La consulta y sus rasgos indignantes

Los 30 millones de votantes que se dijo se habían pronunciado para que Andrés Manuel López Obrador fuera el presidente de todos los mexicanos, supuso un acontecimiento histórico, por la cantidad de votantes a favor de su proyecto de nación. Y ni duda cabe que millones festejamos un cambio de régimen al confiar en un candidato que ofrecía encabezar un gobierno distante de aquellas fórmulas que habían caracterizado a los gobiernos emanados del PRI como del propio Acción Nacional. Y si bien no estuve en el país para las elecciones, si hubiese estado, habría votado por él.

Sin embargo, al cabo del tiempo y antes de lo que canta un gallo, la percepción favorable de una parte de sus votantes, comenzó a menguar, especialmente al ver el apremio con que impulsó e impuso un agenda encaminada a desmantelar lo que había, en aras de un proyecto más de intereses personales que propios de un gobernante con miras de estadista.

Desde el momento que se propuso que todas las mañanas tenía que subir a un tribuna pública para hablar de los logros de su gobierno, me pareció una desproporción que llegué a comentar con un amigo que ha andado del «tingo al tango» en partidos político, pero que hoy ha vuelto a las andadas de una supuesta izquierda que se dijo encabezaría AMLO; mi observación se centró en que eso terminaría por exhibirlo, pues no es extraño que una sobre exposición mediática, termina en el agostamiento de todo personaje, y más si este es público. Así que aquí estamos, con resultados más cercanos a lo que llegué a decir, que a lo que él consideraba sería una forma de ejercer el mandato, en términos de transparencia más democrática.

Hoy que estamos a unos días de una consulta que ni los teóricos más visionarios imaginaria como posible, si se ve que quien la convoca no es la ciudadanía ni la oposición, sino el propio gobierno, en especial quien lo encabeza, argumentando que es una herramienta propia de las sociedades democráticas y que por lo tanto, todos aquellos que se consideren democráticos y no estén de acuerdo con su gobierno, vayamos a las urnas para manifestar nuestra inconformidad, narrativa tramposa y reduccionista propia de quien se ha investido de quien no necesariamente es: alguien que respete la institucionalidad de la vida democrática y las instancia que la vigilan y promueven.

Apunto esto tras sorprenderme por el comentario que me ha hecho una colega investigadora, quien me preguntaba «si imaginaba en qué andaba en estos últimos días». Candido e ingenuo como suelo ser, le dije que seguro planeando la realización de alguna investigación o un artículo al que me podía invitar como coautor. ¡No, para nada», me respondió. Tras otros mensajes, terminó diciendo andaba «casa por casa» promocionando la consulta, pidiendo a la gente participar en este ejercicio; una actividad a la que -me dice- se le ha llamado Comisión institucional, cuyo objetivo es promover el voto a favor de AMLO.

Por supuesto que su indignación fue compartida, pues como señala que, a parte de resultar agotador, ha venido recibiendo insultos y expresiones machistas, sexistas, misóginas contra ella y sus compañeras con las que hace equipo. Al preguntar si se presentan como universitarias, me ha comentado que no, pues eso lo tienen prohibido, pero sí andan con gorra y playera, con la leyenda: «Me canso ganso que siga AMLO», en representación de una «Asociación civil».

Además de indignante y riesgoso, sin duda es un botón de muestra y confirma ese desprecio que ha manifestado el primer mandatario contra la comunidad científica y académica universitaria, pues siendo miembros del Sistema Nacional de Investigadores, académica de tiempo completo y funcionaria, lo que hoy hace en aras de la consulta, es un signo de estos tiempos y el poco respeto de sus superiores, quienes desde la clandestinidad ideológica o política, han puesto al servicio de una consulta amañada, los principio de un modelo democrático que debe centrarse en la dignidad de la persona, la responsabilidad comprometida, voluntaria y solidaridad ciudadana, pero nunca menospreciando la dignidad del otro.

En fin, es triste ver el deterioro y la falta de congruencia de un mandatario que sigue construyendo una narrativa que sólo convence a una comunidad de sentido, cada vez menor, pero aun obligada por un puñado de creencias que se objetivan en aquel que se ha erigido en una suerte de mesías, con una dosis de adoctrinamiento ideológico, otro puñado obligada por la desesperanza y, otras tantas, por un pensamiento ingenuo, que sigue cabalgando en plena tercera centuria. En tanto, el gobierno y su círculo cercano, incumpliendo con las leyes que, al tomar protesta, se dijo que cumplirían y harían cumplir. Vamos, lo que ha ocurrido este fin de semana con el secretario de gobierno y el de la guardia nacional, es el colmo. El pasado priísta, repta en las prácticas y hábitos de algunos funcionarios morenistas.

El punto de ebullición del desencuentro entre los seguidores de AMLO y aquellos que se han desencantado o desde el inicio tomaron distancia, podrá ser esa consulta, la que puede que también confirme el resquebrajamiento de una percepción que estuvo a tope, pero hoy paga por las inconsistencias e incongruencias que ha mostrado en ciertas decisiones tomadas el primer mandatario, montando un gobierno que hace de la confrontación y el desprecio por quien no piensa como él. ¡Ah!, y pensar que cuando se dieron los resultados muchos de mis colegas con quienes coincidí en un evento académico fuera del país, al manifestar su opinión de preocupación, les decía que esperáramos, que se tuviera confianza, que todo lo que se pudiera decir eras hipótesis. Pero lo justo, es reconocer que algunas de sus preocupaciones., se han venido cumplimiendo

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