La gestión del tiempo en la investigación y para la lectura

Hace algún tiempo leía el libro Cómo se hace una investigación  de Loraine Blaxter, Christina Hughes y Malcolm Tight (Gedisa 2000), en el que los autores parten del reconocimiento del vía crucis que suelen atravesar muchos investigadores en formación, experiencias muchas veces dolorosa que serían, sin duda, una de las razones para justificar el porqué la pertinencia y el propio diseño de una obra como la que ellos firman; a sabiendas que hay cientos de libros de metodología de la investigación en el mercado editorial académico.

Refiero la obra, porque hay un pasaje en el que destacan la importancia de saber administrar los tiempos como también definir estrategias para la consulta y revisión de obras especializadas; por lo que -entre otras habilidades a desarrollar quien aprende a investigar- está la gestión y administración del tiempo y la lectura como práctica de vida; algo que no siempre en el pregrado, incluso en el posgrado, un estudiante dimensiona o tiene claro.

Hoy lo recuerdo, porque en el marco de mis cursos que vengo impartiendo este periodo, he recordado la experiencia que tuve cuando decidí ingresar a la maestría en Comunicación que llegó a ofrecer la Universidad Veracruzana, donde en mi primera clase, el titular de la asignatura durante su primera hora , apoyado en el pizarrón, disertó sobre los tiempos que exigía un programa de posgrado como el que iniciamos.

A partir de sus consideraciones, fue desarrollando una compleja línea de tiempo, para terminar por sumar que las horas de las que tendríamos que disponer para darle calidad a nuestra formación, sumaban unas doce. Por supuesto que hubo quienes señalaron que era imposible pues se tenían otros compromisos, entre ellos ser madre o padre de familia. Con una ligera sonrisa dibujada en el rostro el maestro nos escuchó, para terminar diciendo que eso era un asunto que debíamos resolver nosotros, que él estaba allí para proyectar lo que nos esperaba y del porqué era importante saber administrar los tiempos.

Algo parecido ocurrió con nuestra siguiente maestra, quien llegó con una antología monumental para decirnos que ese era el material de lectura que trabajaríamos durante el mes que duraría su curso. Ya pueden imaginarse la cara de asombro de muchos de nosotros, pues al ver el volumen inmediatamente asumimos la dificultad que era dar lectura a esa cantidad de textos. Con aquella sonrisa irónica que la caracterizó durante las 4 semanas, como apunte nos respondió: «¿Querían estudiar una maestría? Bienvenidos, de esto se trata. De leer mucho y discutir otro tanto».

De entonces a la fecha, saber que en la investigación la lectura y la administración del tiempo son clave, es algo que suelo destacar entre mis estudiantes, especialmente de posgrado. Pues tal como lo reconocen Blaxter, Hughes y Tight en un libro que -por cierto- es muy caro pero para un servidor, imprescindible, saber leer y definir estrategias para ello, es clave, pero no siempre se tiene el tiempo para leer todo lo que se requiere y con la calidad que demanda un posgrado, por lo que las dos autoras y su colega, dedican un capítulo para hablar sobre la importancia de la lectura, pero también para dar una serie de tips que permitan a los investigadores en formación, definir sus propias estrategias para con ello trazar una hoja de ruta o agenda que oriente su proceso formativo en lo teórico y disciplinario.

Después de todo, como suelo decirle a los estudiantes, lo primero es saber reconocer de qué se está hecho, y con ello, aceptar las fortalezas como también las debilidades. Por lo tanto, en el terreno de la lectura, si reconocemos lo que se dice en la literatura hoy día, los estudiantes tienen como principal reto leer y comprender lo leído (algo que parece no resulta del todo fácil en estos tiempos), es importante visibilizar o problematizar sobre ella desde los propios cursos; después de todo, no deja de ser un acierto en el terreno de lo que a nivel institucional, hoy también se sugiere atender, como parte de los servicios que se le pueden otorgar a un estudiante en el posgrado. Aunque no se crea.

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