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Nota: Experiencias significativas en los museos: entre lo presencial y lo virtual

💡 #InformaciónConCiencia Experiencias significativas en los museos: entre lo presencial y lo virtual

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Publicado por Oliva Noticias en Miércoles, 15 de septiembre de 2021

 

Los museos están cada vez más cerca del futuro. Son mucho más que lugares dedicados a la colocación y exhibición de colecciones y obras de arte. Tienen un importante papel en el acercamiento de la cultura a millones de personas.

Son ventanas que miran hacia épocas muy remotas, donde no existía más que una premonición de la humanidad. A través de estas ventanas podemos asomarnos a la vida de nuestros antepasados, a las maravillas del subsuelo, a las piezas de arte más increíblemente bellas, a los avances de la ciencia, al espacio exterior, a los cambios dentro de nuestro planeta, entre mucho, mucho más.

Después del primer recorrido por un museo, nadie es la misma persona que ingresó. Los museos nos transforman, inspiran, iluminan.  Dan testimonio de nuestra perseverancia como humanidad, y de lo mucho que apreciamos todo lo que está y estuvo en este planeta. Aunque a veces pareciera que no es así.

El primer museo conocido se inauguró en el siglo III a. C. en Alejandría en Egipto. A partir de esta fecha hasta el presente los museos se han trasformado y revolucionado muchas veces, aunque su esencia permanece: documentar la historia y mostrar nuestra necesidad de recolectar y preservar cosas durante mucho tiempo y compartirlas con otros para que se maravillen con nosotros.

Sin embargo, esa función de compartir se reservó el derecho de admisión durante mucho tiempo. Los primeros museos no eran tan accesibles para todos, como lo son hoy. Por lo general, eran lugares de reunión para las élites ricas y educadas. El deleite de apreciar las reliquias de nuestro mundo estuvo reservado, por mucho tiempo, para muy pocos.

Esos privilegiados grupos, tenían los recursos para viajar y adquirir piezas por todo el mundo. Estas piezas eran donadas o vendidas a los museos, en el mejor de los casos. Las formas en que se adquirían no siempre fueron justas o pacificas, por lo que en la actualidad muchas de esas piezas están regresando gradualmente a su lugar de origen.

Con el paso del tiempo, los museos se volvieron cada vez más accesibles. Ofreciendo a más personas la oportunidad de aprender y conocer de todo lo que contenían. Permitiendo la entrada a gente de ciencia para investigar aspectos más profundos de las piezas y colecciones.

Los museos más populares o conocidos siguen siendo edificios imponentes, de pisos brillantes y espacios lujosos, que recuerdan aquella época, pero las entradas ya no son tan costosas.

Recuerdo la primera vez que vi el Museo de Antropología de Xalapa nuestro querido MAX. Como estudiante foránea que había salido poco de su ciudad natal, tenía poca idea de qué contenía aquel enorme edificio rodeado de áreas verdes en perfecto mantenimiento. Por qué a mí, ya no me tocaron las cabezas olmecas exhibidas en el exterior.

Tardé unos meses en decidirme a entrar, vivía cerca, en una pensión y había ahorrado lo que creí necesario para pagar la entrada. Me limpié los pies al llegar y dije tímida, pero decididamente “quiero ver el museo”, me pidieron mi credencial de estudiante y recibí ¡un descuento! De cualquier forma, el costo general era solo una fracción de lo que me había imaginado. Entré a las 11 de la mañana y salí a las 5 de la tarde, hambrienta, cansada y totalmente asombrada.

Seguí visitando el MAX cada que podía, y un sábado descubrí, que los museos son más que una exposición. Había algo llamado Sábados en la Ciencia, un programa de divulgación e interacción científica coordinado en aquel entonces por el legendario Adalberto Fox, ¡Me enganchó!

Muchos años después, seguí visitando el MAX y a Sábados en la Ciencia, ahora de la mano de mi pequeña hija con quien quería compartir todas aquellas maravillosas historias detrás de cada pieza arqueológica y de cada charla científica. Pero lo que nunca me imaginé, es que uno años más tarde, formaría parte del equipo que se encarga de mantener viva la llama de la comunicación de la ciencia.

Aunque el MAX es el museo que más me encanta en este mundo, no es el único que ha logrado maravillarme hasta no querer salir de ahí. Nuestro país tiene espacios increíbles y no solo me estoy refiriendo a esos edificios majestuosos como el Palacio de Bellas Artes en Ciudad de México, el de Museo Leonora Carrington en San Luis Potosí, el Museo de la Evolución en Puebla o el Museo del Desierto en Saltillo.

De acuerdo con el informe del Instituto Latinoamericano de Museos y Parques del 2019, en México hay 1,789 espacios de este tipo. Solo nos supera Brasil, donde se pueden encontrar algunos más (2,447). Casi es nuestra misma situación que en el futbol.

Los museos mexicanos son tan diversos: los hay de minerales, del maíz, del mezcal, de momias, del café, de orquídeas, de fotografía, de laudería, religiosos y de ¡ciencia interactiva! por sólo mencionar unas cuantas categorías. Los hay de todos los tamaños y administraciones: universitarios, nacionales, estatales, municipales, escolares, privados y comunitarios.

Tan variados como los motivos para visitarlos. Con la pandemia, se hizo popular una nueva manera de hacerlo: a distancia. Esta modalidad ya existía antes, pero a partir de las nuevas necesidades, mejoró notablemente.

Para algunas personas, resultó en una excelente manera de ver objetos de lugares lejanos que no podrían visitar de otra forma y para otras, la forma de volver a sitios con recuerdos entrañables. Todos hemos disfrutado de la vista maravillosa de entrar a una sala de exposición por primera vez, y no es muy distinta a la de entrar de manera virtual desde nuestras casas, gracias al uso de nuevas tecnologías y a la modernización de formas de interacción.

¡Por supuesto que sería mejor estar ahí! Pero seamos realistas, no solo es la pandemia lo que nos lo impide, en la mayoría de los casos.

Incluso hay museos que ofrecen realidad virtual inmersiva, probablemente una de las tecnologías más atractivas y potencialmente efectivas para cumplir el fin último de la interacción. Pero sabemos que todavía es bastante infrecuente encontrar instalaciones inmersivas en los museos.

El uso de la tecnología de punta para hacer accesible la visita a museos remotos contiene aun muchos dilemas, algunos que tocan fibras muy sensibles. Como la poca capacidad de los museos pequeños o locales de mantener este tipo de infraestructura por si solos o de muchos de los ciudadanos para costearlos.

Azminda Meybelli Román Nieto, Licenciada en Antropología Histórica y Maestra en Antropología por la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana. Responsable de la Coordinación de Servicios Educativos del MAX y se ha especializado en el conocimiento de la función y misión de los museos.

Ella nos contó que la pandemia representa una oportunidad de crear experiencias significativas en el ámbito virtual sin dejar de lado lo presencial. Por lo que, cada persona que gusta de visitar museos tiene un papel clave para que los recintos museales sigan vigentes o dejen de existir.

¿Te interesa saber más? Entonces, acompáñanos el próximo martes 21 de septiembre a la charla “Experiencias significativas en los museos: entre lo presencial y lo virtual” donde la Mtra. Azminda nos contará más sobre los museos de nuestro país, como se están adaptado para brindarnos experiencias significativas y cómo podemos contribuir para que estos lugares se mantengan vivos.

Te esperamos en https://sabadosenlaciencia.webex.com/meet/tardesdeciencia a las cinco de la tarde. La charla será de acceso libre y dirigida a toda la familia. También puedes ver la transmisión en vivo en Facebook en @SabadosenlaCienciaXal

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Gladis Yañez y Rodrigo López de Sábados en la Ciencia de la Universidad Veracruzana.

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