Cuatro novelas… Cuatro mujeres… Cuatro miradas sobre latinoamérica y el mundo

Dedicado con afecto y admiración a Adela y Magaly

 

 

Un par de semanas antes de entrar a la etapa de confinamiento provocado por el Covid-19, estaba terminando de leer la más reciente novela de Mario Vargas Llosa (Tiempos recios, Alfaguara, 2019) en la que vuelve a centrar su mirada documental e histórica en la recreación de un duro pasaje que vivió como resultado de un golpe militar en la Guatemala de los 50 cuando -como suele ser costumbre-, los norteamericanos a través de su Agencia Central de Inteligencia (la famosa CIA), meció la cuna para el derrocamiento del mandatario Juan Jacobo Árbenz, a quien acusaba de estar al servicio de la Unión Soviética; por lo que se valió de todo tipo de ardides y formas de conspiración para tumbarlo, incluida -como solía ser común en aquellos años- a la United Fruit Company, con participación y la venia del mismo Somoza de Nicaragua y Leónidas Trujillo de la Dominicana (a quien también ya dedicó una de sus novelas, por cierto).

Días después vendría el confinamiento y con ello el replanteamiento de nuestros días en familia. Además de las obligaciones laborales, escolares y académicas de las que he tenido ocasión de hablar en este mismo espacio, vino la ocasión para disfrutar de mis tiempos residuales, viendo y revisitando algunas películas, escuchando música y leyendo, leyendo mucho. Así llegó el momento en que mi dotación de libros sin leer se fue agotando y decidí hacer un encargo. Nunca imaginé que entre las novelas que adquirí, habría por lo menos 3, que se acercaban temática o históricamente a la obra del Premio Nobel peruano: Berta Isla  de Javier Marías (Alfaguara, 2018, 2a. reimpresión), La mujer habitada  de Gioconda Belli (Seix Barral, 2017, 1a impresión mexicana) y Demasiados héroes de Laura Restrepo (Alfaguara, 2016, 1a. edición en México).

Digo esto porque en las 3 novelas, desde el libre ejercicio creativo, quienes escriben recrean circunstancias, momentos históricos que tienen que ver con América Latina y aquellos años convulsos cuando las guerrillas se enfrentaban a gobiernos dictatoriales en aras de un sueño y otro mundo posible. Sea porque Mateo y su madre andan en busca de un padre ausente que luchó en  Argentina contra el gobierno del general Videla; porque metafóricamente Itzá, una indígena que luchó contra los invasores en Nicaragua encarna en Lavinia, una arquitecta de buena familia que termina por incorporarse a la guerrilla, o bien porque una mujer que depositó su futuro en un hombre al que termina por desconocer, va poco a poco descubriendo una oscura verdad: su marido trabaja para una de las agencias de inteligencia de una nación acostumbrada a conquistar o violentar con su poderío a otros países.

Además del hilo histórico y la trama que configuran estos autores, lo que me parece particularmente interesante en estas novelas, es el papel que juegan sus protagonistas, mujeres quienes al amparo de un mundo cargado de virilidad por lo que hay detrás de narrativas ligadas a lo bélico, van descubriéndose y auto confirmándose: Bertha Isla, Lavinia y Lorenza de una condición de acompañante en esas tramas de espías, guerrilleros, militares, clandestinidad y oscuridad,  de a poquito van construyendo un mundo donde la dignidad, la entereza y la fraternidad conforman un ramillete vital para enfrentar las dudas, los temores, las angustias, las tensiones propias de quienes tuvieron un vínculo afectivo, en un contexto histórico donde la vida podía ser nada, en medio o en las manos de formas de gobierno que hacían de la desaparición forzada y el silencio impuesto, un proyecto de sociedad sin libertades humanas. Sin dejar de mencionar que lo harán junto a sus hijos,

Gioconda Belli (El pergamino de la seducción, 2005; El infinito en la palma de la mano, 2008; La mujer habitada, 2010), con su estilo habitual, hace de lo femenino un punto de inflexión para narrar la historia de una arquitecta que poco a poco descubre la importancia de desprenderse del status quo desde el que venía construyendo su mundo. En medio de los temores propios de enfrentar lo desconocido y ligarse a desconocidos, vamos embriagándonos de una historia que se construye a dos voces en sentido tiempos históricos: aquel de Itzá y este de Lavinia.

Laura Restrepo (La Isla de la Pasión, 2005; La novia oscura (1999); Hot Sur (2013), hace de su personaje central, esa otra mujer a través de la cual ver y verse en aquel pasado que atrae desde su memoria, para domarlo y con ello permitirse narrarlo: por ello también su protagonista es mujer por partida doble: el que se inventó en sus años de guerrillera y este que tiene en el presente cuando desde Colombia viaja a Argentina en compañía de su hijo para redescubrir aquella que fue, frente a esta que es, mientras hace de la conversación con su hijo, la reconstrucción de la historia que la unió a un hombre del que no tiene noticias desde hace mucho tiempo. Hacer de la andanza y la visita a lugares, sitios que en su memoria siguen habitando, es reconocer que aquel mundo como su vida, han cambiado.

Javier Marías (El hombre sentimental, 1986; Mañana en la batalla piensa en mí, 1994, Tu rostro mañana 1998), si bien la trama original se desarrolla entre Inglaterra y España, el punto que la une a las otras novelas, es el papel que encarna su protagonista: Berta Isla. Tomás Nevinson y su habilidad para dominar otros idiomas, tanto como su capacidad para impostar la voz, independientemente del idioma, lo lleva a vivir una experiencia en la que se demuestra la vulnerabilidad humana cuando los servicios secretos de un país así lo decide. Colocarlo como principal sospechoso de un asesinato que él no cometió, lo obliga a ponerse al servicio de su majestad; mientras su mujer va observando el desdibujamiento del proyecto amoroso que la llevó a aceptar su propuesta de matrimonio. He aquí que a través de ella y la Guerra de las Malvinas, Latinoamérica aparece en la trama, para conocer una historia que se cuece a fuego lento desde la mirada de Berta Isla y el tacto que tiene para construir lo que puede ser la vida de un marido del que comienza a dudar si es el mismo con quien se casara: cuando el esposo está en casa la tiene segura, pero cuando regresa de un viaje, duda si es el que se fue a un lugar desconocido.

En dos de las tres novelas, el hombre, el esposo, está pero desde una marcada ausencia, favoreciendo la deconstrucción de un mundo que favorece la consolidación de una condición desde lo femenino, en medio de las apremiantes circunstancias a la que obliga lo clandestino y la impostura de una identidad inventada. En una, el hombre está en su condición de pareja, pero pronto deja de serlo cuando ya la protagonista ha pasado por los ritos de iniciación y confirma que está en condiciones para ser parte estratégica en los planes que tiene la guerrilla para tomar por asalto unos de sus objetivos principales. 

Por otro lado,  algo que me gustó de la novela de Vargas Llosa, en la segunda parte de la novela, es el tratamiento y el papel que termina por jugar la protagonista,  Martha Borrero Lama, Martita, personaje bañado de inventiva e inspirado en uno real ; esto por la recreación que hace del momento clave que la terminó por colocarla en la historia de aquel país, tras vivir una experiencia de sometimiento y violencia como mujer.

Con las licencias propias de la literatura, el autor traza situaciones, momentos, pasajes que permiten recrearse en la forma en que Carlos Alberto Castillo Armas, quien tras encabezar el golpe militar que tumbara a Árbenz y fuera auspiciado por la CIA, llega al gobierno en 1954  para luego ser asesinado en 1957, en la misma casa presidencial. Este truculento asesinato, en la novela se deja entrever que pudo haber sido ordenado Leónidas Trujillo. Verdad o ficción, eso lo dejamos para los especialistas, como simple mortal me pareció interesante como recurso y en el contexto de aquellos tiempos violento. 

Lo que igual puede suceder en el caso de Marta Borrero,  Miss Guatemala (como también se le conocía, aunque nunca participó en tal certamen), al jugar un papel protagónico en los entretelones de aquella trama, algo que el personaje real negó rotundamente, cuando Mario Vargas Llosa la entrevistó en Washington donde actualmente vive; aseveración que se acompaña de la certeza que ella tiene de que el agente de la CIA que urdió tal conspiración, no murió como se dijo, sino que sigue vivito y coleando, pues ella ha tenido ocasión de conversar con él. Incluso le asegura al escritor que -no tiene dudas- pronto la volverá a visitar. Un toque significativo en el Después que presenta el autor de Conversaciones en la Catedral (1969), es que Martita lo amenaza con emplear a sus abogados si descubre en la novela algo que no le parezca. 

Vaya pues estos apuntes sobre 3 novelas que en el confinamiento he tenido la ocasión de leer, las mismas que desde sus particularidades, me han dejado un buen sabor de boca. 

 

Comentarios
  • Adela
    2020-07-06 4:09 PM

    Gracias Estimado Genaro, buena reseña y recomendaciones, las tendré pendientes en los días por venir. Abrazos

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