Abril-Junio 2005, Nueva época No. 88-90 Xalapa • Veracruz • México
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Nuevas oportunidades en Veracruz para la investigación científica aplicada
Adalberto Tejeda Martínez

Discurso pronunciado por el investigador y académico de la Facultad de Ciencias Atmosféricas de la UV, durante la ceremonia en que fue nombrado director general del Consejo Veracruzano de Ciencia y Tecnología, por el gobernador Fidel Herrera Beltrán, el 14 de marzo de 2005
 
En primer lugar, reconozco como un honor y una responsabilidad dirigir el Consejo Veracruzano de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico en esta su etapa inicial.

Esencialmente, la ciencia cumple el propósito de desentrañar los secretos de la naturaleza, a veces con propósitos utilitarios y otras para satisfacer la curiosidad del hombre y alejar ese sentimiento de soledad frente al Universo. Podemos imaginarla como un edificio en permanente remodelación y ampliación. Se ha ido construyendo con tabiques, losetas y herrajes (llamados teorías, modelos y leyes), combinados con cascajo de antiguas casonas que alguna vez fueron teorías en boga o apotegmas de sumos sacerdotes. Mucho de la obra negra y los cimientos son las primeras explicaciones, datos y observaciones cuidadosas que son la esencia de la investigación científica. A ésta han contribuido en diversas épocas hombres y grupos de Veracruz. Como ejemplos, están los ecólogos del periodo prehispánico, o Clavijero como naturalista.

A inicios del siglo XX se instaló la Comisión Geográfica Exploradora en Xalapa; en la segunda mitad se aceleró la conformación de centros de investigación en el estado y la Universidad Veracruzana (UV) empezó a confeccionar su sistema de investigación. En el último tercio aparecieron nombres de veracruzanos en las contribuciones a la ciencia universal –José Ádem en las matemáticas, Julián Ádem en climatología, Carlos Casas Campillo en biotecnología y Gonzalo Aguirre Beltrán en antropología, entre otros–, como lo habían hecho 100 años antes el doctor Rafael Lucio con la descripción de la lepra y Francisco Díaz Covarrubias con el paso de Venus por el disco solar.

En los ochenta ocurrieron altibajos atados a las crisis y políticas nacionales, y desaparecieron algunos de los centros fundados dos décadas antes. En ese momento estuvimos en una posición entre intermedia y baja en el contexto nacional.

Hoy, debemos superar esa situación no sólo por la romántica ambición de comprender el Universo, con la que inicié estas palabras, sino además porque con la investigación en ciencia corre paralelo el desarrollo tecnológico y, en buena medida, con éste el bienestar social.

Vislumbro al menos tres planos en los que el desarrollo de la investigación fomentará el desarrollo de Veracruz.

Primero: puesto que el trabajo científico no se realiza de manera individual sino grupal, alrededor de cualquier centro o incluso línea de investigación sólida se van derramando capacitación y entrenamiento calificado para continuar con la labor académica, pero principalmente para el desempeño altamente profesional en la industria, el campo o los servicios.

Segundo: hay una cantidad importante de problemas que como sociedad tenemos que afrontar y que tienen que ver con los fenómenos medioambientales, o sociales como la migración y el empleo, o francamente económicos como la mejora en la calidad y competitividad de los productos veracruzanos, y que debemos conocer, es decir, comprender antes de resolver, porque los grandes centros de investigación del mundo difícilmente vendrán a ofrecernos soluciones gratuitas.
Tercero: Veracruz puede ser asiento de centros de ciencia y tecnología que generen empleos y derrama económica.

Consideraciones similares se han venido presentando en los últimos años en distintos foros y medios, de manera que la Ley de Fomento a la Investigación Científica y Tecnológica del Estado, aprobada a fines del año pasado, responde a aspiraciones de las comunidades de productores, académicos, gestores y empresarios de la entidad. Desde luego, el reclamo mayor lo ha constituido la labor de la comunidad de investigadores que, no obstante su pequeño número, ha dado muestras reiteradas de creatividad.

Y digo que la comunidad de investigadores es pequeña porque así lo revelan las cifras: si consideramos que el Sistema Nacional de Investigadores tiene alrededor de 10 000 miembros, quiere decir que, en promedio, en el país hay un miembro de ese Sistema por cada 10 000 habitantes, pero en Veracruz apenas llegamos a 0.3.

Como mero indicativo de la labor investigativa en el estado, el Consejo que hoy se instala deberá ponerse como meta, para su ejercicio de cuatro años, alcanzar la media nacional. Este Consejo, además de promover una mayor coordinación entre distintos niveles y áreas de gobierno en esta materia, así como la gestión de recursos para la investigación básica y aplicada, es una instancia necesaria para la coordinación con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y otras instituciones nacionales e internacionales.

De este modo, la instalación de este Consejo es una expresión del compromiso con la investigación científica y el desarrollo tecnológico asumido por el gobierno del licenciado Fidel Herrera, que se concreta antes de cumplirse los primeros 120 días de ejercicio. Adicionalmente, el señor gobernador en breve nos hará el anuncio sobre los fondos semilla que aportará su administración para conformar los fondos mixtos Conacyt-Gobierno de Veracruz.

Por todo lo anterior, es decir, por las oportunidades que se abren en Veracruz para la investigación aplicada para enfrentar los problemas del estado –aplicada en el desarrollo de tecnologías que nos hagan más com-petitivos, y aplicada en comprender mejor el Universo para sentirnos menos angustiados en él y frente a él–, debemos congratularnos todos esta tarde.