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La premonición del Columbia
Heriberto G. Contreras
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Hace
unos meses vimos con horror por televisión, escuchamos en la
radio o leímos en la prensa que el transbordador espacial Columbia
explotaba en pleno vuelo, cuando regresaba de una misión espacial
de 16 días, la cual, entre otras cosas, traía las primeras
plantas sembradas y crecidas en el espacio.
Tal parece que los tripulantes de la misión anterior hubiesen
presentido el triste final. Y es que, según un informe obtenido
de sus bitácoras de entrenamiento, y dado a conocer por el
periódico Houston Chronicle, el año pasado, antes de
emprender su misión espacial, los siete astronautas debatieron
la posibilidad de quedarse varados en órbita en caso de una
desastrosa filtración de combustible.
Fue una conversación informal, hasta con un dejo irónico
para aligerar la gravedad del tema. Pero conjeturaron que si algún
objeto flotante, como basura espacial, perforaba sus tanques de combustible,
podrían quedar orbitando la Tierra, a la espera impotentes
del momento fatal. Eso sí, antes de que se acabara el combustible
y se agotara el oxígeno habrían querido hacer un último
llamado a sus familias. Ocurrió que su nave espacial no tuvo
inconvenientes, cumplió su misión y regresó a
la Tierra.
Pero en el vuelo siguiente del transbordador, un año más
tarde, la misión concluyó en el desastre: el Columbia
voló en pedazos y los restos metálicos llovieron sobre
todo Texas. Los siete tripulantes murieron. Scout Altman, penúltimo
comandante del Columbia, señaló que pudo haber sido
cualquiera de nosotros, recordando la conversación
informal con sus colegas.
Después de casi cuatro meses, los investigadores todavía
no han precisado la causa del accidente, pero sospechan que el Columbia
quedó condenado desde el principio de la misión, cuando
en el despegue se desprendió un trozo de material aislante
del tanque de combustible y se incrustó en el extremo del ala
izquierda.
Ahora una junta de investigación estudia lo que podría
haber hecho la nasa para intentar salvar la vida de los cinco hombres
y dos mujeres si se hubiese percatado inmediatamente de la magnitud
de los daños.
Esa investigación ha planteado una pregunta inquietante: si
la nasa hubiese sabido durante la misión de 16 días
que la nave estaba condenada, ¿se lo habría comunicado
a los tripulantes para que se despidieran de sus seres queridos?
Milt Heflin, titular de vuelos en el Centro Espacial Johnson, dijo
que la nasa no tiene reglas para esa situación. Sin embargo,
algunas voces reclaman la discusión de dicha contingencia.
El senador Bill Nelson, que voló en el Columbia siendo legislador
en 1986, días antes del desastre del transbordador Challenger,
dijo que debió haberse informado a los siete astronautas sobre
lo que había ocurrido en el despegue y los análisis
de ingeniería posteriores.
Nelson censuró al administrador de la nasa, Sean OKeefe,
durante una audiencia del Comité de Comercio, Ciencia y Transporte
de la cámara alta. Marginar a la tripulación (del
debate) significa eliminar un valioso recurso, afirmó
el senador.
Y es cierto, pues era gente con doctorados, médicos, personas
con títulos en ciencias aeroespaciales y con conocimiento operativo
del vehículo. Además de que la tripulación tiene
derecho a hablar con sus seres queridos y a convenir con ellos cómo
van a arreglarse sus familias.
Lo que Altman y sus compañeros de vuelo habrían hecho,
de haber tenido problemas en su vuelo el año pasado, era extremar
todos los recursos en la medida de lo posible y hacer que todos en
Tierra imaginaran posibles opciones.
De no haberlas y la nasa insiste en que habría habido
muy pocas, si acaso, para los astronautas que perecieron en el Columbia
el 1 de febrero, Altman dice que intentaría el aterrizaje
con la plena conciencia de que quizás no fuese posible. Pero
antes que todo, supone que hubiera querido hacer un último
llamado a su familia.
Eileen Collins, la única comandante del transbordador espacial
en la nasa, también reconoce lo penoso del problema. Su vuelo
en el Atlantis hasta la estación espacial en órbita
debía haberse completado ya, pero está aplazado indefinidamente
después de que la nasa decidió postergar por ahora todos
los vuelos del transbordador.
¿Preferiría saberlo si estuviera condenada a muerte
en el espacio? ¿Preferiría decir adiós a su marido
y sus dos hijos? Usted amigo lector, qué hubiese escogido.
¿Habrán sido esas palabras con tono irónico de
la tripulación del Columbia una premonición? Nunca lo
sabremos. |
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