Julio-Septiembre 2005, Nueva época No. 91-93 Xalapa • Veracruz • México
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Instituye la UV una cátedra con su nombre
Desarrollo de la ciencia en México, mérito de la universidad pública: Pérez Tamayo

Edgar Onofre

El desarrollo de la ciencia en México no es mérito del gobierno sino de las comunidades científicas y académicas de las universidades públicas del país. Ninguno de los episodios importantes de la ciencia y la tecnología fue idea del gobierno sino de la comunidad científica, aseguró el investigador y profesor emérito de la UNAM y de El Colegio de México, Ruy Pérez Tamayo, durante la conferencia con la que la UV estableció la cátedra que lleva su nombre.

Ruy Pérez Tamayo reconoció que México ha registrado un crecimiento en materia de ciencia, gracias al aporte de las universidades públicas. (Foto: Luis Fernando Fernández)
 

La ciencia mexicana pudo consolidarse en la segunda mitad del siglo XX pese a la indiferencia e, incluso, la hostilidad del Estado. A finales de esta centuria, la población ascendía a 100 millones de habitantes y el número de científicos en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) apenas era de 6 500, es decir, 0.65 científicos por habitante. “Si tomamos en cuenta sólo a la población económicamente activa (PEA), teníamos cinco científicos por PEA, en cambio, Suecia contaba con 68 y Estados Unidos, con 70”.

Reconoció que es imposible el desarrollo de cuadros científicos sin aportar mayores recursos para ello y que la ciencia podría enfrentar los mayores retos del país si contara con el apoyo económico para hacerlo; de esta manera, no sólo sería posible ofrecer soluciones a los problemas más importantes, sino que además estaría en condiciones de generar el efecto positivo que tiene sobre los hombres que conocen su entorno.

Señaló que el crecimiento de la ciencia mexicana ha sido generado por las universidades públicas en un 98 por ciento y que mientras México doctoró en 2000 a 1 109 especialistas, España doctoró a 5 000, Brasil a 6 600 y Estados Unidos a 45 000. Desgraciadamente, no es mucha la motivación que ofrece la ciencia pues el de científico es un oficio «mal remunerado, sin prestigio social, impactado constantemente por decisiones políticas y administraciones ignorantes.

“El país no podía dar empleos a más investigadores ni crear más plazas o institutos. La Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) fue la última universidad pública creada por el Estado, mientras que las universidades privadas se multiplicaron, aunque para ellas la ciencia y la tecnología es apenas importante. En 2000, no había posibilidades reales de crecer, no por falta de capacidad de los científicos, sino porque la sociedad y el gobierno no querían”.

Pese a los avatares económicos, el científico reconoció que el país ha registrado crecimiento en el terreno de la ciencia, sobre todo en la segunda mitad del siglo XX: “La comunidad científica sobrevivió y se mantuvo promoviendo que el conocimiento de la realidad que nos circunda aporta mucho al desarrollo de la sociedad mexicana. Y es que los países desarrollados se distinguen de los subdesarrollados por sus niveles de ciencia y tecnología, pero a México le ha tomado 50 años abrir los ojos”.