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Una
tomada de pelo
Heriberto G. Contreras
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Esto
que le vamos a contar es sin pelos en la lengua, como comúnmente
se dice. Los seres humanos, al igual que muchas especies también
tenemos pelo, pero no sólo en la cabeza, sino en múltiples
partes de cuerpo. Sin embargo, este elemento corporal a algunos se
les desarrolla más que a otros, lo que genera un sin fín
de opiniones hablando de gustos o preferencias.
Así es. A menudo escuchamos en pláticas cotidianas sobre
las preferencias de las chavas; que si los prefieren velludos
o lampiños. En el caso de los hombres es igual; optan
más por unas piernas depiladas sobre las pobladas. Hablar de
pelos también es hablar de una industria muy lucrativa. |
Tan
sólo analicemos el número de marcas de shampoo que ofertan
por televisión para conservar una cabellera sedosa y brillante,
eso sin contar acondicionadores y tratamientos capilares para cambiar
incluso el color de nuestro cabello. En el otro extremo encontramos
productos para depilación inmediata, porque así como
hay quien apetece el vello, otros más no lo soportan.
Como vemos, los pelos ofrecen mucha tela donde cortar, ya que en muy
pocas ocasiones reflexionamos sobre este elemento tan innato a nosotros;
sin embargo, a diferencia de otras especies en realidad tenemos muy
poco vello corporal, lo cual claro responde a una historia científica.
Dos científicos británicos formularon una nueva teoría
sobre por qué los seres humanos casi no tenemos pelo, a diferencia
de nuestros primos, los simios. Mark Pagel, de la Universidad de Reading,
y Walter Bodmer, de la Universidad de Oxford, ambas en Inglaterra,
sugieren que la pérdida de pelo se
produjo para evitar las picaduras de insectos y parásitos,
así como para incrementar nuestro atractivo sexual. |
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Esto
contradice la explicación más difundida hasta ahora:
que la desaparición de vellos sobre nuestra piel se debió
a la evolución de nuestra capacidad para controlar la temperatura
del cuerpo en climas cálidos. Según Pagel y Bodmer,
esa teoría falla en situaciones de extremo frío o calor.
Sin embargo, observan que el hecho de que los primeros humanos hayan
vivido en África, en zonas tropicales con gran cantidad de
parásitos portadores de |
enfermedades,
explica que quienes predominaron al final fueron aquellos más
lampiños.
En un artículo publicado por la revista científica Biology
Letters, y dado a conocer
por el diario estadunidense The New York Times ambos científicos
afirman que ya nuestros ancestros fueron capaces de responder de manera
eficiente a los cambios térmicos del ambiente, controlando
el fuego, construyendo refugios y fabricando ropa. Así el homo
sapiens tendió a prescindir de los cabellos cada vez más
a lo largo de cientos de generaciones.
Pagel y Bodmer también se aventuran a afirmar que su teoría
explica mejor el hecho de que, por lo general, los hombres tengan
más vellos que las mujeres, ya que señalan que la característica
lampiña puede haber permitido a los humanos mostrar de forma
convincente que eran menos susceptibles a las infecciones de parásitos;
de hecho, esa característica se volvió más deseable
en una pareja, y la mayor pérdida de cabello en las mujeres
sugiere una mayor selección de los hombres hacia las mujeres.
La excepción que confirma la regla es la prominencia de vellos
púbicos en ambos sexos, que desafía la teoría
de Pagel y Bodmer. Sin embargo, los investigadores responden que hay
evidencias de que el vello púbico aumenta las señales
feromonales, fundamentales a la hora de la elección del
macho. Seguramente que cuando todo esto se compruebe les informaremos
sobre los resultados de la investigación. Sin embargo si a
usted le gusta el vello corporal, disfrútelo y, si no, dé
gracias a la evolución. |
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