Julio-Septiembre 2005, Nueva época No. 91-93 Xalapa • Veracruz • México
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Centro de Iniciación Musical Infantil: 25 años de formar excelentes músicos
Gina Sotelo

Desde hace 25 años, las más prestigiadas instituciones de educación musical en el mundo han dado cabida a los egresados del Centro de Iniciación Musical Infantil (CIMI).

Decenas de alumnos de esta escuela continuaron sus estudios en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana y realizaron posgrados en conservatorios de gran renombre, cerrando con ello el ciclo de preparación y perfeccionamiento musical.


A partir de 1981, la Facultad de Música se ha dado a la tarea de encausar el talento infantil a través del CIMI.
 

Nombres como el de Claudia Corona, Rodrigo Álvarez, Guadalupe Colorado, Citlalli Guevara y Diana Castro destacan en una interminable lista de exalumnos del CIMI que han realizado estudios de maestría y doctorado en universidades de Alemania, Holanda, Bélgica, Austria, Inglaterra, España y Estados Unidos, o que han nutrido a la Orquesta Sinfónica de Xalapa, la Orquesta Sinfónica Juvenil, la Banda del Gobierno del Estado y la Orquesta Universitaria de Música Popular, entre otras agrupaciones.

Veracruz ha sido semillero de grandes músicos desde la fundación de su Facultad que, a partir de 1981, se ha dado a la tarea de encauzar y dar seguimiento al talento infantil a través del CIMI, una escuela creada especialmente para los niños.
Pero esta escuela, en la que hay un alto índice de graduados, no sólo ha formado músicos, sino que también ha ayudado a muchos niños a ser mejores estudiantes, profesionistas y seres humanos, alimentando con la música su espíritu.

Antecedentes del CIMI
Según la fundadora del CIMI, Eloisa Almazán, en 1976 se abrieron las inscripciones para el primer Curso Experimental de Iniciación Musical, dirigido a niños de siete a nueve años. Las clases eran impartidas por la propia maestra Almazán, su hermana Marcela y la profesora Paz Navarro.

Con éste y los cursos siguientes quedaron estructurados los Talleres Infantiles de la UV, a los que acudían hijos de músicos, principalmente, quienes estaban organizados por edades y repartidos en pequeños grupos de 10 y 12 alumnos. En aquel tiempo se impartían clases de Iniciación musical, Conjunto coral y Orquesta rítmica, además de Flauta dulce, sesiones en las que se utilizaban xilófonos y metalófonos, sonajas, maracas, raspadores, crótalos y triángulos.

Junto con ella, Manuel de Elías, Eugenio Szleziak, Enrique Velasco y Alfonso Moreno reunieron sus esfuerzos para diseñar un plan de estudios y así se creo lo que hoy se conoce como CIMI. “Este plan de estudios incluía ocho semestres e integraba tres disciplinas básicas: Solfeo, Conjunto coral o instrumental e Instrumento”.

De esta manera, en octubre de 1981, el CIMI quedó instalado en Zamora 40 e inició sus cursos con 35 alumnos, en su mayoría provenientes de los talleres de música y del ciclo de iniciación infantil que existía en la Facultad de Música

Satisfactorios, los 25 años de trabajo
Cutberto Córdoba, coordinador del Centro, comentó que ha sido una tarea satisfactoria haber cumplido con éxito y durante 25 años la labor de brindar bases sólidas a infantes de hasta 12 años, quienes no sólo son futuros instrumentistas, alumnos de la Facultad de Música o miembros de orquestas, sino personas sensibles que adquieren una disciplina, hábitos y un orden de estudio, aparte de una amplia cultura. “Generalmente, los niños del CIMI son buenos estudiantes en sus diferentes escuelas, gracias a los valores que les inculcamos. Encausamos su energía al grado que son melómanos consumidores. Formamos públicos a la par que nuestros alumnos desarrollan un nivel elevado, estandarizado en su educación”.

Explicó que es muy grande la demanda para ingresar al CIMI –el cual cuenta con 260 alumnos y 40 maestros–, y es que en cada periodo de inscripciones solicitan su entrada entre 100 y 120 niños, por lo que la labor para elegir quiénes quedan es muy difícil. De hecho, los maestros saben que no todos los que entran serán ejecutantes, pero no por eso son menos exigentes: “No nos podemos dar el lujo de no ser cuidadosos con la educación de los pequeños; si los preparamos lo mejor posible, tendrán mayores posibilidades de quedar en la Facultad”.