Si el método es el camino, entonces…

A mis estudiantes

¿… Las formas y maneras para trazarlo pueden ser tantas, como el oficio, la disciplina, la imaginación y el atrevimiento lo permitan?

Parto desde el título para dar pie a una pregunta que pretende conducir la reflexión que ahora comparto con ustedes. Esto después de la entrega que he compartido en este mismo espacio en días pasados. Y sí, puedo decir que desde mis estudios de maestría, entendí que era posible andar en el «filo de la navaja» cuando de esbozar, trazar la planeación de un objeto de estudio se trata. Digo esto, y no dejo de pensar en lo que han representado en ello, gente como Jorge González, Jesús Galindo y, en los primeros escarceos de aquella tesis, Ana Bertha Uribe, quienes a través de su experiencia y la forma en que hablaban del quehacer investigativo  (desde lo ontológico, epistemológico, teórico y metodológico, dirían los clásicos), me permitieron ampliar mis horizontes para repensar lo que era la investigación en términos formativos como en lo disciplinario y académico.

El sacudimiento de mis viejas creencia académicas aprehendidas por diversas vías, se cimbraron oportunamente desde sus cimientos para bien de lo que sería aquel primer trabajo de investigación en serio, pero sobre todo frente a lo que vendría después en el doctorado, incidiendo en mi práctica docente, donde las configuraciones didácticas desde las cuales, pienso, concibo, recreo y procuro mi enseñanza, se han venido alimentando desde distintas fuentes y frentes, donde la Sociología, la Antropología, la Filosofía, la Epistemología, la Educación y por supuesto la Comunicación, han favorecido un diálogo conciliador que deviene en horizontes problematizadores ricos en sus matices, posibilidades y miradas.

Por otro lado, tal como lo he reconocido antes, la literatura, las series de TV, el cine y la música forman parte de los medios a través de los cuales dispongo de mis sentidos para vivir la vida. Son recursos que han estado ahí, siempre para contribuir en el tipo de mediación a través del cual represento, recreo y verbalizo mi relación con el mundo. De tal suerte, que entre lo empírico y lo propiamente académico o teórico, hay un espacio para la observación, la experimentación, la confirmación, la recreación y la acumulación de inquietudes que hacen que, a diario, esboce y decida sobre la forma en que puedo trazar los caminos y sus formas para andarlo de cara a la planeación y diseño de algún proyecto, sea docente o propiamente investigativo.

En ese sentido, por ejemplo, cuando comienzo a intuir una problemática o fenómeno de interés, lo voy madurando sin apresuramientos, Dedico un tiempo a explorar en la posibilidades para irme acercando a él, primero desde la práctica cotidiana, para después indagar, explorar en algunas fuentes, preferentemente informales: videos, portales informativos, blogs académicos, programas de TV. Después abro una etiqueta en el Google Scholar u otras plataforma académicas para que, desde ese momento, me facilite la búsqueda de información vinculada al tópico de interés. A continuación, voy descubriendo y situando el campo de conocimiento y las disciplinas desde los cuáles debo ir pensando, describiendo, problematizando el objeto de interés. Junto a esto, exploro en las librerías físicas y ahora cada vez más en línea, para buscar y adquirir aquella literatura que me permita profundizar en el entendimiento disciplinario del objeto.

Al respecto de esto, debo decir que suelo ser de la vieja guardia, y a diferencia de lo que pueden pensar muchos colegas, no considero sean siempre los artículos la vía mejor para acceder a información o conocimiento, después de todo -de un tiempo a esta fecha- vengo reconocimiento que, a diferencia de lo que ocurre en las ciencias exactas o naturales, donde los artículos son claves para tomar el pulso de lo que se discute y construye en esos campos de conocimiento, donde -incluso- ha habido textos publicados en revistas que han sido un hito, que han marcado una ruptura en la ciencia, hasta ahora, en las humanidades y en las ciencias sociales, no he encontrado muchos de ese tamaño. Mas bien suelen ser más bien los libros, y de ellos, tenemos muchos ejemplos. Así que para bien mío y la forma en que entiendo el papel de la literatura especializada en mi trabajo académico, los libros seguirán siendo fundamentales.

Con todo lo dicho, puede decirse que en mi práctica profesional, académica e investigativa, los caminos que suelen conducir a hacer clic con las problemáticas o fenómeno de interés, pueden tomar senderos, atajos, que suelen llevar al puerto que quiero  alcanzar; y aun cuando en algunas ocasiones puedo andar a la deriva en esta búsqueda y aventura, hasta ahora, siempre termino por desembarcar en un puerto, aquel que desde la lejanía comencé a vislumbrar algún día, pese a las tempestades propias de la incertidumbre docente e investigativa.

Y sí, si el método es un camino, hay que saber de qué acompañarse para emprender la empresa y -más o menos- tener la certeza de cómo y por donde hacer las apuestas que nos conduzcan, sean pedagógicas o investigativas o personales, incluso.