Julio-Septiembre 2006, Nueva época Núm.99 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Trimestral


 

 Ventana Abierta

 Mar de Fondo

 Tendiendo Redes

 ABCiencia

 Ser Académico

 Quemar Las Naves

 Campus

 Perfiles

 Pie a Tierra


 Números Anteriores


 Créditos

 

Festival Internacional Erasmo Capilla, la apología de la música de cámara

Jorge Vázquez Pacheco

Cerca de 50 artistas europeos de primer nivel se dieron cita en Xalapa para compartir experiencias y capacidades artísticas


Erasmo Capilla, violinista y director de orquesta xalapeño, ha sido el único músico mexicano que ha ganado tres premios internacionales en Europa.
El Primer Festival Internacional de Música Erasmo Capilla, efectuado a finales de agosto y los primeros días de septiembre de 2006, resultó una conjunción de talentos que no se había visto en Veracruz en épocas recientes. Cerca de 50 artistas europeos de primer nivel se dieron cita en la capital veracruzana para compartir experiencias y capacidades artísticas en una de las áreas más demandantes en el arte sonoro: la música de cámara.

Ése, que se considera el renglón musical más exigente y de buen gusto, se ha visto favorecido con la aparición de la Orquesta de Cámara de Xalapa y la actividad que llevan a cabo grupos universitarios como el Trío Clásico; pero faltaban los nombres de los grandes protagonistas en Europa, de modo que el Gobierno del Estado y la Universidad Veracruzana (UV), con la colaboración de la Embajada de Bélgica en México y la coordinación general de Erasmo Capilla, se propusieron realizar una auténtica apología de la música de cámara.

Capilla, violinista y director de orquesta xalapeño, que ha sido el único músico mexicano que ha ganado tres premios internacionales en Europa, echó mano de sus relaciones en el Viejo Continente para invitar a sus amigos a participar en un festival que justificadamente llevó su nombre. La respuesta del público xalapeño fue extraordinaria; incluso, la totalidad de las actividades programadas tuvieron una copiosa asistencia, algunas con cupo casi total en la Sala Grande del Teatro del Estado.

La música de cámara en su mejor expresión
En medio de un impresionante desfile de participantes, todos ubicados en la línea más importante del quehacer musical europeo, fue destacable la participación de la Orquesta de Cámara de Bruselas, organismo que funciona bajo la guía del violonchelista de origen español Mario Villuendas. Este admirable conjunto dejó constancia de un trabajo bien organizado y caracterizado por una entrega absoluta en su desempeño. Como bien lo mencionó el propio Villuendas: “hicimos la consigna de presentar la música de cámara en su mejor expresión”.

En efecto, a lo largo de más de dos semanas de actividad constante, Villuendas y su agrupación contribuyeron sensiblemente al lucimiento del festejo y fueron pieza elemental en la realización de los programas que funcionaron como el homenaje que la capital de Veracruz rindió a Wolfgang Amadeus Mozart, a dos siglos y medio de su natalicio.

El concierto inaugural, efectuado el sábado 26 de agosto en el Teatro del Estado, fue una sorprendente combinación del arte mozartiano con la creatividad de Rafaël D’Haene, el actual director del Conservatorio Real de Bruselas.

Ivanov y los pianistas
Vino más tarde, el martes 29, la impresionante demostración de poderío y musicalidad del joven violinista de Amberes, Yossif Ivanov, quien al lado del pianista Daniel Blumenthal entregó su impactante recreación de sonatas de Mozart, Beethoven y Franck con el estreno en México de Pavana e gagliarda de D’Haene.
Un día después se presentó el magnífico Cuarteto Arriaga, con el Primer cuarteto del «Mozart español», Juan Crisóstomo Arriaga (otro de los homenajeados durante el festival), el Cuarteto Koechel 157 de Mozart y el hermoso Quinteto en mi bemol, opus 44 de Robert Schumann, de quien no se perdió de vista su aniversario luctuoso a siglo y medio de su desaparición.

El dúo de pianistas rusos Youlia Zaichkina y Alexander Mogilevsky nos mostraron el otro rostro de la música para ballet de Tchaikovski y Prokofiev, con arreglos del talentoso Míkhail Pletnev, notable virtuoso del piano y director fundador de la Orquesta Nacional Rusa, uno de los primeros organismos musicales independientes luego del derrumbe del comunismo y de la desaparición de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

El festival también se llevó a cabo en el auditorio del Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, donde participó el pianista de origen cubano Mauricio Vallina, quien dejó constancia de un arte pleno en expresividad y perfeccionismo técnico, con obras de Schumann y Liszt. En este mismo escenario, uno de los mejores foros para la música de cámara en Xalapa, se presentaron la soprano Dinah Bryant y el pianista Daniel Blumenthal, quienes interpretaron obras variadas de autores como Mozart, Schubert, Gershwin, Poulenc, Wolf y Strauss.

Es importante resaltar la eficiencia creativa de un pianista como Blumenthal, el cual dio cuenta de la versatilidad que le distingue y que le ha hecho incursionar hasta en los terrenos propios del jazz. Fue impresionante su manera de complementar el desempeño de la soprano wagneriana en las cuatro canciones de George Gershwin, mientras que Bryant demostró por qué se le considera una de las más aptas intérpretes de los duros dramas escénicos de Wagner y de Strauss.

Capilla, Enesco y Géza
El lunes 4 de septiembre se volvió a presentar Blumenthal en el Teatro del Estado, pero esta vez a lado de su amigo de toda la vida Erasmo Capilla, quien no pudo seleccionar programa más complejo y arriesgado que el que eligió: la Sonata de Debussy, la Sonata opus 134 de Shostakovich y la Tercera sonata de Brahms.

Además, de último momento decidió invitar al maestro rumano Dorel Fodoreanu, chelista del Cuarteto Enesco, para la impactante exposición del Dúo para violín y violonchelo de Zoltán Kódaly. Es difícil describir la emotividad del público ante la contundente demostración de eficiencia en ambos artistas. Si alguna duda existía en torno a la capacidad de Capilla, éste fue el momento para despejarla, pues estableció un increíble diálogo instrumental con uno de los chelistas más competentes en Europa, y aquí no hay que perder de vista que Fodoreanu es también catedrático en el Conservatorio de París.

Durante la jornada del martes 5, participó Fodoreanu con el Cuarteto Enesco y con un selectísimo trío de invitados: la pianista Roberte Mamou, el clarinetista Walter Boeykens y el contrabajista holandés Niek de Groote. Ellos nos hicieron escuchar un Quinteto de Hummel, el Quinteto Koechel 581 de Mozart y el formidable Trío «Archiduque» de Beethoven. Además, como un inconveniente impidió llegar el día acordado a los integrantes del Trío Sonnetto, su lugar fue tomado por Mauricio Vallina, para repetir en el Teatro del Estado lo que días antes había expuesto en el Instituto Superior de Música.

Durante el evento, la Orquesta de Cámara de Bruselas fue dirigida por Erasmo Capilla.
 

Al día siguiente, tocó el músico que representó al simpático niño violinista mudo en la película El violín rojo. Nada tímido, a diferencia de su personaje fílmico, el suizo Géza Hosszu-Legocky se plantó en el escenario con la pianista japonesa Akane Sakai para interpretar un programa modificado –algo acorde con su extrovertida personalidad– y en el que las Cinco melodías sin palabras de Prokofiev fueron cambiadas por las Danzas rumanas de Bela Bartók. Géza, pese a una notoria juventud, ya cuenta con la experiencia de haber actuado al lado de Martha Argerich, quien le considera uno de los artistas más talentosos de la nueva generación.

La recta final
Posteriormente, se interpretó el programa que fue calificado como el más atractivo del ciclo y para el que se contó con la participación del magnífico Cuarteto Enesco con Mamou, Boeykens y De Groote. El listado de obras fue realmente notable: el Cuarteto “Disonancias” de Mozart, el Dúo para violonchelo y contrabajo de Rossini, la Obertura sobre temas judíos de Prokofiev y el famoso Quinteto “La trucha” de Schubert, una combinación atractiva vista desde cualquier ángulo.

Uno de los puntos de interés de este concierto, al que asistió un gran número de contrabajistas, fue el Dúo de Rossini que fue interpretado por dos virtuosos: Dorel Fodoreanu y Niek de Groote. Simplemente impresionante. De “La trucha” ni qué mencionar. Ante la destreza y conocimiento de causa de ejecutantes como los reunidos esa noche en el Teatro del Estado, no hay objeción. Por añadidura, el extraño timbre oscuro que Mamou imprimió a su interpretación se ajustó del todo a la atmósfera generada por los demás instrumentistas. Fue el brindis por el gusto más elevado en el arte de la música de cámara.

El domingo 10 se realizaría la clausura del festival, pero ya se encontraban en Xalapa los integrantes del Trío Sonnetto, y el concierto de la Orquesta de Cámara de Bruselas, dirigida por Capilla, se convirtió en la penúltima jornada. En ella, el desempeño de Erasmo en el podio fue una demostración de solvencia artística y comprensión de estilos diversos; además, Capilla y la Orquesta de Cámara mostraron una empatía artística como pocas veces habíamos observado. Aquí no hubo entrega a medias ni apatía; todo fue ofrecido poniendo el corazón por delante y con la mejor intención de agradar a la asistencia.

Finalmente, el festival se clausuró con la participación del Trío Sonetto, cuyos integrantes no se dejaron amilanar por el inconveniente que les impidió viajar desde Bruselas en la fecha acordada con Capilla y, dado el interés que despertaron en ellos tanto Xalapa como el festival de su amigo, nunca estuvieron de acuerdo con la cancelación. De esta manera, con el tiempo mordiendo los talones, arribaron a Xalapa y en estas tierras demostraron su talento.

El nivel artístico de los participantes, lo más destacable
Los músicos y el público que asistieron a las diversas jornadas del Primer Festival Internacional de Música Erasmo Capilla coincidieron en que el atractivo del mismo no fue sólo la programación, sino también la estatura artística de los participantes, es decir, el nivel “tope” europeo en la capital de Veracruz para una serie de recitales y conciertos que representaron un costo mínimo para la Universidad Veracruzana. Y es que fue posible reunir a tantas luminarias gracias a la amistad que éstas cultivan con Capilla desde hace más de dos décadas. De otra manera, no habría en Veracruz recursos monetarios capaces de soportar el fuerte egreso que significaría cubrir los honorarios que acostumbran cobrar.

Por otra parte, es necesario reconocer la labor de coordinación (aquello que denominan logística) que llevó a cabo, con gran acierto, la Dirección de Difusión Cultural de la UV, que ya tiene encima la tarea de organizar el siguiente festival, el cual deberá ser mejor que éste que culminó con resultados tan satisfactorios.