Entrevista

Trabajo periodístico, crucial para recuperar la memoria: Luis Chaparro

  • “Hay personas a las que nos toca hacer algo más y muchas veces es el caso propio: cómo viviste todo eso, a quiénes perdiste, qué les pasó y qué te pasó a ti”, afirmó el periodista

 

Luis Chaparro, periodista independiente, durante su participación en el IV Coloquio Internacional Discurso(s) en Frontera(s) de la UV

 

David Sandoval Rodríguez

 

01/12/2017, Xalapa, Ver.- La violencia es un tema presente en nuestro país y a través de su registro se puede evitar el olvido; en este punto, periodistas como Luis Chaparro, oriundo de Ciudad Juárez, Chihuahua, subrayan la importancia de contribuir a la memoria colectiva respetando en primera instancia las emociones y los recuerdos de las víctimas.

El periodista que ha publicado en Vice, Proceso, Sinembargo.mx, agencia EFE y El Diario de Chihuahua, estuvo en la Universidad Veracruzana (UV) como parte del IV Coloquio Internacional Discurso(s) en Frontera(s) organizado por el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales (IIH-S) y Facultad de Letras Españolas y posteriormente ofreció una entrevista para Universo.

En su participación mencionó que México es en realidad un narco estado, pero que en cada lugar tiene componentes distintos. ¿Cuáles serían esos componentes en Veracruz?

Creo que Veracruz, como Chihuahua, tiene un narco estado, no hay manera de llamarlo de otra manera porque en el mejor de los casos, el Estado no puede controlar al narco, y en el peor de los casos el narco es el que controla el Estado.

Los componentes son distintos, es decir, no es la misma historia. Veracruz tiene una memoria más arraigada, tiene raíces, aquí se ha hecho historia y la gente recuerda la historia, porque la gente sabe cuáles son sus raíces, como en muchas otras ciudades en México.

Pero en Juárez, al ser una ciudad de paso, la memoria se va parchando por nuevas memorias, hay una memoria encima de otra; entonces, una generación honra un recuerdo o le vale madres la memoria de hace 10 años, son muchas memorias, una sobre otra. En Veracruz tienen la ventaja de decir de dónde venimos y qué fue lo que pasó; pueden saber un poco más acerca de lo que van a hacer, quiénes son los actores principales; decidir quiénes son los buenos y los malos y sobre dónde están parados.

En Juárez es un poco más complejo porque parece que nuestra historia empezó ayer, y luego al siguiente día vuelve a pasar lo mismo, porque no hay una memoria fija, hay una memoria como de plastilina, dura un rato y luego se deforma otra vez.

¿Cómo escribes eso? Justo el trabajo del periodista se vuelve crucial en Ciudad Juárez porque tratas de dejar un molde, y si la memoria sigue cambiando debes contar lo que pasó, pero hay que contarlo bien, con las palabras correctas, y hay que investigar bien y tomarse el tiempo y en momentos de inmediatez –como está pidiendo el medio– ese molde no persiste. Entonces, uno se tiene que tomar el tiempo, poner de su dinero, de su riesgo, su mente y su corazón para dejar un molde bien hecho, que se va a quedar como parte de la memoria, es como tratar de ir dejando cachitos, las migajas, para saber de dónde uno viene.

¿Considera entonces que el hecho de que Ciudad Juárez sea una ciudad de paso impide que se le dé un seguimiento formal a la violencia?

Más que perderse, se fragmenta. Por ejemplo: tienes a la familia que perdió una niña que fue secuestrada y encontraron un resto y la mamá quiere creer que es su hija, luego tienes encima al vecino que perdió a su esposa en un tiroteo y son dos cosas distintas, en dos planos diferentes de realidad y que parecen planos geográficos distintos.

Entonces, parece que la lucha de unos y de otros es diferente, parece que no es la misma ciudad y parece que no es la misma situación de niños huérfanos por la violencia y la del soldado al que le mataron a un amigo que no es de Juárez, pero murió ahí porque tenía que ir a la “guerra” contra el narco.

Son muchas realidades, todas fragmentadas. La pregunta es a cuál de todas hay que darles seguimiento porque son un chingo, y se van apilando. Además, sabemos que México es un lugar con mucha impunidad y también con demasiados muertos, entonces cada investigador tiene en su archivo 100 casos–en el mejor de los casos– que tiene que investigar y se le acumulan otros 100 y así sigue.

Esta percepción de que las cosas mejoraron en Juárez tiene que ver con estadísticas, es un truco porque antes del periodo álgido que inició en 2010, teníamos dos o tres muertos en promedio al día, que ya son muchos para una ciudad de 1.4 millones de habitantes, y para 2010 eran casi 13, era exagerado tener 13 personas asesinadas en un día.

Cuando esa estadística baja a dos, decimos que ya se mejoró pero no es así, dos víctimas siguen siendo muchos.

Lo que provocó la guerra contra el narco fue un parteaguas, nos medimos antes de la narcoguerra y después de la narcoguerra en 2010.

En 2012, la estadística decía que estábamos bajando pero aún es elevada, el año pasado estábamos como en 2007, que apenas iniciaba el problema.

¿Entonces los porcentajes no son constantes?

Exacto, y no creo que sea coincidencia que fluctúen conforme a qué partido político está rigiendo el estado.

¿Cómo podemos rescatar la memoria de todos los casos que ocurren día con día?

Pienso que es importante la hemeroteca, porque deja un registro, aunque pequeño y breve, pero pienso que hay personas a las que nos toca hacer algo más, quizá no para todos los casos, porque no puedes escribir de todos al mismo tiempo, pero tomas un caso que te parece emblemático porque reúne ciertos elementos para poder guardar historia y muchas veces es el caso propio: cómo viviste todo eso, a quiénes perdiste, qué les pasó y qué te pasó a ti.

Mencionó que la inmediatez informativa le resta calidad tanto a la memoria como al trabajo periodístico…

Sí, el problema de la calidad no es un asunto técnico que nos sirve a los periodistas para decidir si existe calidad o no en el trabajo periodístico, sino que justamente es parte de la memoria de tu pueblo, de tu ciudad o tu país, que si no la registras, un día tus nietos van a mirar hacia atrás y no habrá pasado nada.

¿Cree que uno se acostumbra a vivir en la violencia?

Creo que sí, somos consecuencia de nuestro entorno, ésos son los recuerdos que se van creando; por ejemplo, en Juárez hay una memoria geográfica porque ubicas edificios que eran espacio de ocio, pero recuerdas también que mataron a alguien ahí y ya los cerraron, entonces se te empañó la memoria, se empalmó un recuerdo con el otro, tienes recuerdos muy chingones con los amigos y luego… ya se te manchó con el asesinato que ocurrió ahí.

Así está Juárez, hay recuerdos como luminosos –como anuncios de neón– y otros con dolor, por lo que la memoria geográfica es muy fuerte y es importante rescatarla pues conforme pasan los años los edificios se derrumban y se construye algo nuevo pero no se rescató nada.

Por ejemplo, en el campo algodonero donde encontraron a muchas mujeres muertas, hicieron un memorial pero luego lo rodearon de un hotel, de una avenida principal, y pusieron una barda para que no se viera desde la avenida; entonces, esa memoria terminó escondida, como en un rincón, y antes era un lote baldío en el que sabías que habían encontrado a varias mujeres.

Para construir la memoria en situaciones como ésta, mencionó que los periodistas deben trabajar con una metodología, ¿podría explicarlo?

Como periodista vas con personas que perdieron a alguien en un evento traumático y están vulnerables justo a la memoria, o sea que sus recuerdos están en carne viva y entonces tú lo necesitas para dejar constancia de su testimonio, pero ¿cómo le haces para no ser tan rapaz y pedir detalles para hacer la nota y contar la historia? Para dejar un registro necesitas contar detalles y saber qué pasó, cómo sucedió.

¿Cómo le haces para no dejar a la persona hablando con la carne abierta? Nosotros hablamos de la re-traumatización y re-victimización porque al contar su experiencia comienzan a vivirla de nuevo, entonces no puedes dejarlos así. Muchos comunicadores tienen una aproximación que tampoco es sana, que te insensibilices tampoco es sano, tampoco lo es aproximarte tanto, tiene que haber un cierre y tratar de dejar a la persona donde estaba antes de que te contara todo eso.

Lo que me funciona es crear un diálogo, en el caso de los migrantes, puede ser hablar con uno, por ejemplo, mientras los demás están escuchando y se incluyen porque también quieren contar algo, entonces se vuelve algo en dos sentidos.

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