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Las tecnologías pueden ayudar a consumar utopías: Director del ILCE

 

“Nos falta mucho por descubrir y maravillarnos, aún tenemos la posibilidad de construir utopías, como incorporar a las generaciones a lo largo de la vida”: Arturo Velázquez Jiménez

 

Karina de la Paz Reyes

02/10/18, Xalapa, Ver.- El director general del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE), Arturo Velázquez Jiménez, dictó la conferencia “El ILCE: las tecnologías de la información y el conocimiento en la educación superior”, en la sala de videoconferencias de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana (UV), y en su mensaje destacó que el mayor desafío es contribuir a la construcción de una mejor humanidad, desde las tecnologías.

La conferencia se desarrolló el lunes 1 de octubre con enlace a las demás regiones universitarias y previo a la firma de convenio marco de cooperación entre la UV y el ILCE, por ello estuvo presente la rectora de la UV, Sara Ladrón de Guevara; el representante de esta casa de estudios en la Ciudad de México, José Rivera Banuet; la secretaria Académica, Magdalena Hernández Alarcón; el secretario de Administración y Finanzas, Salvador Tapia Spinoso; así como directores generales de áreas académicas, profesores-investigadores y estudiantes.

El conferencista contextualizó el impacto de las nuevas tecnologías y las mutaciones que vertiginosamente se han generado en la sociedad en general, pero se centró en conceptos y situaciones educativas de aprendizaje fuera de la educación formal, presencial o en línea, con la intención de ver qué sucede más allá de los procesos predefinidos por las políticas educativas y las instituciones.

“Creo que la inteligencia humana puede ir mucho más allá de lo que conocemos actualmente. Construir ciudades en otros lugares del universo con todo su equipamiento para habitarlas y sobrevivir en ellas tendrá mucho que ver con la creatividad para el desarrollo de proyectos; en el terreno de la educación y en el tiempo actual, ya existen experiencias y proyectos que usan la tecnología para el aprendizaje basado en una colaboración solidaria y mediada por la tecnología, que son una opción real de desarrollo humano.”

En ese sentido, citó que las políticas públicas que deseen mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos, en cualquier país, deben considerar lo que las personas reales necesitan y quieren, y así crear las condiciones para lograrlo. Incluso, “ya se están creando los escenarios para dejar de pensar a los sistemas educativos como organización que producen personas iguales y para que podamos creer que puede haber personas felices desempeñándose de la mejor manera en lo que más les guste”.

Para él, los límites del desarrollo pleno del ser humano aún están lejos de alcanzarse: “Nos falta mucho por descubrir y maravillarnos, aún tenemos la posibilidad de construir utopías, como incorporar a las generaciones a lo largo de la vida. Las tecnologías, tan metidas en el centro de nuestras vidas, nos permiten seguir imaginando cómo contribuir a la construcción de una humanidad mejor, ése es el mayor desafío”.

El Director del ILCE habló de los llamados nativos y migrantes virtuales, metáfora entre cuyas debilidades está la expectativa de que la tecnología en su desarrollo y por sí misma contribuiría paulatinamente a la inclusión social. “Se llegó a pensar que con el arribo de nuevas generaciones, el gran invento que resultó ser Internet y que hizo posible la globalización económica, derribaría barreras y cerraría la brecha de la desigualdad social, haciendo posible, a través de la conexión permanente, todo el acceso a la sociedad de conocimiento y sus beneficios”.

No obstante, afirmó que en países como México tal expectativa está lejos de cumplirse; como muestra está la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2017, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre cuyos indicadores está que en zonas urbanas siete de 10 personas tienen Internet, mientras que en las rurales, sólo cuatro. Por ello, habló de una metáfora más, la de visitantes y residentes, que buscar explicar el comportamiento de las personas no por la fecha de nacimiento, sino del involucramiento con la tecnología.

El ILCE, dijo, ha sido testigo y participante de la mayoría de las propuestas innovadoras para la educación en México, que han incorporado tecnologías del momento, desde 1968 con el proyecto de la Telesecundaria, hasta 2013 con el Programa para la Inclusión y la Alfabetización Digital, citó un abanico de programas en ese tenor.

“Como puede observarse, las transformaciones educativas de real impacto aún deben pasar por las aulas como espacios físicos que, a pesar de la incorporación de tecnologías nuevas y no tan nuevas, mantienen la organización escolar que se creó en Europa en el siglo XVIII, la educación industrial, también conocida como modelo fabril. Este modelo se caracteriza, entre otras cosas, por la estandarización de contenidos y procesos de aprendizaje en contextos diversos y la subsiguiente conceptualización del proceso educativo como fabricación de lotes de personas, comparable a la forma como se estructura la producción de la comida rápida, ya que se maneja a través de modelos y procesos estandarizados.”

Para Velázquez Jiménez, más allá de las políticas públicas, de las reformas educativas y de los nuevos modelos que se implantan periódicamente en el país, investigaciones recientes que se desarrollan en el ILCE han puesto en el centro de atención otras formas de aprendizaje no escolarizado, que señalan nuevas rutas educativas basadas en formas de pensamiento alternativas, nuevas pedagogías e incorporación creativa de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).

Entre estas propuestas está la llamada “Aula investida”, la educación disruptiva, el movimiento Maker, el aprendizaje basado en videojuegos. Todas ellas, remarcó, toman en cuenta el potencial de las herramientas tecnológicas para expandir las posibilidades de conocer y actuar sobre la realidad para transformarla.

“Pero es claro que se trata de aprender con tecnologías y no de aprender las tecnologías. El propósito último está en optimizar las capacidades de las personas como tales y no en ser mejor usuario de las novedades tecnológicas. Recordemos que la teoría científica más genial y revolucionaria del siglo XX y de todos los tiempos, la de la relatividad de Albert Einstein, fue pensada y postulada sin computadoras.”

El conferencista se pronunció por la transformación del aula en un entorno digital de aprendizaje y dio ejemplos de los alcances insospechados de la mediación de la tecnología en experiencias de aprendizaje.

El ponente estuvo acompañado por Patricia Cabrera Muñoz, jefa de la Unidad de Proyectos Educativos del ILCE, quien dio pormenores de los servicios que esta entidad ofrece.

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