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Enseñanza matemática debe dirigirse hacia objetos, no a conceptos

  • Martha Isabel Fandiño impartió conferencia en el 10º Encuentro Internacional sobre la Enseñanza del Cálculo, Ciencias y Matemáticas, realizado en la Universidad Veracruzana 

Martha Isabel Fandiño, docente de la Universidad de Bolonia, habló sobre la formación de los profesores de matemática

David Sandoval Rodríguez 

30/09/2019, Xalapa, Ver.- Profesores de matemáticas, tanto en Italia como en Colombia, enseñan con base en conceptos y no en objetos matemáticos, enfocándose más en el lenguaje que en la comprensión de la matemática, planteó Martha Isabel Fandiño Pinilla, docente de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas de Bogotá, Colombia, y del Departamento de Matemática de la Universidad de Bolonia, Italia. 

La académica participó en el 10º Encuentro Internacional sobre la Enseñanza del Cálculo, Ciencias y Matemáticas (EICAL10), cuya sede fue la Universidad Veracruzana (UV). 

“En seis años de primaria el niño pasa todos los días haciendo adiciones, sustracciones, multiplicaciones, divisiones, operaciones con fracciones. ¿Díganme ustedes cuándo, fuera de la escuela, tuvieron que hacer una adición de cuatro sumandos con cinco cifras cada uno? ¿Por qué tuvimos que martirizar a los niños haciendo estas cosas? Y ahora que salen, en el mundo no es aplicable”, preguntó a los asistentes al auditorio de la Facultad de Contaduría y Administración. 

En su ponencia titulada “Algunos componentes del aprendizaje de la matemática y sus específicas formas de evaluación”, expuso los resultados de una investigación en curso solicitada por el Ministerio de Educación Pública del gobierno italiano al grupo de Didáctica de la Matemática de la Universidad de Bolonia, para analizar la organización de las actividades de los profesores con la finalidad de evaluar el conocimiento matemático desde nivel básico hasta el nivel superior. 

Fandiño Pinilla reconoció que evaluar el conocimiento matemático es una actividad sumamente compleja y crea mucha sensibilidad entre los docentes, “como que los profesores no la aceptan tan fácilmente, sobre todo en mi campo que tiene una tradición, digamos, de autonomía y no permiten mucho que alguien externo vaya a evaluarlos”. 

Los investigadores acudieron a las aulas a evaluar cómo un profesor de matemáticas organiza su actividad y se percataron que “desde preescolar hasta universidad, los docentes tienen en mente que sus estudiantes aprendan de una manera explícita conceptos, pero siempre se llega a los mismos puntos”. 

Precisó: “nos dimos cuenta que no eran conscientes de la actividad que llevaban a cabo, mezclaban los objetivos; constatamos que un profesor está pendiente de que sus alumnos aprendan conceptos y nosotros en la investigación no hablamos de conceptos sino de objetos matemáticos”. 

Los profesores realizan actividades como resolver problemas, aunque la palabra “problema” no está bien interpretada, para ellos un problema es similar a un cuento, pero en realidad el objetivo, como problema, no es muy claro. 

En este sentido, detalló que si bien la matemática tiene un lenguaje, no es un lenguaje como el que utilizamos para comunicarnos, “con la matemática no puedo comunicar todos los aspectos, tengo que aprender primero un idioma y tratar, en ese idioma, de dar definiciones, hacer una demostración y una argumentación”. 

Ejemplificó esta brecha entre ambos lenguajes con la enseñanza del número Pi, comentando que se utiliza para que los niños calculen el área de un círculo o la longitud de una circunferencia. 

Ahí es donde aparece el número Pi, que siendo un número irracional, por necesidad de la actividad se convierte en un número racional; en Italia es 3.14 pero en Colombia es 3.1416, como si esas dos cifras más lo hicieran preciso. Transformamos la naturaleza de este número y entonces, todo lo interesante que tienen los conjuntos se pierde porque lo que a nosotros nos interesa es el dato exacto”, refirió. 

Igualmente recalcó que los objetos matemáticos no se construyen en un periodo de tiempo y menos en un año escolar, se construyen durante todo el proceso escolar por lo cual solicitarle a un alumno que resuelva “un problema en 10 minutos o en lo que dura una clase es prácticamente imposible”. 

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