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Ante
las incuestionables insuficiencias que la actividad científica
tiene en nuestro país, la divulgación de la ciencia
y la tecnología ha adquirido en los últimos años
una considerable importancia al ser un medio privilegiado para impulsar
el interés y la vocación entre los jóvenes
por aquéllas.
Así, por iniciativa de numerosos investigadores y académicos
que consideraron necesario dar a conocer los avances científicos
y tecnológicos de la actualidad, de una manera amena, llana
y precisa, y divulgar el pensamiento científico en beneficio
de la sociedad, la Universidad Veracruzana (UV) creó en 1988
la revista La Ciencia y el Hombre, durante el rectorado de Salvador
Valencia Carmona y siendo director general de Investigaciones José
Velasco Toro. La pretensión fue disponer de un órgano
que complementara en el campo de la ciencia lo que La Palabra y
el Hombre había hecho en el terreno de las humanidades durante
las tres décadas anteriores.
El primer director de la revista fue Marco Tulio Aguilera Garramuño,
quien tuvo esa responsabilidad hasta 1999, y el primer número
apareció en enero de 1988. Durante tres años se publicó
semestralmente, pero desde 1991, cada cuatro meses. A lo largo de
ese lapso, nuestra revista, un tanto a contrapelo de la intención
original de ser un órgano de divulgación, dio cabida
a valiosos artículos especializados, aunque muy heterogéneos,
por lo que en 1999 su Comité Editorial acordó rescatar
su propósito inicial y convertirla en un órgano de
divulgación científica y tecnológica –como
es hasta la fecha–, con lo cual logró aumentar considerablemente
su aceptación entre el público lector.
Congruentemente con este propósito, en el año 2000,
La Ciencia y el Hombre cambió su formato y las características
editoriales por decisión del Comité Editorial, para
estar en consonancia con la mayoría de las revistas de este
corte; además, desde entonces, se incluyeron ilustraciones
en sus 80 páginas, que enriquecieron de manera sustancial
su presentación y que permiten difundir la obra plástica
de los artistas de la entidad.
De igual modo, por iniciativa del propio Comité Editorial,
se comenzó a trabajar en el diseño de la revista electrónica,
misma que apareció a partir de 2001 en la página web
de la Universidad Veracruzana. En ella se encuentran los lineamientos
bajo los que se regirán los colaboradores de la revista,
el catálogo de colaboradores en el anterior formato, el catálogo
del nuevo y la ficha de suscripción.
Por consiguiente, actualmente se publica tanto en fascículo
como en versión electrónica.
Hasta 1999 se habían publicado 33 números. A partir
de entonces, coincidiendo con el nuevo formato, se modificó
la nomenclatura editorial, de modo que la numeración secuencial
se transformó en otra por número y volumen. Así,
a cada año corresponde un volumen, conformado por tres números
(enero-abril, mayo-agosto y septiembre-diciembre); de este modo,
a los 33 números publicados de 1988 a 1999 en el formato
anterior se han sumado 22 números más, de enero de
2000 a agosto de 2007.
Los textos que se reciben se seleccionan, revisan y corrigen en
primera instancia, para verificra que cumplan con los requisitos.
Hecho esto, se turnan para su diseño y formación.
Ya formados y corregidos los contenidos, se envía el número
a la Dirección General Editorial para el proceso administrativo
de publicación y para el envío de los originales a
la imprenta seleccionada. Una vez concluida la impresión,
la imprenta remite los ejemplares a la misma dependencia para su
distribución y venta.
El cuerpo editorial de la revista –que está considerada
en Latindex, que es una base de datos iberoamericana, pese a que
es una revista de divulgación y que, como tal, no puede ingresar
a los índices de revistas especializadas– está
conformado por un director, un secretario técnico, dos editores,
un formador y un diseñador, y desde 1999 no ha tenido retrasos
en su publicación, de modo que los autores encuentran en
esta publicación un espacio confiable para dar a conocer
su trabajo pues se publica regularmente.
Los integrantes del Comité Editorial de la revista, todos
ellos distinguidos académicos en los diversos campos de la
ciencia, ejercen sus funciones comprometida y responsablemente.
Hay algunos que pertenecen a él desde hace varios años,
así como otros que lo son desde hace algunos meses, pues
su permanencia está en función de las actividades
en que se involucran o de otras responsabilidades que asumen.
Actualmente, conforman a este cuerpo colegiado los siguientes académicos,
que representan diferentes campos del saber: Alma de los Ángeles
Cruz Juárez, Ángel Trigos Landa, Angélica Salmerón
Jiménez, Beatriz Torres Flores, Dora Trejo Aguilar, Gerónimo
Reyes Hernández, Gilberto Silva López, Heriberto G.
Garibay, Iñigo Verdalet Guzmán, Irma Aída Torres
Fermán, José Antonio Hernanz Moral, Julio Solís
Fuentes, Leticia Garibay Pardo, Lourdes Beauregard García,
Manuel Martínez Morales, Mario Caba Vinagre, Mario Miguel
Ojeda Islas, Ramón Zulueta Rodríguez, María
del Socorro Fernández, Stefan Waliszewki Kubiak y Verónica
Angélica García Vega.
Los artículos que integran La Ciencia y el Hombre son dictaminados
internamente –salvo en aquellos casos en que el o los artículos
enviados abunden en tecnicismos y otras cuestiones especializadas–,
debido a que se trata de un órgano de divulgación
y que los propios autores son los responsables de los textos. Se
dispone de artículos misceláneos y de dos secciones
fijas: "Distintas y distantes: mujeres en la ciencia",
a cargo de la Angélica Salmerón, y "Curiosidades
científicas", coordinada por Heriberto G. Contreras
y Leticia Garibay Pardo. A éstas hay que sumar una entrevista
que hacen a un distinguido investigador las editoras adjuntas Liliana
Calatayud Duhalt y Aída Pozos Villanueva.
En la primera de dichas secciones, su autora rescata con gran conocimiento
el papel, muchas veces ignorado o soslayado, que han desempeñado
las mujeres en el desarrollo de la ciencia, en cuyo trayecto aparecen
nombres como los de María la Hebrea, Hipatia, Oliva Sabuco
o Mary Séller, entre muchas otras. Así, el recorrido
histórico que Salmerón hace dota al lector de ese
conocimiento y lo lleva a sopesar de una nueva manera un terreno
considerado privativo de los varones. La sección de "Curiosidades
científicas" aporta siempre la nota extraña o
interesante sobre los entretelones de la actividad científica;
así, trata del nombre de Plutón o de la edición
perdida de la obra de un hombre de ciencia, del significado de los
escudos de las entidades o de mil cosas más, siempre en un
matiz placentero. En tanto, la entrevista, que invariablemente se
puede leer en las páginas de la revista, presenta los intereses
personales y profesionales de destacados científicos y académicos,
así como el origen de su vocación científica,
lo cual, al servir de modelo, alienta a los jóvenes lectores
a emprender un camino semejante.
Pero La Ciencia y el Hombre, a lo largo de los 20 años que
lleva publicándose, ha dado cuenta de la variadísima
gama de actividades que implica el campo científico. Así,
ha incluido en sus páginas artículos que van de la
biología a la matemática, de la inteligencia artificial
a la antropología, de la psicología a la física,
de la etología a la nutrición.
No hay, por consiguiente, un área de la ciencia que no haya
sido integrada en sus contenidos en ese ya largo itinerario. Así
como se ha tratado el tema de las partículas elementales,
también se ha abordado el de los murciélagos frugívoros;
del mismo modo en que se ha podido leer algunos aspectos relevantes
sobre el ADN, también los lectores han podido calibrar los
avances de la robótica. En fin, el recuento sería
demasiado extenso para ofrecerlo aquí.
La revista aspira a llegar a un número considerable de lectores
muy heterogéneos (académicos, estudiantes, profesionistas
y público en general), por lo que se cuida que sus contenidos
sean accesibles a todos ellos. Ello ha significado para los autores
un considerable reto, dado que están acostumbrados al artículo
especializado dirigido a sus pares. Y es que el artículo
de divulgación se basa en otros supuestos, más formativos
que informativos, pues el divulgador es, ante todo, un maestro que
vierte sus complejos conocimientos de un modo accesible a los lectores
legos. Es esta transformación un camino que aún no
acabamos de recorrer de la manera deseada, y a veces se cuelan todavía
en las páginas de la revista textos de difícil, aunque
no imposible, comprensión.
Gracias a la versión electrónica, los autores han
podido establecer diversos contactos con muy variados lectores de
otros países, quienes escriben con frecuencia para acordar
o discordar con lo asentado en un artículo dado. Esta capacidad
de comunicación, ya no limitada al fascículo de difícil
acceso, ha llevado a La Ciencia y el Hombre a otras y muy lejanas
latitudes.
Para concluir, cabe decir que esta revista se ha mantenido a lo
largo de casi 20 años y que tiene una periodicidad envidiable,
sobre todo ahora, cuando se cuenta con un acervo permanente de artículos
que garantizan esa permanencia y periodicidad. Su presentación
editorial le ha valido numerosos elogios, y puede decirse que es
una publicación que agrada, sin duda, a quienes tienen acceso
a ella. Aún falta mucho por hacer. Debemos crear nuevas formas
de llegar a más lectores, así como los mecanismos
que nos permitan cumplir los objetivos para los que fue creada esta
publicación que forma una parte importante del quehacer editorial
de la Universidad Veracruzana.
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Director de La Ciencia y el Hombre. |