Tratamiento farmacológico
y trastorno déficit de
atención con hiperactividad
Fco. Javier
Beltrán Guzmán
Irma Aída Torres Fermán
León Felipe Beltrán Guerra
Instituto de Investigaciones Psicológicas-Facultad
de Psicología, Universidad Veracruzana
Francisco Vázquez Nava
Facultad de Medicina, Universidad Autónoma
de Tamaulipas
Adela Ayulia Beltrán Torres
Baxter México
RESUMEN
El Trastorno Déficit de Atención con Hiperactividad
(TDAH) es un trastorno heterogéneo, lo que implica
suponer orígenes diversos. Sin embargo, a pesar
de los avances en el conocimiento sobre los factores
etiológicos asociados con este trastorno, dicho
conocimiento corre el riesgo de no ser interpretado
correctamente si no se analiza desde una perspectiva
holística, sistémica y del desarrollo.
Sin embargo, se le considera en principio una alteración
de orden neurológico, lo cual implica una visión
médica cuya opción de tratamiento resulta
ser el farmacológico. No obstante, los resultados
de este tipo de tratamiento están lejos de ser
óptimos, debido a lo cual se han probado una
multiplicidad de fármacos y dosis en búsqueda
de la respuesta farmacológica ideal. Por ello,
resulta necesario llevar a cabo investigaciones interdisciplinarias
en torno al TDAH, considerando la complejidad de los
procesos involucrados en la interacción entre
el niño, la familia, el contexto sociocultural
y ecológico a lo largo de su desarrollo.
Palabras claves: hiperactividad, metilfenidato,
niños, farmacoterapia.
ABSTRACT
The Deficit of Attention with Hyperactivity (adhd) is
an heterogeneous condition, which implies the supposal
of diverse origins. Nevertheless, in spite of the advances
in the knowledge on the etiologic factors associated
with this condition, this knowledge is in jeopardy of
not being interpreted accurately if it is not analyzed
from a holistic, systemic and developmental perspective.
Nonetheless, it is considered, at the beginning as an
alteration of neurological order which implies a medical
point of view whose option of treatment falls into the
pharmacological category. However, the results of this
type of treatment are far from optimal, because of these,
multiple drugs and dosages have been tested seeking
for the ideal pharmacological answer. Due to stated
previously, it is necessary to carry out interdisciplinary
investigations around adhd, considering the complexity
of the processes involved in the interaction between
the child, the family and the social as well as ecological
context throughout his development.
Key words: hyperactivity, methylphenidate,
children, pharmacotherapy.
El trastorno por déficit de atención con
hiperactividad (TDAH) es un síndrome conductual
que se caracteriza por inatención y distractibilidad,
incapacidad para permanecer sentado, así como
dificultad para concentrarse en una actividad por un
período de tiempo. El TDAH ocurre más
comúnmente en los niños, aunque en adultos
el número de casos se ha ido incrementando; este
trastorno es tres veces más común en hombres
que en mujeres y se presenta aproximadamente entre 3%
y 6% de los niños.
No fue sino hasta mediados de los cincuenta que los
médicos americanos comenzaron a clasificar a
los niños con TDAH como mentalmente retardados,
además de emplear términos como daño
cerebral mínimo e hiperquinesia. En 1980, la
Asociación Psiquiátrica Americana (APA)
sustituyó estos términos por el de desorden
de déficit de atención, y en 1987 relacionaron
el trastorno de atención con la hiperactividad,
y fue su denominación final Trastorno por Déficit
de Atención con Hiperactividad (TDAH)
En el tratamiento del TDAH los estimulantes han sido
una opción de tratamiento, si no es que la primera.
Y dentro de ellos, los más frecuentemente preescritos
son los psicotrópicos tanto en niños como
en adolescentes.1 Ello puede deberse a una multiplicidad
de factores, ya que se estima que sólo en Estados
Unidos, de 2 a 2.5 millones de jóvenes han recibido
esta clase de tratamiento. Dentro de los factores considerados
en el incremento de la prevalencia de estimulantes en
el tratamiento, están: el incremento en jóvenes
con problemas de atención, el aumento de las
mujeres que reciben este tratamiento, así como
la cada vez mayor aceptación pública del
tratamiento farmacológico. La prevalencia del
uso de medicamentos se encuentra condicionada entre
otros factores por la especialidad del médico,
factores geográficos, demográficos y la
localización de la escuela.2
Sin embargo, aun cuando la aceptación del público
ha ido en aumento, no ha podido evitarse un exceso en
el uso de estas substancias con los consecuentes efectos
indeseables en los individuos tratados con esta clase
de medicamentos.3 Por ello se hace necesario desarrollar
mejores estrategias para una más efectiva farmacoterapia.4
Dentro de los estimulantes más utilizados se
encuentra el internacionalmente conocido ritalin, cuyo
componente activo es el metilfenidato. Ha sido estudiado
extensamente tratando de dar respuesta terapéutica
al problema que representa el TDAH. El desafío
se encuentra en poder predecir que los niños
con TDAH responderán positivamente al fármaco.5
A continuación describiremos algunos de estos
estudios. Así, se han estudiado los efectos del
metilfenidato (MPH) sobre procesos cognitivos complejos
en donde Berman investigó la hipótesis
de que dosis altas de MPH contribuyen a mejorar la persistencia
y la concentración en tareas que implican altas
demandas de procesamiento de información.6
Los aspectos emocionales también han sido foco
de interés de las investigaciones sobre MPH y
TDAH. La autoestima es uno de esos aspectos ampliamente
estudiados. Oeztuerk y Sayar estudiaron 31 niños
con TDAH a los que se les administró MPH y los
compararon con 40 pequeños que no tomaban ninguna
clase de medicamento. A ambos grupos se les aplicó
la escala de Piers-Harris de autoestima. Se encontraron
diferencias estadísticamente significativas a
favor de los niños con TDAH.7
La cooperación de los padres en el tratamiento
es definitivamente valiosa, y si ellos tienen una mayor
comprensión de los efectos del ritalin o MPH
los efectos terapéuticos de éste se verán
positivamente afectados.9 Por otro lado, Pozzi argumenta
que el uso del ritalin en el tratamiento del TDAH a
menudo se prescribe para reducir los niveles de ansiedad
de los propios padres.10
Dentro del aspecto metodológico, Con Saher y
colaboradores discuten las ventajas y desventajas del
empleo de un estudio de doble ciego contra tratamiento
abierto con MPH en niños con TDAH, su apreciación
de las bondades del estudio de doble ciego la basan
en los reportes de los padres sobre su satisfacción
con los resultados de esta clase de estudios.8 Por su
parte, Ardoin y Martens utilizan un diseño de
doble ciego para contrastar los reportes de los informantes
con las observaciones directas de la conducta de niños
de entre 6 y 13 años con TDAH tratados con MPH.
Los resultados encontrados no son claros ya que son
diferenciales de acuerdo con la dosis, las diferencias
conductuales y la presencia de efectos colaterales.11
Ritalin
e hiperactividad
El medicamento psicoestimulante cuyo empleo se ha generalizado
en el tratamiento del déficit de la atención
con trastorno de hiperactividad es el conocido vulgarmente
como ritalin, cuyo componente activo es el metilfenidato
(MF). El diccionario de especialidades médicas
recomienda su uso específicamente para este trastorno.
Consecuentemente, ha sido muy abundante y variada la
investigación que se ha realizado en torno a
este producto farmacéutico en la búsqueda
de una solución clínica a este padecimiento.
Vyse y colaboradores (1989) investigaron los efectos
del metilfenidato (MF) en los niños con déficit
de la atención con hiperactividad (DATH), sobre
la habilidad para aprender. Fueron entrenados en una
tarea compleja de aprendizaje visual comparando los
hallazgos con su ejecución escolar, bajo idénticos
parámetros de dosificación. Bajo esas
condiciones, se trabajó con 26 niños entre
6 y 12 años de edad con DATH con un diseño
intrasujetos, en el cual cada niño recibió
cuatro dosis de MF (5, 10, 15 y 20 mg) y placebo en
una secuencia contrabalanceada. Los resultados indican
que el MF fortaleció el aprendizaje en la tarea
especificada (relaciones visuales); la mayoría
de los cambios fueron similares, aunque menos dramáticos
que los obtenidos en la ejecución académica
en la escuela. Estos resultados nos hablan de las complejas
relaciones entre los psicoestimulantes y el aprendizaje
en niños con DATH.12
Algunos autores han investigado si el metilfenidato
induce un sobre enfocamiento de la atención en
el campo visual. Por ello fueron evaluados los efectos
de dos dosis de MF: 0.3 y 1.0 mg/kg, los cuales fueron
administrados a 22 niños de 7 y 11 años
de edad promedio, los que fueron diagnosticados con
DATH. La respuesta que se midió fue tiempo de
reacción (TR), bajo un diseño doble ciego
con un grupo placebo de control. Participaron como controles
16 niños. Los resultados nos indican que los
efectos del estimulante sobre la atención enfocada
dependen de la dosis y el tiempo; no obstante, la hipótesis
de si el MF produce un sobreenfoque de la atención
no fue aprobada. Por otro lado, los resultados confirman
que los niños como los adultos usan dos modalidades
de distribución en el campo de la atención
visual y varía el modo de acuerdo con la naturaleza
de la tarea. El grupo con DATH no mostró diferencias
en la atención en comparación con el grupo
control, pero si exhibió dificultades para sostener
una ejecución con precisión.13
Uno de los principales problemas de los chicos hiperactivos
es la falta de control sobre su conducta, lo que los
lleva a ser calificados en muchos de los casos como
agresivos. Murphy y colaboradores realizaron un estudio
sobre agresividad en el cual incluyeron metilfenidato
para el tratamiento. Éste fue un estudio comparativo
entre chicos con alta y baja agresión entre 6
y 8 años de edad. Se observaron tres dominios
de agresión: 1) la observada directamente cuando
ocurre en ambientes naturales, 2) la respuesta de agresión
de una respuesta efectuada en el laboratorio, y 3) el
procesamiento de patrones de información social
exhibidos en la tareas diseñadas en detectar
componentes cognitivos de la agresión. Los sujetos
con alta y baja agresión se diferenciaron significativamente
en las medidas observacionales y en la conducta agresiva
provocada en situación de laboratorio. Sin embargo,
el grupo de alta agresividad mostró mayores distorsiones
cognitivas. El MF tuvo un efecto significativo al decrementar
la agresión en situaciones naturales, aunque
en la agresión provocada los efectos fueron mínimos.14
Uno de los problemas de los niños con DATH, además
de ser diagnosticados como agresivos, es el de la socialización.
La mayoría de ellos se ven rechazados y, en ocasiones,
marginados por sus propios compañeros, incluso
por su familia. Sobre este respecto, Hinshaw aborda
esta problemática dada la importancia de las
interacciones personales para los niños hiperactivos,
evaluando el impacto del metilfenidato sobre categorías
de conducta social específicas en 25 niños
de entre 6 y 12 años de edad diagnosticados con
DATH. Estos chicos participaron en un estudio de doble
ciego con placebo y con dosis bajas (0.3 mg/kg) y moderadas
(0.6 mg/kg) de metilfenidato, durante un programa de
verano en ambientes naturales; 15 de las comparaciones
efectuadas eran chicos sin problemas de atención
ni conducta. El medicamento decrementó la presencia
de conductas agresivas al mismo nivel que los chicos
sin problemas. Los efectos del medicamento sobre la
conducta prosocial o no social no fueron observados.
Se requiere de estudios que permitan observar efectos
más permanentes del MF sobre la conducta social
de los hiperactivos.15
Adicionalmente, se ha considerado que la edad juega
un papel importante en el efecto diferencial del metilfenidato.
En este tenor, Alston y Rommey llevaron a cabo un estudio
comparativo entre dos grupos de sujetos medicados y
no medicados con déficit de la atención
con hiperactividad (DATH). Participaron 60 estudiantes
de entre el 2º y el 11º grado, quienes habían
sido diagnosticados con déficit de la atención
con hiperactividad (DATH); los alumnos fueron divididos
en dos grupos iguales dependiendo de si estaban o no
bajo tratamiento médico con metilfenidato para
el desorden mencionado. Éstos a su vez fueron
subdivididos en dos grupos iguales: los más viejos
y los más jóvenes. Se observó que
dentro del grupo de los más jóvenes, los
sujetos medicados tenían una pobre autoestima
en relación con los no medicados; los más
jóvenes que ingerían el metilfenidato
mostraron una mayor autoestima académica que
los no medicados. Los cuatro grupos presentaban estados
medianamente depresivos. Los sujetos más jóvenes,
en general, eran más nerviosos, impulsivos, agresivos
y de baja atención que los de mayor edad. Se
recomendó trabajar clínicamente con los
de mayor edad, con el fin de aliviar los síntomas
depresivos y mejorar el autoconcepto.16
Una de las actividades de aprendizaje que mayor concentración
o atención requieren es la relacionada con el
aprendizaje de las matemáticas. Para evaluar
la relación hiperactividad-aprendizaje de aritmética-MF,
Carlson (1991) llevó a cabo un estudio sobre
los efectos del metilfenidato sobre la atención
dividida en la ejecución de problemas de aritmética
en chicos con DATH. Se trató de 13 muchachos
con un rango de edad de 7 años 4 meses a 10 años
1 mes, con déficit de la atención con
hiperactividad, a quienes se les plantearon problemas
de aritmética dispuestos en un monitor de computadora.
A la mitad de los ensayos se les requirió que
presionaran un dispositivo para terminar un sonido de
dos segundos de duración generado por la computadora,
el cual se presentaba 2” antes, 1” antes,
1” después y 2” después de
la presentación de los problemas de aritmética.
Los sujetos que habían tomado metilfenidato (MF)
fueron significativamente más rápidos
en sus tiempos de reacción en las pruebas de
tono y más rápidos en los problemas de
aritmética cuando las dos tareas no se traslapaban
en el tiempo, pero no fue así cuando se presentaban
simultáneamente las dos tareas. Los resultados
obtenidos fueron comparados con el uso de un placebo
en un grupo control.17
En otra investigación sobre la lectura, en una
clase tutorial matutina de 30 minutos que se enfocaba
sobre la lectura en 6 niños de 9 años
12 meses de edad con DATH, con los que se trabajó
con un diseño conductual, primeramente se obtuvo
una línea base de cinco días seguida por
una fase de 10 días de tratamiento, en los cuales
se usaron: placebo, reforzamiento no contingente, 3
mg/kg de metilfenidato, 7 mg/kg de MF y autorreforzamiento
en varias combinaciones. La cantidad de ejecución
académica fue la mejor medida de la variable
dependiente. El placebo y el refuerzo no contingente
no tuvieron mayor impacto sobre la conducta objetivo.
El efecto combinado del MF con el autorreforzamiento
fue mayor que cualquiera de los tratamientos administrados
por separado.18
En otro orden de cosas, la memoria es uno de los procesos
cognitivos que más se ven afectados por el DATH,
ya que los subprocesos de almacenamiento, organización
y recuperación se ven afectados por la falta
de atención. De este modo, han sido examinados
los efectos del metilfenidato (MF) sobre los procesos
de memoria y la conducta en niños ansiosos y
no ansiosos con DATH. Los sujetos eran un total de 40
(22 no ansiosos y 18 ansiosos) quienes fueron asignados
al azar en un diseño doble ciego con placebo
de control; a ellos se les aplicaron tres dosis de MF:.3,.6.9
mg/kg. Se emplearon tareas de aprendizaje serial para
evaluar la memoria, y la observación directa
para evaluar la actividad motora. Los resultados indican
que el MF mejoró la memoria en los niños
no ansiosos pero no en los ansiosos. Por contraste,
el nivel de actividad motora descendió en ambos
grupos. Los autores concluyeron que la presencia de
la ansiedad en los chicos con DATH ofrece resistencia
a los efectos de la medicación estimulante.19
Otros autores como Handen y colaboradores (1992) evaluaron
los efectos del MF sobre el aprendizaje y habilidades
sociales de niños mentalmente retardados de entre
6 y 12 años de edad con DATH. El CI obtenido
en las evaluaciones practicadas con ellos se encontraba
entre 48 y 74. Se utilizaron dos dosis de MF y placebo.
Las medidas de la variable dependiente incluían
indicadores conductuales, medidas de aprendizaje atención
e impulsividad y observación directa de interacciones
sociales con sus compañeros. Los resultados arrojan
variaciones positivas significativas en las habilidades
atencionales y conductuales en comparación con
el grupo placebo. Sin embargo, no hubo mejora en el
aprendizaje y en las interacciones sociales.20 El control
de la conducta en el salón de clases es una de
las principales preocupaciones de los maestros ya que
los chicos con hiperactividad pueden provocar disrupciones
en el mismo que impiden el trabajo académico.
Así, Gadow y colaboradores (1991) implementaron
un procedimiento de evaluación del metilfenidato
(MF) sobre la conducta de niños hiperactivos
en ambientes escolares. Este procedimiento utilizo dos
dosis estandarizadas de MF y placebo, cada uno administrado
durante dos semanas. Los instrumentos utilizados para
evaluar los efectos de la droga fueron escalas de conducta
y observaciones directas codificadas: Los resultados
muestran que la dosis mínima para tener un efecto
significativo sobre la conducta objetivo es la dosis
más baja de las utilizadas en este estudio (.3
mg/kg.).21
Los mismos autores proponen, a partir de los resultados
de dos estudios de caso, la adaptación de un
procedimiento clínico de medicación utilizado
en niños hiperactivos de una escuela de niños
mentalmente retardados. Se trata de un niño de
12 años de edad con una historia de conducta
perturbadora y una niña de 10 años altamente
distraída; este procedimiento de monitoreo genera
datos validos con un alto grado de precisión
que especifica los síntomas de la conducta objetivo.22
Se ha comentado ya que el medicamento (MF) por sí
mismo no es suficiente para dar una solución
total a la problemática de la inatención.
A este respecto, Horn y colaboradores (1991) abordaron
los efectos sumatorias del uso de psicoestimulantes,
el entrenamiento a padres y el control en niños
con DATH. Para ello se utilizó un diseño
doble ciego con placebo en el cual se aplicó
una dosis alta de metilfenidato (0.8 mg/kg) y una baja
(0.4 mg/kg) sin combinación con otra terapia
y, en combinación con entrenamiento conductual
a los padres, más instrucciones de autocontrol
a los niños. Este tratamiento se aplicó
a 21 Ss controles y 96 Ss con DATH, cuyas edades fluctuaban
entre 7 y 11 años. No se encontraron evidencias
de que la combinación de las terapias con el
medicamento produjera un mayor efecto que el medicamento
solo. No obstante, los autores plantean la posibilidad
de que los efectos de una dosis alta de metilfenidato
fueran equivalentes a los efectos de dosis bajas combinadas
con otras terapias.23
Con relación a esta última afirmación,
Hoza (1992), dentro del contexto de los dos estudios
de caso, evaluó los efectos de dos dosis (.3
y .5 mg/kg) de metilfenidato combinadas con intervenciones
conductuales; los sujetos eran del sexo masculino de
10 años 11 meses y de 11 años, quienes
presentaban DATH. Un diseño intrasujeto fue utilizado
con el fin de determinar los efectos diferenciales de
las dosis combinadas con otro tipo de tratamiento, en
este caso conductual. Uno de los casos demuestra la
importancia de evaluar los efectos del medicamento en
diversas dosis, en tanto que el otro demuestra que los
casos difíciles de manejar son algunas veces
controlables utilizando dosis potentes de medicamentos
combinadas con tratamientos conductuales.24
No obstante los resultados anteriores, Gómez
y Cole consideran que dentro de las alternativas del
tratamiento médico de la hiperactividad, el más
común es el metilfenidato, el cual tiene un efecto
favorable en 70-80% de los niños que lo ingieren,
sin embargo, existe un interés genuino en los
efectos colaterales del producto. Los autores reportan
que han encontrado que la terapia de conducta por si
misma ha sido inadecuada pues ha mostrado su efectividad
únicamente cuando se le combina con el uso de
un tratamiento con base en estimulantes. Por su parte,
los efectos de la terapia cognitiva han sido igualmente
desafortunados.25
La dosis o fuerza de cada uno de los tratamientos debe
ser variada sistemáticamente en cada caso para
poder obtener el nivel de respuesta de cada tratamiento.
Igualmente, Klein (1993) discute la eficacia clínica
del MF en los niños con DATH para modificar rasgos
centrales del desorden. El MF también ha mostrado
ser efectivo en la mejora de la conducta social de esta
clase de niños con sus compañeros y adultos
que les rodean. Mientras que el tratamiento conductual
por sí mismo ha demostrado ser inefectivo, en
cambio, combinado con el metilfenidato ha sido grandemente
positivo. Colateralmente agrega que el tratamiento combinado
afecta la conducta antisocial independientemente de
la presencia concurrente de sintomatología de
hiperactividad.26 Otro estudio sobre los efectos del
MF en el aprendizaje fue llevado a cabo por Carlson
(1993) y lo realizó con 26 chicos entre 7.08
y 12.75 años de edad que presentaban problemas
de aprendizaje y conductuales y que habían sido
diagnosticados como hiperactivos. Los resultados arrojaron
evidencia de los efectos benéficos del metilfenidato
(MF) sobre la ejecución y percepción de
niños con DATH. En este estudio, los sujetos
tenían que resolver laberintos solubles e irresolubles.
En el caso de los laberintos irresolubles, los Ss mostraron
mayor persistencia en la solución del mismo cuando
recibieron el MF que cuando no se les administró
y en aquellos que estaban en el grupo placebo.27
Del mismo modo, Fine y Johnston (1993) condujeron un
experimento con diseño de doble ciego con placebo
como control y la aplicación de metilfenidato
a 24 niños con un rango de edad de entre 6 y
10 años con DATH, con el fin de evaluar los efectos
colaterales del MF. Se obtuvieron registros diarios
del comportamiento del niño en el salón
de clases reportados por los maestros y los fines de
semana por parte de los padres. Además, si se
presentaba alguna clase de efecto del medicamento colateral.
Efectos colaterales fueron reportados tanto con el placebo
como con el MF. De los resultados se deduce que los
efectos colaterales de los padres y maestros pudieron
estar contaminados por la predisposición a la
ingesta del medicamento.28
En un intento por establecer nuevas relaciones entre
el uso del MF y otras variables, se han escrito los
efectos relativos del ritalin y el empleo de variables
ambientales sobre la tarea ejecutada. Tal situación
fue observada en dos chicos de 8 y 12 años respectivamente,
y referidos como pacientes externos con DATH. En ambos
casos el interés principal de los padres era
que la conducta mejorara con el empleo del ritalin.
Los resultados de uno de los sujetos sugieren que el
medicamento junto con las variables ambientales mejoró
su conducta, mientras que en los resultados del segundo
sujeto, las variables ambientales mejoraron la conducta
independientemente del uso del medicamento. Los resultados
ilustran la utilidad potencial del análisis funcional
breve en pacientes externos.29
En la búsqueda de la dosis óptima, Fisher
y Newby (1991) evaluaron a 161 niños (de entre
2 y 17 años de edad) quienes completaron un tratamiento
clínico con ritalin. El estudio duró 3
semanas. El protocolo utilizado fue aplicado a los padres,
a los sujetos y a los maestros de los sujetos y al asistente
médico. Los resultados indican que en 107 de
los sujetos, las dosis empleadas de ritalin fueron óptimas.
A 36 sujetos se les recomendó las dosis más
bajas, a 56 las dosis más altas, a los 15 se
les indicó una dosis entre dos de las probadas.
A 4 % de ellos se les recomendó que no continuaran
con el medicamento.30
Rapport y Colaboradores (1989) estudiaron las relaciones
entre el metilfenidato (MF), el aprendizaje y el recuerdo
de pares asociados en 45 niños de entre 6 y 12
años de edad con DATH. Los Ss fueron asignados
aleatoriamente a uno de 3 grupos (novato, habilidad
media y habilidad completa); la diferencia era la variación
en la cantidad de aprendizaje previo de una tarea de
pares asociados; las diversas condiciones se estudiaron
bajo un diseño doble ciego con placebo de control.
Cada sujeto recibió cuatro dosis de MF (5, 10,
15 y 20 mg) y el placebo. Tanto la taza de adquisición
como la precisión del aprendizaje de pares asociados
fueron significativos; sin embargo, la dosis afectó
diferencialmente en el grado de aprendizaje a nivel
de dominio; esto es, a mayor dosis, mayor dominio de
la tarea.31
En otra investigación posterior de los mismos
autores, evaluaron la magnitud y significación
clínica de los efectos del metilfenidato (MF)
sobre la ejecución académica y la conducta
en el salón de clases con 76 niños de
entre 6 y 11 años de edad diagnosticados con
DATH. Se utilizó un diseño de doble ciego
con placebo controlado en un diseño experimental
intrasujeto bajo el cual se evaluaron los efectos agudos
de 4 dosis de MF (5, 10, 15 y 20 mg). En gran parte
del tratamiento, los Ss mejoraron significativamente
su funcionamiento dentro del salón de clases;
sin embargo, un gran número de ellos fallaron
en la mejora de su rendimiento académico. Las
dosis bajas del medicamento tuvieron un efecto muy pobre
en el rendimiento académico pero mejoraron sustancialmente
al aumentar la dosis del MF.32
Por otra parte, Millich y Colaboradores (1989) examinaron
los efectos de la medicación con estimulantes
sobre las autoevaluaciones y las atribuciones sobre
la ejecución de una tarea en 26 niños
con DATH. Cada uno de los muchachos ejecutó una
tarea en dos ocasiones: unas mientras se les administraba
medicamento y otra cuando se les daba un placebo. Inmediatamente
después de ejecutada la tarea, se les aplicó
una pregunta relativa a sus autoevaluaciones y atribuciones
sobre la tarea realizada. Dos cosas se obtuvieron: primero,
la medicación comparada con el placebo incrementó
la correspondencia entre las autoevaluaciones y sus
ejecuciones; segundo, los chicos no emplearon el medicamento
como una explicación acerca de sus ejecuciones,
como otros lo predijeron. De hecho, le dieron un mayor
peso al medicamento como causa de su mejora en sus ejecuciones
en relación con el esfuerzo utilizado o sus habilidades.33
Uso
del antidepresivo en el control del DATH
Biederman y colaboradores (1989) evaluaron el efecto
de la desipramina (DMI) cuyo efecto es el de un antidepresivo
en el tratamiento de 62 pacientes de 6 a 17 años
de edad que presentan déficit de la atención
con hiperactividad (DATH), 43 de ellos respondieron
previamente de manera pobre al tratamiento del psicoestimulante.
Los Ss fueron asignados a dos grupos; uno de ellos recibió
desipramina (DMI) y el otro grupo recibió un
placebo. La intervención duro aproximadamente
6 semanas. En los resultados encontraron diferencias
significativas en la mejora conductual de los que recibieron
DMI y aquellos tratados con el placebo, con un promedio
de dosis máxima diaria de 4.6 + -0.2 mg/kg; se
encontró que 68% de los sujetos tratados con
DMI mejoraron significativamente comparado con 10% de
los sujetos que mejoraron como efecto del placebo administrado.34
Biederman y colaboradores (1993), en un estudio de doble
ciego con placebo, evaluaron el efecto de la desipramina
en el tratamiento del déficit de la atención,
considerando la posible presencia de otros procesos
mórbidos, así como factores de la historia
familiar sobre la respuesta clínica al antidepresivo.
Para ello fue conducido un estudio de 6 semanas administrando
dosis diarias de desipramina de 4 a 5 mg/kg para el
tratamiento de 62 niños y adolescentes entre
6 y 17 años de edad con DATH. Se observó
un ejemplo significativamente más alto en aquellos
sujetos en tratamiento con desipramina en evaluaciones
externas, mientras que las respuestas a la DMI no fueron
distinguibles en los casos en que había hiperactividad
en los sujetos con y sin problemas de comorbilidad o
familiares con DATH. Los casos “puros” de
DATH mostraron una tendencia a dar una menor respuesta
ante el placebo que ante la DMI. Los resultados sugieren
que: 1) la DMI es efectiva en casos simples sin que
hubiera otros padecimientos, 2) la DMI no es selectiva
en casos de presencia de otras enfermedades y 3) una
respuesta de la DMI puede ser obtenida en casos complejos
de DATH asociados con otros padecimientos.35
Otros medicamentos han sido utilizados para el tratamiento
del TDAH, desafortunadamente con resultados poco alentadores
como los muestra el estudio de Valery sobre la muerte
súbita de un niño tratado con antidepresivos
triciclicos como la imipramina y dextroanfetamina. No
obstante, ellos reportan haber detectado una anomalía
cardiaca antes de iniciar el tratamiento con dichos
medicamentos.36 Sin embargo, un estudio reportado por
Taylor y Ruso muestra el modafinil combinado con dextroanfetamina,
cuyos resultados sugieren que el modafinil puede ser
un producto alternativo en el tratamiento del TDAH al
menos en adultos.37 Por otro lado, Faraone y colaboradores
encuentran que la desipramina en el tratamiento para
adultos con TDAH mostró cierta efectividad en
comparación con un grupo placebo.38 En general,
el empleo de cualquier fármaco implica el riesgo
de producir efectos colaterales en los sujetos bajo
tratamiento..39 Otros estudios comparan el Adderall
con el MPH (16) y el MPH con la anfetamina40 (17). Los
resultados en estos últimos dos casos no son
consistentes en cuanto a que el MPH es un mejor fármaco
que cualquier otro.
Uso
de antihipertensivos, antiepilépticos y antihistamínicos
Comming y colaboradores (1990) estudiaron la efectividad
de la clonidina transdermal en 270 pacientes de entre
2 y 71 años de edad quienes presentaban déficit
de atención con hiperactividad, síndrome
de Tourette o desórdenes de la conducta. La mayoría
de los sujetos mostraron un mejoramiento en sus síntomas.
Se observó una baja incidencia de efectos colaterales.
Otra de las ventajas de este tratamiento es que había
aceptación o tolerancia del producto por parte
de los pacientes, por lo que no hubo interferencias
con su rutina escolar.41 Friedman y colaboradores (1992)
evaluaron la ingesta de tegretol (carbamazepina) y los
efectos colaterales del mismo, utilizando para ello
a 65 chicos y adultos entre 8 y 67 años de edad
con retardo mental y/o problemas psiquiátricos
y conductuales. Seis de ellos, que habían tenido
experiencias con meditación, mostraron efectos
colaterales que iban desde irritabilidad a la manía.
Cuatro de los 20 que había recibido tegretol,
únicamente para el tratamiento conductual o psiquiátrico,
experimentaron efectos colaterales, y ninguno de los
21 tratados de ataques aislados experimentó efectos
similares. La incidencia de efectos colaterales como
producto de la medicación no fue asociada con
la edad, sexo o el nivel de carbamazepina en sangre.42
Aun cuando no se ha encontrado evidencias determinantes
de que la hiperactividad esté asociada a ninguna
clase de alergia o con el asma, la TDAH ha sido estudiada
en relación con estos padecimientos y tratada
con antihistamínicos como la clorfenidamina.
McGee (1993) se abocó al estudio de las relaciones
entre los desordenes alérgicos y las conductas
hiperactivas y de inatención en 1037 niños
de entre 9 y 13 años de edad. No se encontraron
asociaciones entres ambas variables: TDAH y una historia
de desordenes alérgicos: rinitis, eczema, urticaria,
etcétera. Los resultados del estudio aportan
poco apoyo a la hipótesis de la relación
entre alergia y TDAH.43
A lo largo de múltiples estudios se ha demostrado
que un tratamiento por sí mismo no es suficiente
sino que debe combinarse con otros. Por ello, no debe
ser exclusivamente el uso de fármacos sino empleando
otras estrategias de intervención, por ejemplo
de orden conductual. Pelham y colaboradores contrastaron
2 grupos de tratamiento: conductual, combinado (conductual
+ medicación). Los resultados muestran que el
grupo de tratamiento combinado tuvo significativamente
mejor ejecución que el otro.44 Otros han encontrado
que la sensibilidad al reforzamiento puede verse afectada
por el MPH potencializando su efecto; reforzador y ocasionando
una mejor ejecución en la tarea diseñada
para tal efecto, el problema en este estudio es que
sólo se trató de dos sujetos de los cuales
uno de ellos fue el sujeto control.45
En otro estudio,46 los investigadores abordaron el efecto
del metilfenidato en la exactitud de la tarea de la
hora del día en que se administra el medicamento:
el efecto y productividad en el trabajo de tres niños
y una niña (de edades de 5 ½-8 años)
diagnosticados con TDAH que fue investigado usando un
triple encuadre, un control placebo y un sujeto designado.
Los niños recibieron sus dosis usuales de la
mañana y medio día de metilfenidato según
lo habían prescrito sus médicos. Se tomo
una línea base para medir la exactitud y productividad
de la tarea entre la complementariedad de un ejercicio
de matemáticas que fueron obtenidas de las observaciones
grabadas y de los productos constantes (hojas de la
preparación) en sus casas después de la
escuela. Los participantes fueron asignados a la azar
para una tarde darles placebo y otra tarde metilfenidato.
Los niños fueron grabados completando un ejercicio
de matemáticas 1.5-2 horas después de
la ingestión de una cápsula opaca que
contenía solamente lactosa (placebo) o la lactosa
pulverizada con un tercio de metilfenidato. Dos niños
mostraron una cierta mejora en la tarea y su exactitud
en la finalización de la tarea después
de recibir esa tarde una dosis de metilfenidato. Cuanto
más baja es la tarea y su exactitud en la complementariedad
del ejercicio, mayor es el efecto de la dosis de metilfenidato
que esa tarde se les dio. No hubo relación entre
el número de problemas a completar (productividad)
y las condiciones del estudio. Los resultados del estudio
fueron limitados por pequeños números
y efectos de techo. Estos resultados sugieren que el
metilfenidato puede ser útil para algunos niños
con trastorno por déficit de atención
e hiperactividad para mejorar su exactitud y productividad
de la tarea.
La combinación de fármacos en el tratamiento
del TDAH es una opción ampliamente utilizada
por los investigadores en la búsqueda del “coctel”
ideal.47, 48 Así, Connor y colaboradores llevaron
a cabo un estudio piloto en el cual compararon los efectos
en niños de entre 6 y 16 años del metifenidato
solo, la clonidina sola y la combinación del
metilfenidato con la clonidina y observaron sus efectos
sobre la conducta desafiante o disruptiva. El tratamiento
duró tres meses asignándose al azar a
grupos ciegos de 8 sujetos cada uno. No se contó
con un grupo placebo o de control. En todas las condiciones
(3), los sujetos mostraron un mejoramiento en su comportamiento,
en su déficit de atención, en su impulsividad,
etcétera. De acuerdo con los reportes de los
padres y maestros. No hubo diferencias significativas
entre los grupos de tratamiento, excepto en que la clonidina
sola o combinada con el MPH mostró un decremento
significativo en la velocidad de la coordinación
motora fina.
CONCLUSIONES
La búsqueda del medicamento o de la combinación
milagrosa continuará. Es indudable que el manejo
farmacológico es necesario, pero ¿es indispensable?
El individuo que padece TDAH debe condenarse a la ingesta
de medicamentos ¿por cuánto tiempo? ¿Hasta
qué punto los efectos colaterales de los fármacos
son controlables?
Los resultados encontrados en el uso de medicamentos
en el tratamiento del TDAH son considerablemente variados:
desde un efecto total hasta ambiguos. Con el uso de
dos o tres sujetos hasta con muestras de más
de 100 individuos; con la participación de los
padres o sin ellos.
Estas y muchas otras son preguntas que surgen alrededor
de este tema y que por el momento carecen de respuesta.
Sin embargo, como ha quedado demostrado en la literatura,
el medicamento no es la única respuesta al TDAH
y la mejor opción son el uso de terapias o tratamientos
conjuntos: médico y psicólogo y, de forma
importante, la participación activa y comprometida
de los cuidadores del pequeño con TDAH, tanto
en casa como en la escuela.
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