Ningún novelista puede escapar a su propio temperamento. Y menos que nadie Norman Mailer, a quien la sombra de la desmesura lo persiguió hasta el día de su muerte como una bendición y un destino maldito. Quiso escribir la novela absoluta y en el camino produjo más de 40 libros de ficción, ensayo, biografía, piezas teatrales y, desde luego, periodismo.