Cultura

Culto a la eficacia somete a bailarines contemporáneos: Rocío Luna 

 

  • Rocío del Carmen Luna Urdabay, investigadora en danza contemporánea, expresó que se les exige entrenar sin descanso y un compromiso total con horarios completos 

 

En el contexto actual, la capacidad para trabajar en múltiples tareas es valorada ampliamente en los bailarines

 

Carlos Hugo Hermida Rosales 

27/01/2022, Xalapa, Ver.- Rocío del Carmen Luna Urdabay, creadora e investigadora en danza contemporánea, dialogó el 25 de enero sobre los cambios y exigencias a los que se ven sometidos los bailarines en las últimas décadas, dentro del 1er Foro Internacional de Pedagogía de las Artes realizado por la Facultad de Danza de la Universidad Veracruzana (UV). 

Al impartir la conferencia “Contra la licuefacción de las corporalidades, abordajes pedagógicos transdisciplinares para la danza”, mencionó que desde la década de 1990 los bailarines profesionales pasaron de tener “cuerpos sólidos” a una etapa en la que se les exige poseer “cuerpos líquidos”. 

Anterior a la década citada, los profesionales de la danza se encontraban adscritos a compañías o escuelas, eran leales al proyecto de éstas y se definían por la poética de la agrupación; su entrenamiento era colectivo y correspondía con el modelo corporal de la técnica o el grupo al que pertenecían. 

En el contexto actual, la mayoría trabaja en proyectos de cortos periodos de tiempo, poseen un entrenamiento individualizado y complementan su formación en academias o a través de cursos; su eficacia y capacidad para laborar en múltiples tareas es valorada ampliamente.  

Su aspecto no posee una gran relevancia, ya que lo importante es la capacidad de respuesta efectiva a las demandas específicas del proyecto en el que participan. 

Rocío Luna declaró que la licuefacción –en alusión al fenómeno en el que los suelos pierden su firmeza– diluye la identidad artística del bailarín contemporáneo y lo convierte en un modelo ideal de transitoriedad al que se le exige todo el tiempo.  

Además, se le somete a un culto a la eficacia, que conlleva autoescrutinio, autorreproche y autodesaprobación perpetuos que permean en su quehacer artístico.  

En términos educativos en materia de danza, las academias tienden a unificar competencias con el objetivo de que las habilidades de los bailarines sean válidas en cualquier parte del mundo, pero con esta política se pierde de vista el territorio geográfico, cultural y corporal, y se olvida que cada cuerpo es distinto y cuenta con capacidades únicas.  

Este contexto ocasiona que los estudiantes de esta disciplina artística se flagelen por voluntad propia, ya que se preparan para incursionar en un entorno que les pide poderes sobrehumanos para realizar entrenamientos sin descanso, y un compromiso total con horarios completos. 

La investigadora citó al sociólogo Zygmunt Bauman al mencionar que “Ser moderno significa estar eternamente un paso adelante de uno mismo, en estado de constante transgresión, y tener una identidad que sólo existe en tanto proyecto inacabado”.  

 

Rocío del Carmen Luna Urdabay

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