Ciencia

UV cuenta con un vasto trabajo en materia de cambio climático 

 

  • Aseguró Carolina Andrea Ochoa, académica del Centro de Ciencias de la Tierra 

 

Es necesario trabajar en una cultura del conocimiento climático, dijo la académica de la UV

 

Karina de la Paz Reyes Díaz 

03/12/2021, Xalapa, Ver.- Carolina Andrea Ochoa Martínez, investigadora del Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana (UV), destacó el trabajo que desde la institución se ha desarrollado en materia de cambio climático. 

Enfatizó el papel de la Licenciatura en Ciencias Atmosféricas como colaboradora activa del primer Programa Veracruzano ante el Cambio Climático y la Ley General de Cambio Climático; el Programa de Estudios de Cambio Climático de la propia institución –donde la comunidad académica de todas las áreas que trabaja temas relacionados o concernientes compila sus informes, estudios e investigaciones–, por citar algunos. 

Además, recientemente inició la Maestría en Ciencias de la Tierra, cuya coordinación está a su cargo, y entre sus líneas de investigación está una centrada en cuestiones de hidroclimatología, donde se estudia principalmente el cambio y la variabilidad climática –cabe decir que en febrero de 2022 se abrirá una convocatoria para conformar la segunda generación de este posgrado. 

“Nos vendían el cambio climático como algo muy a futuro, sin embargo, los impactos ya se han estado presentando. Es una cuestión que ya está presente y a la cual nos hemos ido adaptando y no le estamos prestando la atención necesaria.” 

La investigadora impartió la introducción al curso “Educación y comunicación sobre la crisis climática ante la vulnerabilidad de la vida cotidiana”, uno de los 10 que a la fecha desarrolla la Escuela Complutense Latinoamericana en colaboración con la UV, y cuya sede es la Facultad de Derecho de la región Xalapa. 

En el curso explicó las bases físicas del cambio climático, específicamente conceptos de tiempo, clima y variabilidad climática; el sistema climático, sus componentes e interacciones; la historia y evolución del clima terrestre; los principales modos de variabilidad climática; generalidades sobre los modelos climáticos globales; cambios climáticos naturales y más. 

En su opinión, es necesario trabajar en una cultura del conocimiento climático, pues entre mayor información se tiene se es más capaz de percibir cuestiones a las que probablemente, por desconocimiento, nos hemos adaptado. 

Por ejemplo, distinguir el manejo de conceptos básicos de la cultura climática: el tiempo meteorológico y el clima, el cambio climático y calentamiento global, por citar sólo dos. 

Además, a propósito de cultivar una cultura del conocimiento climático, sugirió a la sociedad que ante una emergencia de variabilidad climática consulte las fuentes oficiales pues Veracruz “es pionero” en la materia, como muestra está el Centro de Estudios y Pronósticos Meteorológicos de la Secretaría de Protección Civil del Estado. 

Explicó que las acciones que hoy se tomen para atender los efectos negativos del cambio climático se verán reflejadas en décadas posteriores. 

Ejemplo de ello es que el dióxido de carbono (CO2), que es solamente uno de los gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera, queda suspendido entre 50 y 200 años. 

“La modulación o interfaz del tiempo de respuesta del propio sistema climático tenderá a regularizarse en un largo plazo y probablemente –según las acciones o estrategias de adaptación y mitigación que se emprenden a nivel global– en algún punto lejano tenderá a disminuir, como los procesos naturales de calentamiento y enfriamiento que ha tenido la historia del planeta.” 

De acuerdo con sus planteamientos, se trata de una problemática compleja que se relaciona con la economía, el desarrollo de las naciones, la educación, el cambio de los estilos de vida, por citar algunos puntos. 

Si bien en algunos casos hay voluntad política, faltan instrumentos que regulen iniciativas internacionales, como el Acuerdo de París, firmado por 197 países el 12 de diciembre de 2015. 

El objeto de éste es reducir las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y evitar el aumento global de la temperatura en el presente siglo a dos grados Celsius, así como limitar la subida todavía más, a 1.5 grados. 

“Sí, todos nos apalabramos, como en París, pero ¿quién nos dice que no estamos haciendo la tarea? Eso es lo que falta: la evaluación de todos los acuerdos internacionales, para ver quién cumple y quién no, y qué repercusión tendrá el no cumplir”, opinó la académica.