|
|
| |
En
el IV Encuentro de Estudiantes de Historia del Altiplano Central
Perdidos, el rigor y excelencia académica
en la historia: Enrique Florescano
Alma Espinosa |

Enrique
Florescano Mayet. |
Desde
1980 se advierte en el país un proceso progresivo de deformación
del cultivo de la historia en los centros académicos, subrayó
el historiador Enrique Florescano Mayet, al ofrecer la conferencia
magistral “Perspectivas de la historia y el historiador y
sus enfoques en el siglo XXI” en el marco del IV Encuentro
de Estudiantes de Historia del Altiplano Central, que se realizará
hasta el 16 de mayo en Humanidades.
El doctor honoris causa por la Universidad Veracruzana sentenció
que actualmente hay una caída de los niveles establecidos
por la historiografía profesional, un deterioro alarmante
de las instituciones y una pérdida del rigor intelectual
que animó su estudio. “El primer indicador de |
esa
debacle es la ausencia de un liderazgo en las instituciones dedicadas
a conducir la enseñanza, investigación y difusión
de los conocimientos históricos”.
Ante un auditorio repleto por estudiosos de la historia, Enrique
Florescano dijo que tal caída contrasta con lo ocurrido
en los años cincuenta o setenta, cuando las instituciones
eran dirigidas por los grandes investigadores. En aquel entonces
se tenía la idea de hacer grandes empresas de estudio,
formar profesores y crear nuevos programas.
“Hoy ese impulso se ha desvanecido. En la mayoría
de nuestros centros, una idea equivocada del quehacer científico
separó la investigación de la enseñanza,
de tal modo que la primera no apoya más ni renueva a la
segunda. Mientras, la investigación camina sin brújula,
sin programa, sin metas, se abandona a los impulsos individuales
de cada investigador”.
En el
Auditorio Jesús Morales Fernández de Humanidades,
el reconocido historiador, oriundo de Córdoba, Veracruz,
aceptó que en las décadas de 1970 y 1980 se perdieron
los antiguos niveles de rigor y excelencia académica; lamentablemente,
dijo, se sustituyeron por prácticas populistas, ideológicas,
gremiales o burocráticas. Y lo más alarmante es
la ausencia de crítica a las propuestas y la consiguiente
imposición de sus contenidos ideológicos en los
programas de estudio, en la investigación y en la docencia.
Concerniente a los textos de historia hay algo que llama la atención,
de acuerdo con lo dictado por Florescano Mayet. De 1940 a la fecha
se han publicado más obras históricas que en todos
los periodos anteriores como consecuencia de la multiplicación
de las instituciones o las revistas; en una proporción
semejante aumentaron las tesis de los historiadores y aún
más las reuniones, congresos y simposios.
|
Las instituciones
académicas mexicanas tienen el récord mundial
de almacenamiento de libros de historia, pues la mayoría
no se venden y se quedan en las bodegas
|
|
“Pero
ocurre que la mayor parte de tal producción está representada
por estudios especializados que sólo leen los mismos profesionales
de la historia y sus estudiantes. Es decir, no se produce más
historia para más gente o para más lectores, como
lo prueba el hecho que la institución académica mexicana
tiene el récord mundial de almacenamiento de libros, pues
la mayoría no se venden”.
Al hacer un recuento del recorrido que ha transitado la investigación
histórica, el doctor apuntó que, en la década
de los cuarenta, los fundadores de las instituciones quisieron encausar
las tareas educativas a través de seminarios con programas
de corto y mediano plazo, idea que acabó pulverizada por
los intereses particulares de los investigadores, y en los setenta
y ochenta se impusieron distintos proyectos individuales como equivalentes
al programa institucional.
“Desde entonces –aseveró Florescano Mayet–
ya no hay un plan concertado por el conjunto de los investigadores
y ajustado a las necesidades de la investigación, de los
alumnos, de la situación de la enseñanza y de la investigación
histórica del país o de las demandas del futuro inmediato”.
Al afirmar que el encerramiento de los claustros ha redundado en
una casi nula comunicación entre los investigadores y las
diversas corrientes e instituciones que convergen en el campo de
la historia mexicana, puso como ejemplo que los expertos dedicados
a la etnología casi nunca leen lo que se hace en la historiografía
social, económica o política. “Quizá
la mayor crisis intelectual que hoy vive la disciplina de la historia
radica en su incapacidad para ofrecer a la nación una historia
de la nación, dividida como está en tantas parcelas
como hay historiadores o corrientes”.
Enrique Florescano mostró estar preocupado por la falta de
responsabilidad colectiva para enfrentar los desafíos de
la profesión, y reconoció que los investigadores y
profesores sólo se unen para homologar salarios y prestaciones,
no para fortalecer las instituciones o alentar la productividad,
la investigación, la docencia y la calidad.
Pero quizá el drama mayor que enfrenta la institución
académica mexicana, dijo, es su envejecimiento y su obsolescencia,
con una combinación siniestra de crisis económicas,
crecimiento de la población y disminución de los ingresos
a la enseñanza. “Nuestras instituciones científicas
más importantes están amenazadas de muerte a corto
plazo porque el mal que las corroe está volviendo obsolescente
a su personal y sus conocimientos”.
Finalmente, el historiador lanzó una pregunta al aire: frente
a tal panorama, ¿qué van a hacer los historiadores,
los estudiantes y sobre todo las istituciones nuevas que se están
creando en los estados? “Esta es la pregunta, la gran interrogante,
la encrucijada que van a vivir ustedes en los próximos años”. |
| |
| |
|
|
|