Lo que pronto se va

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Es muy probable que el primer cassette que comprara siendo estudiante de secundaria o bachillerato, haya sido uno de José María Napoleón, cantautor a quien considero el primer ídolo que llegué a admirar en aquellos años cuando los grupos intelectuales de izquierda despotricaban contra la música pop, sin llegar a imaginar que 40 años después, llegaría el reggaeton y todo lo que hemos escuchado con esta propuesta musical.

Desde aquellos años, me aficioné a la adquisición de música, primero en aquel formato analógico que reproducía en una hermosa grabadora Fisher que tenía 4 bandas de radio y un sonido estereofónico espectacular. Después vendrían los acetatos que reproducía en el viejo tocadiscos de mis padres y que -por cierto-, hoy se han vuelto a poner de moda. O bien lo hacía en la consola de mi abuela Tema, la que alcanzaba casi metro y medio de largo.

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Ya en la universidad, aquel gusto por la música popular amplió sus horizontes y comencé a escuchar otro tipo de música, y con ello, el crecimiento de un acervo discográfico bastante envidiable. Hasta aquel día cuando, desde Holanda y de la mano de Yoshio (si mal no recuerdo y uno de los primero cantantes que el Covid-19 se llevó consigo), llegó el CD y con él la digitalización de la industria disquera.

Así que ni tardo ni perezoso, al poco tiempo me aficioné a la adquisición de un formato que, en sus inicios, era particularmente caro, pero -poco a poco- la oferta y la demanda hizo que disminuyeran sus precios; con ello, la salida del mercado de los discos de vinil. Esto terminó por dar la ocasión para deshacerse de todo lo viejo: mi reproductor de discos que para entonces ya tenía, así como una caja de huevo El Calvario llenas de discos, terminaron siendo regaladas o sacadas a la basura. Por supuesto, al cabo del tiempo y cuando la conciencia escaló lo suficiente, ha sido una de las pocas cosas de las que me he arrepentido haber hecho.

Total que llegados al 2022, y después de hacer una recién visita a esa de las pocas tiendas de discos que aún encuentra uno, tristemente me he dado por enterado que la crisis de la industria disquera frente a la oferta streaming, ya comienza a observar una significativo disminución del CD, por lo que la tristeza comenzó a embriagar mi ánimo ante la amenaza de su desaparición, por lo que debo comenzar a vislumbrar una orfandad, pues desde siempre, para mi ha sido primordial el enterarme de quienes participan en la producción de un disco, por lo que en lugar de andar rastreando esos datos, prefiero estén concentrados en un sólo lugar: los estuches de los CD, en especial cuando son ediciones especiales. Así las cosas.

De allí que ese día cuando recibí la edición conmemorativa de los 70 años de Ana Belén, una compilación de su trayectoria que puede sea una de las últimas adquisiciones que haga; por lo que he asumido la necesidad de mandar a reparar el reproductor que en algún cumpleaños Silvia y mis hijos me obsequiaran, para seguir disfrutando en él y hasta que se puede de una colección que atesoro tan igual que mis libros y películas.

Comentarios
  • Alma Vallejo
    2022-06-15 6:17 AM

    Mi padre trabajó para un gringo que le hacía los gabinetes de las consolas a Philips, por eso viajó a la Península de Yucatán y sureste cuando no eran centros turísticos, a comprar maderas finas.
    Yo que soy más antigua que tú, siempre fui fan del rock por mi hermano, dos años mayor, que murió hace 30 años en un accidente

  • Anónimo
    2022-05-25 5:41 PM

    Saludos Pedro

  • Pedro Octavio
    2022-05-25 5:28 PM

    Muy bien mi Genaro, la nostalgía por la música.
    Fuerte abrazo

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