Ocio y memoria musical II

 

 

A mi hija Ximena,

quien a su 4 años ya coreaba al viejo Sabina con su:

 «¡Dónde que’s que vas…!», y hoy 

tararea la letras de BTS y TXT, representante del KPop

 

A punto de terminar la versión en borrador de la entrega anterior, Silvia me dijo que ya estaba listo el almuerzo, que ya podía pasar a la mesa. Así que cerré mi computadora y me dirigí al comedor. Cuando estuve frente a él, ví sobre la mesa una pizza que me recordó a La Cosa (aquella película de John Carpenter de principio de los 80 y que hace poco he vuelto a ver), por la forma. Algo que le comenté a mi esposa quien, con la certeza que suele tener su humor, presta me dijo que en esa familia sólo se hacían pizzas de autor, y eso también pasaba por la forma que tenían. Ambos sonreímos ante tal ocurrencia e ingenio para disculpar la constitución de ese platillo que ha pasado a formar parte de la cocina de la familia Aguirre Ramírez, en este momento de confinamiento. 

Minutos después nos dispusimos a degustar un menú complementado por una pasta al pesto, unos ravioles pasados por aceite de oliva y jitomates horneados, condimentados con ajo y finas hierbas. Para complementar aquella comida compramos un refresco embotellado y dispusimos de un vino tinto. Al tono de aquella tarde, hice una selección entre las playlist que he venido armando en las últimas semanas y a la que he llamado Personales y entrañables, compuesta por un puñado de cantantes de distintas épocas y géneros tan dispares que, sólo por la querencia que tengo con ellos, lo he hecho posible gracias al servicio de streaming que desde hace algunos años me ha ofrecido el Google Play en su plataforma Play music. Entiendo y reconozco que el sentido común tendría que llevar a preguntar por qué no Spotify, si es el servicio que casi todo mundo emplea. la respuesta es sencilla: lo tenía a la mano al ser usuario del Google, por lo que se me hizo muy fácil hacerme su de sus servicios. Es cierto, en algún momento lo quise hacer con Apple Store, pero no me acomodé, aunque suele usar el ITunes.

Sin duda alguna, en la historia de la Internet desde finales de los 90, la experiencia en el consumo musical dio un giro que impactó en la industria musical, donde el tipo de público consumidor dio un vuelco. En el blog Geeksroom, Héctor Russo al hacer un recuento de los 15 años de la músico On line, señala que 1998 Michael Merhej lanza un buscador de MP3 al que llamó The Borg Seach, lo que más tarde se transformaría en P2P, vinculado a un software llamado Audiogalaxy, para que un año después, Napster hiciera su aparición, y con ello el giro absoluto en una industria musical que le costaría mucho entender lo que también sería parte de un paradigma que cambiaría la propia industria del espectáculo. Pero como decía nuestra Lolo Navarro, esa también es otra historia.

Lo que tendríamos que destacar en el terreno propiamente familiar y personal, es lo que esto ha significado. Primero porque en Internet comenzamos a buscar viejas agrupaciones que recordábamos haber escuchado en nuestra infancia, adolescencia y juventud. Como debe ser, primero la que venía por línea paterna, donde la música bailable fue fundamental, aunque en aquellos años, la arritmia y vergüenza llevaba a preferir ver bailar a mi hermano Daniel que atreverme a dar algunos pasos en nuestras fiestas familiares. En eso y con los recuerdos, sigo admirando a mi señor padre. Las Estrellas de Fania, El Gran Combo, La Corporación Latina, fueron de los primeros grupos que buscamos. Lo que daría pie a una primera lista de canciones que hice en aquellos días cuando Silvia y Yo volvimos a nuestras clases de baile con Robertico.

Encarrerados para entonces, vendrían otras listas, como la de aquellos grupos que en los 70 y 80 hicieron de la suya, antes que la música de banda y la quebradita se subieran al escenario; por lo tanto, luego haría una con música de banda y norteña; del rock en español que sonó en los 80 y parte de los 90. Otra más a la que llamé Hechas para pensar y que suelo emplear en mis clases en la universidad. Una de carácter autobiográfico con puras del Sabina; más tarde una selección de Ismael Serrano con aquellas donde revisa mitos clásicos para darle un toque contemporáneo. Por supuesto que esto vino acompañado de la revisión de discos, algunos de los cuales terminé por registrar en mi audioteca personal.

Ya en pleno confinamiento, hablando con Silvia (quien emplea el Spotify), comenzamos a planear listas de canciones. Ellas con las que escuchó en su infancia y juventud, para que yo hiciera las mías: ella una a la que ha llamado Divas,  yo una de Mujeres y señoras de la canción. Silvia una de Música Pop donde ha sumado a Tarkan, Neck, Chayanne, Tiziano Ferro; yo una con Palito Ortega, José Luis Rodríguez, José Domingo, Elio Rocca. Mientras Silvia recuerda con aprecio algunas canciones de Karina, Selena o Sasha, yo lo hago con Dulce, Lupita D’alessio o Nydia Caro. Así, ella sumó a una lista a Magneto, OV7 y Timbiriche; yo lo hice con La Revolución de Emiliano Zapata, La Tropa Loca o Los Terrícolas. Total, que ahí andamos, zambullidos en la memoria y los recuerdos musicales para armar nuestras playlist.

Sí, efectivamente, somos de generaciones distintas y distantes, sin embargo hay un punto de coincidencia: reconocemos que la música popular forma parte de nuestro vida y el aprendizaje emocional. Entendemos y reconocemos que el reconocimiento a lo diverso, lo otro y diferente, pasa por dimensionar el lugar que cada una de las propuestas musicales ha jugado en alguna etapa de nuestras vidas; pero también por lo que le ha representado a nuestra familia extendida. Y así como hemos ido muchas veces a ver a Sabina, tuvimos ocasión de deleitarnos con Aute o ver al Serrat; también es cierto que hemos ido a disfrutar de las GranDiosas, tanto como cuando fuimos al recital del Divo de Linares Raphael, al concierto Napoleón, a la gira de despedida de José Luis Perales.

De tal suerte que, si algo hemos aprendido en nuestra vida como personas, como familia es a darle cabida a todo lo que sea capaz de hacernos disfrutar de aquellas esquinas del círculo, donde pequeñas cosas terminan por ser grandes, dependiendo de las circunstancias desde y en las cuales nos recreamos. Y eso nos importa mucho.

Por ello también bromeamos con Xime y Emilio, cuando ella les tararea «¡Yo quiero chupar y con la banda ir a tomar, Yo quiero cerveza, hasta que explote la cabeza!» de los Super Lamas,  o la del Nelson Kanzela, «Como se mata el gusano, el gusano se mata asi, se mata asi, se mata asi!», canciones que sin duda mi abuela Elda repudiaría por «corrientes», diría incluso; canciones que mi hija Xime no entiende el porqué le gusta a algunas personas, incluida a su madre. Y es que en esta «viña del señor», hay para todos los gustos, y nuestro gustos pasan por algunos matices alimentados por la cultura popular y el barrio bajo, como es mi caso, el mismo que dice Silvia me aflora de vez en cuando. Algo de lo que estoy orgulloso, como seguro muchos de mis familiares y en especial mi hermano Arturo y Daniel, ambos profesionistas a los que admiro. Ellos sí inteligentes, desde que tengo uso de razón.

Así pues que, al calor de aquellas pizzas no sólo gourmet sino de autor, volvimos a disfrutar de una atmósfera sonora que trajo añoranzas y memoria, después de todo un puñado de recuerdos que, como dice el maestro Joan Manuel Serrat, son: Un perfume frágil/ Que les acompaña/ Por toda la vida/ Y tatuado a fuego/ Llevan en la frente/ Un día cualquiera/ Un nombre corriente/ Con el que caminan/ Con paso doliente/ Arriba y abajo/ Húmedas aceras/ Canturreando siempre/ La misma canción.

Comentarios
  • Arturo Aguirre Aguilar
    2020-07-21 7:17 AM

    Puede ser que de lo cotidiano la música popular es lo que mejor significa la vida… ahí estamos todos o casi todos (parafraseando a Serrano) y todo también. Muchas gracias. Abrazo!

  • Adela
    2020-07-20 9:43 PM

    Ya sé que todo mundo lo sabe, me encantan tus remembranzas generosas y «transculturales» llevan por mucho a banda de música personal que traemos a diario en lo cotidiano. Gracias y muchas listas…

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