Ciencia

Bioseguridad previene riesgos a profesionales de la odontología

  • La académica Araceli Salazar abordó la importancia de prevenir y protegerse ante exposición de tipo biológico, químico y físico 

 

La académica dio una vasta explicación legal sobre la bioseguridad en México

 

“Todo mundo tiene miedo al VIH, pero la probabilidad de contagio en el consultorio es muy baja, por la labilidad del virus. Sin embargo, la hepatitis C tiene un promedio de vida de hasta seis meses, por eso es importante un control adecuado”

 

Karina de la Paz Reyes Díaz 

11/02/2022, Xalapa, Ver.-  Araceli Salazar Espinoza, maestra en Ciencias Odontológicas y especialista en rehabilitación bucal, impartió la charla “Bioseguridad en odontología”, como parte de la jornada académica virtual que la Facultad de Odontología de la Universidad Veracruzana (UV) desarrolló el 10 de febrero, a propósito del Día del Dentista. 

Destacó que, durante su labor, un especialista en odontología corre el riesgo de padecer una exposición percutánea –que pasa a través de la piel– con sangre contaminada del paciente y contraer hepatitis B, C o el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Esto es sólo una muestra de la importancia que tiene el seguir protocolos de bioseguridad, afirmó. 

La también académica de la Facultad explicó que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), la bioseguridad es un conjunto de normas y medidas para proteger la salud de los profesionales de la odontología, de los pacientes y del ambiente frente a los riesgos biológicos, químicos y físicos a los que están expuestos. 

Para ella, el acto odontológico debe regularse por principios éticos, legales y científicos. En cuanto al segundo, profundizó en los artículos 4, 5 y 89 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. 

El Artículo 5 da cuenta de la Ley General de Salud –que contempla reglamentos, normas técnicas y oficiales, cartas de derechos, códigos de ética y de bioética. 

Tales normas son dirigidas por dos instituciones: La Secretaría de Salud a nivel federal y la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), que a su vez responden a organismos internacionales como la Asociación Dental Americana, el Centro de Control y Prevención de Enfermedades Infecciosas, la Administración de la Salud y Seguridad Ocupacional, agencias de protección ambiental, entre otras. 

La académica también enlistó las normas que deben regir los consultorios dentales: la Norma Mexicana (NOM) 004 “Del expediente clínico”; la NOM 005 “Que establece los requisitos mínimos de infraestructura y equipamiento de establecimientos para la atención médica de pacientes ambulatorios”; la NOM 010 “Para la prevención y el control de la infección por VIH”, por citar tres. 

Luego de ese preámbulo, planteó la interrogante: “¿Quién de nosotros –que tenemos un consultorio y realizamos una práctica privada– está exento de pincharse en el proceso de recoger y lavar el instrumental?”. 

El instrumental que se utiliza en una práctica privada termina cargado biológicamente por bacterias y virus del paciente; “ahí es donde corremos riesgos de podernos contagiar”, planteó. Por ello la importancia de conocer y seguir las normas correspondientes. 

En caso de haberse pinchado: “La norma dice que debemos lavar inmediatamente el área afectada, hacer una presión, limpiarnos, desinfectarnos, secarnos y hacernos una prueba de control para VIH y hepatitis”. 

La prueba sanguínea de VIH debe realizarse nuevamente a los tres, seis y 12 meses, para validar que no hubo contagio, añadió la conferencista. 

“Todo mundo tiene miedo al VIH, pero la probabilidad de contagio en el consultorio es muy baja, por la labilidad del virus. Sin embargo, la hepatitis C tiene un promedio de vida de hasta seis meses, por eso es importante un control adecuado entre la atención a cada paciente, lo cual evitará una contaminación cruzada, tanto para nosotros como para ellos.” 

Es más, quienes están más expuestos al contagio de hepatitis son los cirujanos maxilofaciales, después los protesistas, higienistas, dentistas generales, laboratoristas y asistentes. Por ello, detalló la NOM 013 “Para la prevención y control de enfermedades bucales” y la NOM 004 “Del expediente clínico”. 

Planteó tres principios de bioseguridad: universalidad, en referencia a que todo paciente es potencialmente patógeno; uso de barreras de protección e inmunización; y medios de eliminación de material contaminado. 

A propósito de ello, dio una explicación minuciosa sobre los cubreboca o mascarillas y cuáles cumplen con la NOM 013; incluso, habló del lavado de manos, uso adecuado de guantes, uniformes y calzado apropiado, así como del transporte seguro del instrumental odontológico para su desinfección. 

Además, expuso cómo en el laboratorio dental de la Facultad de Odontología siguen las normas descritas. 

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