Abril-Junio 2007, Nueva época Núm.102
Xalapa • Veracruz • México
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La Universidad celebra diez años de autonomía
Sobre bases históricas y bajo el nuevo régimen de autonomía, la UV se transforma y crece


Raúl Arias Lovillo

Discurso pronunciado durante la celebración de los diez años de la autonomía de la Universidad Veracruzana, la cual se llevó a cabo en mayo de 2007, en la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de Xalapa

El Rector de la UV aseguró que esta institución nació con raíces sólidas, creció de manera rápida y firme, con ambiciones políticas, culturales y sociales.
(Foto: Luis Fernando Fernández)
Éste es un gran día para la Universidad Veracruzana (UV). No sólo porque, unidos, los universitarios de ayer, de hoy y del mañana celebramos con alegría diez años de autonomía universitaria, sino también porque los universitarios, a lo largo de esta etapa, hemos llevado a cabo los más importantes cambios académicos, físicos y tecnológicos de la institución en sus 62 años de vida. Ha sido esta una hazaña acorde con la sensibilidad del entonces gobernador del estado, Patricio Chirinos Calero, quien hizo suya la demanda de ese derecho levantada por un grupo de universitarios visionarios y comprometidos, encabezados por el entonces rector de esta casa de estudios, Emilio Gidi Villarreal, a quien aprecio y agradezco especialmente su presencia en este acto. Cambios estructurales y profundos, pues, que constituyen una proeza digna de la Quincuagésima séptima Legislatura del Estado de Veracruz y de la sociedad veracruzana, quienes consideraron, al otorgarle este derecho, que era ya un centro de convergencias, un espacio abierto a los más diversos encuentros y realizaciones, y justo era “reconocerle su derecho a la autonomía plena”.

Todos, a una voz, reconociendo el ejercicio responsable y maduro de la libertad de opinión, de expresión, de cátedra, de investigación, de creación, de parte de la comunidad universitaria, le hicieron justicia a la máxima casa de estudios del estado, y, de acuerdo con la exposición de motivos de la iniciativa de Ley Orgánica, reconocieron la facultad y responsabilidad de la Universidad de gobernarse a sí misma, elegir a sus autoridades, desarrollar su propia normatividad y cuidar de su régimen patrimonial.

La Universidad Veracruzana nació con raíces sólidas hace más de seis décadas; creció de manera rápida y firme, con ambiciones políticas, culturales y sociales, predeterminadas y regidas por las ideas y los principios de la libertad y la democracia. Sobre esas bases históricas y bajo el nuevo régimen de autonomía, los universitarios realizaron los nuevos cambios en la institución: pusieron en marcha un Modelo Educativo Integral y Flexible; se echaron a cuestas la construcción de las Unidades de Servicios Bibliotecarios y de Información; impulsaron la modernización tecnológica y, a la luz de un paradigma educativo más moderno y audaz, posicionaron a la Universidad Veracruzana como una de las instituciones de vanguardia del país. En esa tarea extraordinaria dejó su huella indeleble el ex rector Víctor Arredondo Álvarez.

Hace diez años, el mundo estaba sumergido en un proceso de grandes mutaciones con una globalización que había provocado fuertes efectos en las naciones y en los pueblos. Nuestro país vivía un proceso de transición democrática intenso y el sistema político se enfrentaba a la primera experiencia de un gobierno dividido. En el campo de la educación superior se habían establecido mecanismos de control y evaluación en asuntos que tradicionalmente se dejaban al libre criterio de cada una de las instituciones de educación superior públicas. El Estado había menguado su participación en la educación en general, pero en especial en la de nivel superior. Este hecho permitió una mayor presencia de los particulares en este campo y las instituciones públicas se enfrentaron a una realidad más compleja y hostil.

En ese contexto se estableció la autonomía a la Universidad Veracruzana. Se entienden entonces las razones de nuestra entusiasta y agradecida celebración: en realidad la autonomía constituyó para los universitarios un torrente de energía creadora, una carga de fuerza moral que nos llevó a la aplicación efectiva, sin demora alguna, de este principio jurídico, político e institucional, el principio rector sobre el que habrían de sustentarse los proyectos encaminados a responder a la nueva realidad y a elevar la calidad educativa de la institución.

Nadie puede negar que hoy nuestra casa de estudios es más madura, más respetada y mucho más estable académicamente que en el pasado. Los avances en la calidad de la enseñanza, la investigación, la vinculación, la difusión de la cultura y la identidad indiscutible de su designio social son fruto de la autonomía que hace diez años se le otorgó a la Universidad Veracruzana. Tenemos una institución joven. La autonomía, entendida en sus diferentes vertientes prácticas, nos ha permitido recuperar el tiempo, actualizarnos y abrirnos camino hacia el futuro.

La autonomía académica y científica, en primer lugar, la cual es expresión pura de la libertad de cátedra y de investigación, y que nuestro propio proceso de transformaciones ha consolidado, hizo posible los avances académicos, la evaluación de nuestros docentes, los mecanismos de ingreso de los estudiantes, la permanencia y promoción del personal académico.

La autonomía financiera de las universidades públicas se sustenta en el compromiso recíproco con los gobiernos federal y estatal: de éstos, el de proporcionarnos un presupuesto justo, oportuno y sin condiciones; y de parte de nuestras instituciones, el de sujetarse al ejercicio responsable del gasto y a la práctica de la transparencia y la rendición de cuentas. De hecho, a lo largo de estos años, la Universidad Veracruzana se ha significado por someterse de manera escrupulosa a la revisión de sus estados financieros. La autonomía, lo he dicho siempre, no nos exime de nuestro deber de sujetarnos a las contralorías formales y a las de la sociedad.

Debo decir, por cierto, que los gobiernos federal y estatal han sido respetuosos de la autonomía al mantener los porcentajes de montos que tradicionalmente corresponden a nuestro presupuesto. Sería deseable, en este mismo terreno, una mayor participación del Gobierno federal. Con ello, se haría realidad un equilibrio presupuestal que nos permitiría proporcionar un mejor servicio educativo a la sociedad.

La autonomía en el gobierno universitario, que significa el derecho de los universitarios a conducir nuestro propio destino, a que este destino dependa de nosotros, debe ejercerse con una enorme responsabilidad. Así lo hemos hecho: democracia y desarrollo académico han ido de la mano en un proyecto que es la suma de todos. La suma de inteligencia, sensatez y participación. Es aquí donde se aprecia la labor de nuestra Junta de Gobierno. Desde el momento mismo en que se convirtió en la autoridad responsable de nombrar a las autoridades universitarias, la Junta de Gobierno ha sido y es un garante de la autonomía universitaria.

Nombrados por el Consejo Universitario, cada uno de sus miembros ha contribuido a establecer un foro de universitarios libres, y con probidad, rectitud y buena fe han respondido a las exigencias de su gran responsabilidad. Nuestro reconocimiento se funda, justamente, en que la Junta de Gobierno ha mostrado su compromiso con la preservación de la autonomía y con un futuro de dignidad para la UV.

Más allá de formalismos, entendidos como parte de la responsabilidad que debe asumir la Universidad ante la nación y el destino del pueblo mexicano, la autonomía —corrobora el gran jurista mexicano Sergio García Ramírez— “significa la exención de ataduras del poder, cualquiera que éste sea, determinación independiente, desempeño libre de la enseñanza, la investigación y la difusión de la cultura”. Añado a ello, el principio de la crítica, independiente de por sí, intrínseco a un recurso del pensamiento comprometido con la verdad y con los valores que ayudan a fortalecer la democracia y el respeto a la convivencia.

La autonomía es para disentir. “¡Que viva la discrepancia!”, clamó el gran rector de la UNAM en 1968, Javier Barros Sierra, cuando la autonomía universitaria había sido violentamente agredida, para mostrar al pueblo de México y al Gobierno despótico de aquella época que la autonomía entraña el derecho a opinar y pensar con libertad. Pero de igual forma, la autonomía es para razonar y fortalecer el diálogo; para hacerlo fecundo y creador, cuando median los intereses de la sociedad y no los de un grupo. La autonomía es, efectivamente, para dialogar y razonar con los gobiernos, con los empresarios, con las organizaciones sociales y políticas, sin subordinaciones ni prejuicios; para acordar, sí, proyectos comunes, de colaboración respetuosa. La autonomía no debe confundirse con el autonomismo que aísla a la universidad de la realidad y la hace incumplir con el compromiso social de toda universidad pública.

El diálogo permanente de esta casa de estudios con el Gobierno federal y con el Gobierno estatal es un ejemplo claro del ejercicio responsable de la autonomía. Los hechos muestran que el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, ha sido respetuoso del derecho de los universitarios a gobernarse a sí mismos y un serio impulsor de la tutela de este derecho constitucional de la Universidad Veracruzana. Estoy seguro de que nuestro diálogo con el Gobierno de Veracruz seguirá siendo, por esas razones, constructivo y duradero.

La autonomía es un derecho democrático. Da a las universidades públicas la facultad de abrir las puertas al pueblo y a la libre expresión de todas las ideologías. La universidad no puede ni debe guardar silencio ante la injusticia ni el abandono de las clases populares. Pero la autonomía nos obliga, asimismo, a revisar lo que hacemos y cómo lo hacemos; es nuestra obligación garantizar la calidad de nuestros programas; es nuestro deber estudiar y analizar los nuevos derroteros de la ciencia y el desarrollo de las nuevas tecnologías; debemos advertir los desafíos políticos, económicos y ecológicos de la sociedad; no podemos apartarnos ni ser ajenos a las graves circunstancias sociales que vive el país ni perder de vista las acechanzas que se ciernen sobre las universidades públicas, a las que desde hace tiempo se les quiere silenciosas y conformistas.

No creo que haya mejor forma de conmemorar aquella gesta política de los universitarios y del Gobierno que seguir luchando por defender, preservar y consolidar la autonomía. Y digo convencido que nuestra comunidad universitaria está preparada para esta nueva batalla que hoy iniciamos, porque en la Universidad Veracruzana se unen el conocimiento y la enseñanza, y porque aquí, en estos recintos, en estas aulas, en estos campus, se encuentran representadas las necesidades y los anhelos, las pasiones y los afanes, la inteligencia y la generosidad de todas las generaciones de estudiantes, académicos y trabajadores que han hecho y seguirán haciendo de nuestra casa de estudios una universidad de más calidad, más libre, más autónoma y más comprometida con el pueblo veracruzano.