre. Aborda el canto de rebeldía a principios del siglo XIX, cuando visionarios como Simón Bolívar y José de San Martín reivindicaron la independencia soñando con la unidad latinoamericana. Mientras el primero libera Colombia y Venezuela, la campaña andina de San Martín se traduce en el combate por Chile y la liberación del Perú. Paralelamente, las milicias locales argentinas derrotan en 1806 a los ingleses invasores, evidenciando la deshonrosa huida de los españoles.

Desafortunadamente, la claridad de San Martín sobre la preeminencia de las instituciones por encima del poder militar, se borró de manera bárbara y cruel por las dictaduras, una oprobiosa forma de gobierno extendida hasta el último tercio del siglo XX.

Bolívar, quién afirmaba “la guerra es mi elemento”, al final de su jornada existencial, solo y abandonado, recapitularía diciendo: “América es ingobernable,
el que sirve a una revolución, ara en el mar”.

Estos gobiernos tuvieron su equivalencia en México con su Alteza Serenísima Antonio López de Santa Anna, quien gobernó la nación 11 veces como presidente.
Los agravios sufridos por Latinoamérica durante siglos dieron como resultado una crisis permanente: de deudas económicas, drogas, desarrollo y democracia. En los últimos años, por fortuna, la tradición centralista empezó a sustituirse por el afán democrático. Comentarios al correo: roeamarcord@yahoo.com.mx