Ciencia

El amor y el desamor vistos desde la neurobiología 

 

  • La capacidad de estudiar los correlatos neurales y los estados mentales ha permitido aprender sobre las bases neurobiológicas del impulso sexual, el amor, el desamor y otros mecanismos 

 

Tamara Cibrián, investigadora del Instituto de Neuroetología

 

Paola Cortés Pérez 

14/01/2022, Xalapa, Ver.- La capacidad de estudiar los correlatos neurales y los estados mentales subjetivos con técnicas de neuroimagen y modelos animales, ha permitido a los neurocientíficos aprender sobre las bases neurobiológicas del impulso sexual, el amor romántico, el desamor, entre otros mecanismos, destacó Tamara Cibrián Llanderal, investigadora del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana (UV). 

En la conferencia “Neurociencias del amor y el desamor”, organizada por el Consejo Estudiantil de las facultades de Psicología de las regiones Xalapa, Veracruz y Poza Rica-Tuxpan, la especialista habló de cómo el cerebro ve el enamoramiento, el impulso sexual, el desamor, los celos, y cómo éstos afectan a nivel neuroquímico, neurofisiológico, neurobiológico y conductual. 

Destacó que estos y otros mecanismos tienen una razón biológica para mantener a la especie humana, y la neuroetología busca el fin próximo y último de las diferentes conductas. 

 

Impulso sexual 

Tamara Cibrián explicó que cuando una persona siente un impulso sexual hacia otra se involucran diferentes neurotransmisores y sustancias neuroquímicas, pero es la dopamina (DA) la que está totalmente relacionada. 

“La DA regula la motivación y el deseo, cuando sexualmente deseamos a alguien hace que repitamos conductas que nos proporcionan beneficios o placer.” 

Los niveles seguirán en aumento mientras la persona tenga el impulso o el deseo de hacer algo; una vez que se cumple, los niveles descienden abruptamente. También se conoce que la DA está relacionada con conductas adictivas por diferentes sustancias que generan un mecanismo de placer a nivel cerebral. 

Otra sustancia química que está involucrada es la noradrenalina, ya que para nuestro cerebro y cuerpo el impulso sexual es un estímulo estresante que requiere de cierto despliegue neuroendocrino. 

“Es responsable de las palpitaciones, taquicardias, aumento de la concentración en las cualidades; se presenta un aumento de la memoria para nuevos estímulos –en estos momentos somos capaces de tener memorias que prevalecerán a largo plazo.” 

Mientras que las endorfinas están implicadas en las sensaciones de bienestar y placer, al estar liberadas durante la conducta sexual se relacionan con la recompensa e intervienen en el dolor. 

“En esta condición se tiene una sensación de bienestar y placer; es un coctel neuroquímico tremendo, no se siente dolor, por el contrario, nos sentimos a todo dar.” 

La adrenalina causará en la persona euforia, energía excesiva, insomnio y pérdida del apetito. Durante la excitación sexual habrá inhibición de áreas del lóbulo frontal, esto disminuirá la capacidad crítica. 

“En el caso de los jóvenes que inician su vida sexual hay menos probabilidad de protección y de consciencia sobre los riesgos; por el contrario, por la inmadurez del lóbulo frontal le darán más peso a la recompensa que a cualquier conducta de riesgo.” 

 

Amor en el cerebro 

Hay partes en el cerebro que contribuyen a que las personas experimenten afecto, como el hipocampo, la medial ínsula y el anterior cingulate; son áreas que ayudan a regular los sentimientos de recompensa y son responsables del desarrollo del enamoramiento. 

La glándula pituitaria es la responsable de la regulación y secreción hormonal en el cuerpo. En tanto, el hipotálamo produce DA, oxitocina y vasopresina, necesarias durante el proceso del enamoramiento; y la amígdala moderará el miedo y el estrés. 

Mencionó que en la etapa del amor romántico se mantienen ciertos mecanismos, su objetivo es diferente: habrá una focalización e incremento de la atención, euforia, elección/preferencia por un único congénere (tener un patrón de persona). 

Cibrián Llanderal explicó que hay neuropéptidos involucrados, como la oxitocina –relacionada con la cognición social y la formación de vínculos afectivos hacia una persona– y la vasopresina, relativos al sentimiento de vínculo y conexión de la otra persona y se liberan posterior al sexo. 

El cerebro genera serotonina, responsable de nuestros estados de ánimo, de la supresión del dolor, del ciclo del sueño y de los comportamientos sociales. 

 

Habló sobre cómo se observan a nivel cerebral el amor y el desamor

 

El apego 

Cuando las personas se enamoran o surge el apego, se estrechará y profundizará el vínculo conforme cambia y/o madura la relación, mencionó Tamara Cibrián. 

“Disminuyen la dopamina y la noradrenalina, que en un inicio nos tenían en el impulso sexual y enfocado en una persona; mientras que la oxitocina y la vasopresina incrementan, lo que permite que dos individuos puedan tolerarse entre sí, mantener una relación el tiempo suficiente para lograr que la crianza de los hijos sea exitosa durante la infancia.” 

 

La ruptura amorosa 

La investigadora del Instituto de Neuroetología comentó que cuando la persona está enamorada se elevan los niveles de DA, con el tiempo se acostumbra y la obsesión se desvanece, pero continúa con niveles de dopamina activos. 

Al terminar la relación, se corta de tajo la fuente de DA y el individuo entra en abstinencia, por lo que el cerebro busca la manera de suministrarse esta sustancia, para ello provoca conductas erráticas en la persona como el revisar las redes sociales de la expareja, enviar mensajes, hacer llamadas telefónicas, entre otras. 

“Al no obtener la recompensa deseada, el sistema de estrés empieza a liberar cortisol, haciendo que los pensamientos o estresores psicosociales liberen y activen el sistema del dolor.” 

Al tener un cerebro adicto a ciertas condiciones, la investigadora recomendó no tener conductas que activen los sistemas de estrés y dopaminérgico de manera infructuosa, por lo que deben realizarse actividades que produzcan placer y gusto. 

Para observar a nivel cerebral la ruptura amorosa, se han desarrollado estudios con personas que tenían alrededor de seis meses de haber terminado una relación y que aún tenían la percepción o condición de seguir enamorados. 

Para ello se realizaron diferentes tareas: les mostraron fotos de la expareja y amigos; se les aplicó un estímulo en el brazo izquierdo con una sonda caliente. 

“A nivel cerebral encontraron áreas emparejadas cuando vieron las fotos de amigos y de la expareja, y cuando les aplicaron el estímulo con la sonda caliente. 

”Para el cerebro es lo mismo un estímulo doloroso que observar las fotografías, ya que se activan la porción dorsal del cíngulo anterior, la ínsula anterior y la corteza de la ínsula, así como el tálamo. Al final, el desamor es percibido por el cerebro como algo doloroso.”