Veracruz, Ver.- ¿Abejas
que no pican?, ¿que polinizan plantas nativas?, ¿fáciles
de manejar y transportar?, ¿producen miel tres veces mejor
cotizada que la común y cera con propiedades terapéuticas?...
así es. Se trata de la abeja sin aguijón, conocida
ordinariamente como abeja melipona, una especie que tiene, por
lo visto, muchas ventajas sobre su prima cercana, la Apis melífera
común.
Las abejas sin aguijón –mucho más pequeñas
y puntiagudas que las otras– forman parte de nuestra cultura
desde hace siglos. En la época prehispánica, los
mayas y los totonacas ya las “culti-vaban”, sin embargo,
la falta de difusión y la ausencia de tecnología
validada para su manejo han frenado en nuestros días su
conservación y cultivo.
Hoy, investigadores de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia
(FMVZ) de la Universidad Veracruzana y de la Universidad Autónoma
de Yucatán, con el apoyo de instancias gubernamentales
y grupos de apicultores, iniciaron un proyecto para hacer de la
meliponicultura una actividad importante en Veracruz.
Los estudios con abejas meliponas tienen ya varios años
en la UV; sin embargo, fue a partir de 2004 cuando los universitarios
plantearon la necesidad de buscar y probar las mejores técnicas
de aprovechamiento para aumentar la producción de miel
y sus subproductos en cantidad y calidad, no sólo como
investigación académica, sino para compartir con
muchos otros apicultores este conocimiento. El objetivo era claro:
validar y transferir tecnología para dar valor agregado
a los productos y mejorar así las ganancias y condi-ciones
de vida de los apicultores.
A esta campaña de la UV se sumó la Fundación
Produce Veracruz, aportando recursos económicos; la Asociación
de Productores Apícolas de Coatepec, en cuyas colonias
se validará la tecnología; la Universidad Autónoma
de Yucatán, que compartirá conocimientos con nuestra
casa de estudios, y la Comisión Veracruzana de Comercialización
Agropecuaria (Coveca), que se propuso buscar los nichos
adecuados para apoyar la comercialización de los productos
con un valor agregado.
En conjunto, aportaron más de 1.2 millones de pesos para
el proyecto “Conservación, manejo y difusión
de las abejas sin aguijón”, que permitirá
convertir el aprovechamiento de abejas meliponas en una actividad
rentable. Las investigaciones están en marcha bajo el liderazgo
del equipo universitario, encabezado por el académico Genaro
Cocom Euam y sus estudiantes.
Avances
tecnológicos
Una metodología de manejo más práctica es
quizá uno de los avances tecnológicos más
importantes que tiene este proyecto, derivado del estudio de abejas
meliponas realizado durante años.
Dicha técnica consiste en tres técnicas principales:
el “trasiego”, es decir, el traslado de colmenas silvestres
a contenedores especiales; la división de los enjambres
que permite la formación de una nueva colmena a partir
de una ya existente, y la adecuación de un meliponario,
un lugar utilizado para criadero de las abejas sin aguijón.
La primera es una técnica que fue desarrollada en 2003
como parte del proyecto de servicio social realizado por tres
egresados de Veterinaria: Ignacio Cessa López, Cristal
del Carmen Sánchez y Daniel López Cruz. Su aplicación
es fundamental porque debido a la pérdida de biodiversidad
las meliponas son cada vez más escasas, y es que actividades
como la ganadería, la agricultura, la tala inmoderada o
los incendios han ido disminuyendo sus sitios de anidación
y alimentación.
Al trasladarlas de sus colmenas silvestres a cajas de madera (racionales)
que crean para ellas un ambiente similar a los troncos de los
árboles donde generalmente se encuentran, se logra el control
y manejo de sus poblaciones, pues para obtener miel virgen y cera
sin deteriorar la colmena es necesario dividir sus enjambres constantemente
(segunda técnica), actividad a la que ellas acceden ya
que están dispuestas a “cambiarse de casa”
si siguen a una abeja reina.
El meliponario (tercera técnica) permite protegerlas de
las inclemencias del tiempo –dado que evita el deterioro
de las cajas racionales– y mantenerlas lejos del alcance
de sus enemigos naturales, ya sea hormigas o mapaches.
Genaro Cocom, director del proyecto, comentó que la metodología
que los egresados desarrollaron para tenerlas en cautiverio es
justamente la idea que quieren “vender” a los apicultores:
“Lo que nos interesa es que los productores de miel crean
en nuestra propuesta y que se den cuenta que los resultados de
nuestro procedimiento son me-jores que los que obtienen con métodos
tradicionales”.
Certificación
de calidad
Estas metodologías han sido probadas en el meliponario
de la Posta Zootécnica “Torreón del Molino”,
en el puerto de Veracruz, donde tendrá lugar el proceso
final del proyecto: la certificación de calidad.
Con el apoyo de la planta de extracción de miel de alta
calidad que la Facultad de Veterinaria ha puesto en marcha este
año, se asegurará que todo el producto de los meliponicultores
cubra los estándares de inocuidad alimentaria que exige
la Secretaría de Salud.
De esta manera, con el respaldo de la Coveca, el producto
final podrá ser comercializado en mercados exigentes que
puedan pagar por la calidad.
Beneficio social
La directa beneficiaria del proyecto será la Asociación
de Productores Apícolas de Coatepec, formada por meliponicultores
de bajos recursos económicos, que en conjunto cuentan con
más de 100 colmenas de abejas sin aguijón y con
5 000 colmenas de abeja europea (Apis melífera).
La realización de este proyecto les brindará un
apoyo importante, pues la apicultura que hoy desarrollan, de bajo
rendimiento, afecta desde luego su calidad de vida; y en la última
etapa, el respaldo de la Coveca será fundamental, pues
a través de ella se realizará la venta directa de
miel, cera y polen al público y a tiendas naturistas.
Ventajas
de la meliponicultura
Son muchas las ventajas de la meliponicultura, dado que las abejas
meliponas no pican, no representan un peligro para la comunidad,
son mucho más selectivas que las abejas europeas, pues
no acuden a flores que hayan sido contaminadas con agroquímicos,
y son excelentes polinizadoras de plantas nativas. Además,
su miel y cera poseen propiedades terapéuticas y antibióticas,
sus cajas “racionales” usan menos espacio de terreno
y el kilogramo de miel “virgen” vale tres veces más
que el de la abeja común.