El
conocimiento que comunidades del Cofre de Perote tienen sobre los
usos y aplicaciones de los hongos fue revelado por estudiantes de
la UV y la Universidad de Michigan, Estados Unidos, liderados por
Armando López Ramírez, investigador del Instituto
de Genética Forestal de la UV, quienes realizaron un trabajo
etnomicológico como parte de la cátedra que éste
imparte en convenio con la institución estadounidense. |
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“Los
nombres de los hongos revelan la antigüedad del conocimiento
que se tiene sobre ellos y sus aplicaciones”, comentó
López Ramírez, quien junto con los universitarios
encontró más de 50 especies de uso tradicional en
este estudio, mismo que fue publicado en Economic Botany, una prestigiada
revista científica internacional reconocida por la alta calidad
de sus contenidos y estricto arbitraje.
Un claro ejemplo es el Tecomate (científicamente Amanita
caesarea), un hongo cuyo nombre proviene del vocablo náhuatl
“tecomatl” que significa “vasija”, pues
la estructura del mismo tiene esta forma en su base. Los campesinos
conocen muy bien esta especie por sus propiedades venenosas.
Destaca también el “hongo de mosca” (científicamente
Amanita muscaria), una especie que tiene la habilidad de atraer
moscardones y otro tipo de insectos perjudiciales y expele un gas
que tiene un efecto insecticida, de ahí que los pobladores
de comunidades como Cruz Blanca, Los Pescados, Tembladeras, El Llanillo
y Vidal Díaz Muñoz lo utilicen constantemente.
Otro frecuentemente utilizado es el hongo Pleurotus ostreatus, mejor
conocido como “oreja blanca”, una de las especies comestibles
localizadas en la zona que, según el conocimiento tradicional
de estas comunidades (probado también científicamente),
tiene la propiedad de bajar el colesterol de la sangre, posee sustancias
anticancerígenas y baja la presión sanguínea.
Además, existen especies como Tzenzo (Clitocybe clavipes),
Chipotle (Helvella lacunosa) y Xolet (Lyophyllum decastes), cuyos
nombres náhuatl evidencian la antigüedad del conocimiento
que hay acerca de sus usos y funciones. Lo mismo sucede con el hongo
Quesque (Lactarius indigo) cuyo nombre náhuatl deriva de
los círculos concéntricos de
color azul que presenta en su estructura.
Alternativa
económica
Los universitarios pudieron constatar que para las comunidades de
Perote los hongos son una alternativa económica, pues su
recolección (específicamente de hongo blanco, llamado
científicamente Trichonoma magnivelare), les permite comerciar
y obtener recursos para su supervivencia, puesto que los otros cultivos
de la zona han dejado de ser rentables.
“En Japón, un solo hongo de este tipo llega a costar
100 dólares en un restaurante”, aseguró el investigador
universitario, quien explicó que su recolección sustentable
en comunidades como Tembladeras y El Llanillo ha permitido a muchas
familias campesinas suministrar el recurso a dos compañías
japonesas (Global Fungi y Nikaido) desde hace casi 10 años.
Comentó que el hongo blanco, además de tener muchos
nutrientes, tiene un sabor incomparable, que los japoneses han integrado
a su alta cocina, de ahí que sea para ellos tan importante
conseguirlo: “Los recolectores de estas compañías
vienen cada año a México por el hongo (en cierta temporada),
que sólo se asocia a las raíces de ciertos pinos y
crece en determinados lugares, con cierta orientación, profundidad
y tipo de suelo”.
De hecho, ha sido tanto el interés que ha despertado la recolección
y comercialización de los hongos, que la comunidad de Vidal
Díaz Muñoz, ubicada también en las faldas del
Cofre de Perote, ha decidido gestionar ante las autoridades la creación
de una Unidad de Manejo Ambiental (UMA) para cultivar este recurso
de manera sustentable. Actualmente, se encuentran en la espera de
la aprobación oficial.
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