En los entretelones de lo pedagógico, el método y sus posibilidades

Mientras daba inicio a la nueva novela de Javier Marías,  Tomás Levinson (Alfaguara, 2021), en la que da continuidad a la historia que iniciara con su Bertha Islas (Alfaguara, 2017), poco a poco me fui dando cuenta de lo interesante que, desde mi entender, definía una suerte de método para contextualizar lo motivos que conducen al hilo argumental de su trama: un ejercicio de reflexión mesurada en torno al asesinato, sus motivaciones y sus protagonistas.

Y es que tras un apunte sobre la forma en que fue educado para respetar y no violentar a las mujeres, Tomás Levinson no deja de señalar algunos casos de asesinato de personajes históricos femeninos como serían las reinas Ana Bolena y María Antonieta; para después recuperar el pasaje de una película de Fritz Lang, en donde uno de sus personajes, tiene la oportunidad de asesinar a Hitler en un simple escarceo deportivo. A continuación, sus recuerdos lo llevan a un caso real,  en donde -una vez más- el destino le brinda la oportunidad a un hombre de carne y hueso de asesinar al Führer; sin embargo, tanto en la ficción como en la vida real, solo se quedó en una posibilidad. La historia de Adolfo Hitler, ya la conocemos.

Todo ello, le permite a Marías contextualizar la forma en que Levinson, ya investido de protagonismo, nos narre la forma en que, tras su retiro como agente al servicio del gobiernos inglés, lo vuelvan a incorporar para llevar a cabo una misión especial, la búsqueda, captura o potencial asesinato de una mujer que llegó a participar en algunos atentados de ETA.

En el contexto de estos devaneos novelísticos, tomé la decisión de descansar la lectura para bajar a ver un documental sobre la Alemania nazi, ese en donde un grupo de viejos germanos recuperan aquellos días cuando se sumaron al proyecto de exterminio judío y lucha contra todo aquello que sonara al Otro. Tras no encontrarla, me dispuse a colocar en mi lista de pendientes una serie de cintas que espero ver un día de estos, en el marco de la investigación de la que ya he hablado antes. En ello estaba, cuando me crucé con un documental francés titulado Las mujeres y el asesino (Achache & Tourancheau, 2021), disponible en la plataforma de Netflix.

Como suelo hacer, primero leí la sinopsis, para luego buscar el trailer y terminar por verla. Después de todo, me dije, sólo demoraba 1 hora con 32 minutos. Así, desde los primeros minutos quedé prendido de la historia, pero sobre todo de su manufactura narrativa. No solo porque sus protagonistas eran mujeres con distintos perfiles: la madre de una joven asesinada, la agente investigadora, la primera mujer del periodismo criminal en Francia, la abogada acusadora, además de la asistente del defensor que le pudieron al criminal. Sin dejar de mencionar, que sus directoras y guionista son mujeres. Esta última, Patricia Toruancheau, aquella periodista que dio cobertura al caso. Total que estaba ante un método de recreación apuntalado por decisiones estratégicas que benefician -según yo- a la obra.

Y no es que sea alguien que desconoce este tipo de historias, todo lo contrario, suelo ser amante del cine y la literatura policiaca, y ahora con el servicio de streaming, lo que siempre tengo en mi catálogo  por ver son series o miniseries de ese género, pero también documentales sobre casos criminales, donde he tenido ocasión de ver más de una película o serie sobre asesinos seriales, desapariciones o crímenes sin resolver. Ello por el interés que me despierta la forma en que cierto tipo de racionalidad conduce las pesquisas, tanto como la exploración que suelen hacer al perfil de los criminales.

Conforme avanzaba la historia, comencé a intuir lo oportuno que era su narrativa, pero sobre todo el ensamblaje de todo el material del que echaron mano sus realizadoras; lo que terminó por revelar en mí un entusiasmo pedagógico, ya que antes de la mitad, comencé a reconocer y esbozar la forma en que este documental puede contribuir como material en mis clases de metodología de la investigación, siendo que los tres elementos del llamado método científico se dejan entrever a la largo de la investigación desde la que se monta la trama: la observación, la experimentación y la demostración; donde la forma en que las pesquisas van dando con una evidencia empírica no concluyentes, que tienen que ser sometidas a comprobación a través de exámenes científicos de ADN o la contrastación de otros datos para confirmar alguna hipótesis, pero donde destaca el papel clave que, en diversos momentos, cobran las mujeres que asumen la voz del relato.

Hacia el final, tanto la abogada defensora como la acusadora, realizan un par de intervenciones que coronaron las expectativas que fui construyendo a lo largo de la cinta. Métodos como la intuición, la deducción, el hipotético-deductivo; el planteamiento de preguntas que orientan las pesquisas, de las hipótesis que tratan de confirmarse a cada momento, así como las estrategias de que se valen la agente investigadora, la abogada acusadora, como también quien defiende a Guy Georges, una vez que lo llevan a juicio, son de una potencia pedagógica, como no había visto en muchas otras series, donde la racionalidad indagatoria está presente, pero sobre todo la grandilocuencia de un espectáculo que suele centrarse en el criminal, antes que en el proceso seguido para dar con el asesino en serie. Como se llega a apuntar en la película, fue el primer caso de este tipo de asesinos y ante la falta de sistemas de información criminal vinculados a base de datos confiables, donde el ADN esté al servicio de las indagatoria, terminó por complejizar el proceso investigativo.

En fin, que ya para la siguiente entrega me daré ocasión de recuperar algunos de estos apunte, para sentarme a escribir sobre la forma en que este tipo de experiencias de lectura y televidencia, han dado pie a una forma «distinta» de entender lo pedagógico como la forma en que un método puede conducir hacia una investigación, desde el propio planteamiento del problema y los dispositivos del que puede valer quien pretende realizar un trabajo investitativo.

Hasta entonces.

 

 

Comentarios
  • Genaro Aguirre Aguilar
    2021-09-29 11:03 AM

    Gracias Lalo por tu comentario.
    Como bien destacas hay lo que puede ser materia prima para nuestra práctica pedagógica, en producciones como las que comentamos.

  • Eduardo Gabriel Barrios Pérez
    2021-09-28 7:38 PM

    Estimado Dr. Genaro, como siempre un gusto leerlo y seguir aprendiendo de su habilidad para identificar recursos que potencialmente pueden ser utilizados con fines pedagógicos. Le comentaba a través de un servicio de mensajería instantánea que he tenido ocasión de revisar esta serie y si bien pudo lograr sorprenderme a propósito de su narrativa, lo cierto es que hasta su entrada de blog la contextualicé como un recursos con potencia pedagógica, particularmente, como usted lo señala, por la forma en la que se construyen hipótesis de trabajo y se siguen directrices para hallar al agresor, homicida. Habrá que desarrollar este tipo de pensamiento pedagógico para traducir todo cuanto tenga a mi alrededor con fines educativos-didáctico. Espero su próxima entrada. Saludos.

    Le agradezco.

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