Enero-Marzo 2005, Nueva época No. 85-87 Xalapa • Veracruz • México
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Nuestro artista invitado
Miradas femeninas sobre un universo femenino particular, Frida Kahlo

Gladys Villegas Morales / Profesora de la Facultad de Artes Plásticas de la UV


La vida y la obra de Frida Kahlo fueron tema de la exposición en la que participaron diversas artistas que residen en Xalapa y en el puerto de Veracruz.
 

El Instituto Nacional de Bellas Artes promovió el año pasado un homenaje nacional a la pintora Frida Kahlo, en conmemoración de los 50 años de su fallecimiento (1954-2004). Por ello, el Instituto Veracruzano de la Cultura y la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana se unieron a esta propuesta y organizaron una exposición artística que aborda la vida y obra de la pintora, y que fue presentada en el Centro Cultural Los Lagos, de Xalapa, y en la Sala Oriente en el puerto de Veracruz.

Las artistas que participaron en la muestra fueron Alejandra Duarte, Ana Toledo, Dolores Ochoa, Gabriela Peralta, Gina Silva, Gladys Villegas, Iliana Pámanes, Josefina Ochoa, Lorenia Tamborrell, María Elena Barrera, Margarita Cházaro, Mariana del Campo, Ofir Janeiro, Perla Viveros, Wendy López, Belén Valencia, así como Cassandra Roberts, Elisa Galván, Gloria Banda, Huri Barjau, Leticia López, Leticia Ramírez, María Elena Lobería, Magali Goris, Rosy Morales y Sofía García.

Frida Kahlo desempeñó un papel muy significativo en la vida cultural de México, y se le puede considerar, junto con otras artistas posrevolucionarias, como una de las precursoras del movimiento plástico femenino contemporáneo.

Además, durante las últimas décadas se ha convertido en punto de referencia de la cultura mexicana.

El gran reconocimiento a su trabajo se da en los años setenta con el movimiento feminista, pues las artistas feministas –tanto nacionales como extranjeras– retoman su lenguaje plástico debido a que su trabajo conjuga diversos elementos iconográficos femeninos y feministas. De igual modo, la pintora se ha convertido en emblema e icono para el movimiento chicano y para la cultura gay y lésbica: Frida es referente importante en la pintura latinoamericana y la artista autobiográfica más polémica del siglo XX.

Como pintora fue capaz de elaborar una obra de consumada coherencia, en la que la fantasía y la invención son formas extremas de la introspección, de la exploración del propio ser: extrae un estremecedor testimonio de los diversos avatares de la condición humana. Su obra aborda principalmente el ámbito doméstico, con toda la riqueza de sentimientos, símbolos, metáforas y emociones que encierra la vida privada, pero sobre todo denuncia la opresión y expresa la rebeldía. En ella, la autora expresa fundamentalmente su mundo interior, pinta su universo, su historia personal como mujer y como artista.

Varias mujeres artistas, residentes en Xalapa y el puerto de Veracruz, presentan en esta exposición las propuestas plásticas y las reflexiones que se gestaron ante el encuentro o desencuentro con la vida y obra de Frida Kahlo. Por ello, la propuesta plástica ofrece una variedad de estilos y de valores artísticos, donde se favorece el cruce de actitudes planteadas desde la diversidad y pluralidad de ideas. Este universo femenino habrá que observarlo desde un nuevo enfoque para desentrañar, en lenguajes visuales, metáforas cargadas de género propio, de estructuras compositivas cimentadas con otra racionalidad y otra emotividad.

Invitar a participar en esta exposición sólo a mujeres fue fruto de la creencia que consiste en pensar que sigue siendo necesaria la exploración de nuestra propia diversidad, de nuestra propia mirada, de una mirada diferente a la mirada dominante. Y aquí es importante señalar que la construcción de lo femenino sigue pendiente, continúa en proceso de transformación.

La propuesta que aquí se plantea es, pues, una serie de miradas femeninas sobre un universo femenino particular: Frida Kahlo. Esperamos que contribuya a tejer hilos conductores sobre un posible marco desde donde podamos presentar las obras de arte realizadas por mujeres.

Las artistas, las propuestas
La tendencia de tomar el arte mismo como tema ha sido una práctica constante a lo largo de la historia del arte. En las últimas décadas esta tendencia se ha incrementado e, incluso, ha sido considerada como un signo más de nuestra contemporaneidad.

El desarrollo propuesto para la presente exposición estuvo definido por dos líneas: se trabajó una de las propuestas como un tropo, seleccionando una obra de Kahlo; la segunda obra fue de tema libre para abordar alguno de los aspectos de la vida de la pintora.

Los tropos son figuras que producen alteraciones, figuras con cambio de sentido que dan lugar a la función retórica, y los tropos pictóricos producen una especie de interacción de significados entre una obra original y su nueva versión o recreación. En tanto, la tradición retórica ofrece clasificaciones para todos los gustos, pero para el tema que nos ocupó fue suficiente la enumeración de diversas figuras retóricas que pueden estar presentes en un discurso visual: metáfora, hipérbole, metonimia, ironía, alegoría, antonomasia, paráfrasis, litote, entre otras muchas. En otras palabras, las referencias pueden tomar diversas vías según el propósito y la intención del autor. Al retomar una obra de arte, el artista puede llevar a cabo una serie de acciones, como el préstamo, la apropiación, la variación, la influencia, la cita o la glosa.

Las derivaciones del encuentro de estos dos mundos –Frida y nuestros universos particulares– propiciaron una exploración rica en emociones, dando lugar a la identificación, a la discrepancia, al reconocimiento, al rechazo, a la divergencia, a la contradicción o a la confrontación, mas no a la indiferencia. Todo ello pasado por el tamiz de las vivencias personales que conforman nuestra propia experiencia femenina.

Ana Toledo. En la obra “Recuerdo”, Frida expresa el dolor causado por el amor: su corazón está roto, su psique está dividida en tres personas, ninguna de ellas está completa. Ana retoma los símbolos y los refiere desde una propuesta conceptual. Un tríptico compuesto por cuadros de metal pulido que nos dan una apariencia de espejo, alegoría de este objeto que acompañó a Frida a lo largo de su vida, un corazón, un gancho y pintura azul y roja. De acuerdo con la autora, en su obra el gancho nos habla del desgaste emocional, el rojo del derramamiento de sangre y el azul representa el mar como limpieza del alma.

Cassandra Roberts. “La columna rota” es reinterpretada por esta artista, quien nos ofrece una versión tridimensional de este cuadro. En el lugar que ocupa la columna vertebral en el cuerpo de Frida, se abre un espacio que nos muestra, en volumen, una columna de estilo griego fragmentada y con una sensación de frágil equilibrio.

Dolores Ochoa. La fotógrafa aborda conceptualmente “Las dos Fridas”, a través de dos mujeres que visual-mente son cuatro, y nos habla sobre el parecido genético de las personas: “el espejo de un padre y un hijo, el espejo de dos o más hermanos, o el espejo de una experiencia interna”.

Gabriela Peralta. En sus dos piezas esta artista utiliza el color rojo con el que cubre la mayor parte del lienzo, casi como una monocromía. Según esta pintora, el cuadro que representa un parteaguas en la vida y obra de Frida Kahlo es el “Hospital Henry Ford», mismo que constituye un antes y un después de su anhelo por la maternidad. A la salida del Hospital, Frida alude a esta frase significativa I am broken, I am not stick, en la que deja ver todas las imposibilidades físicas que enfrenta: hay una muerte y un nacimiento que se verán reflejados en sus obras posteriores a partir de dicho momento.

Gina Silva. “Unos cuantos piquetitos” le sirve a Gina para reflexionar sobre la muerte, no sólo física sino también emocional, del amor en el corazón femenino: “Para darle muerte a una mujer, no es necesario arrancarle la vida. A lo largo de nuestra existencia vamos recibiendo ‘uno que otro piquetito’ que, si bien no nos mata, nos deja huella permanente; sólo es necesario recibir una sola ‘cuchillada de amor’ para vivir muriendo. Sin embargo, el torso de mujer que nos muestra el cuadro, tiene como amuleto su propio corazón colgado al cuello como un pendiente, ‘como algo pendiente’, que sólo ella, o más bien todas, debemos cuidar”.

Gladys Villegas. El autorretrato es uno de los temas que dominan la obra de Frida; de hecho, se puede decir que a través de sus autorretratos estableció un diálogo consigo misma en diferentes momentos de su vida. Gladys elige este tema como propuesta del trabajo plástico: un diálogo visual entre dos mujeres que se tienen en el pensamiento; entre ellas como vehículo de conexión, un cuadro con el mismo fondo y la misma ventana que las enmarca; también vemos una luna y unos labios rojos, símbolos atribuidos a lo femenino y al erotismo.

Iliana Pámanes. Cuando Frida se divorció de Diego, repitió el mismo acto que años atrás realizó como rebeldía en contra de la aventura de Rivera con Cristina Kahlo: se cortó el cabello. Y en el cuadro “La pelona”, Frida muestra una especie de venganza al deshacerse de su larga cabellera que tanto gustaba a su marido. Iliana, en su obra, nos muestra a dos Fridas en una especie de juego entre ellas mismas donde el reproche ya no viene de su amante sino de la propia Frida, ante esta autoagresión que incremen-ta su soledad. En una imagen vemos a la Frida pelona, en la otra se nos muestra una Frida altiva, orgullosa, con su cabello recogido, trenzado con las cintas que utilizaba. La leyenda inscrita en su rededor está dirigida a la primera Frida: es un reproche donde el chango que sostiene la tijera representa la traición a sí misma.

Josefina Ochoa. A través de una instalación fotográfica que consta de once imágenes, dividida en tres series, emergen los retratos de la vida de Frida: “la percepción de su adolescencia me parece tan contemporánea en su forma de encarar lo establecido, joven inteligente y reflexiva. Hablo fotográficamente de una artista satisfecha, de avanzada, que más que ser recordada por su fortaleza ante la adversidad, debe ser recordada por el gozo por la vida, con sus luces y sombras”.

Lorena Marrero. En el cuadro “Autorretrato” de 1940, Frida se pinta con un colibrí muerto que cuelga de un collar de espinas, la acompañan un chango y un gato negro. El colibrí señala probablemente la idea de que se sentía “asesinada por la vida”, aunque en México se usan estos pájaros como amuletos para atraer suerte en el amor. Lorena trabaja su propuesta casi como una copia del original, con algunas alteraciones. En este caso, las espinas puestas al natural se salen del cuadro y rodean la imagen enfatizando así el propio simbolismo cristiano de las espinas: elemento filoso, cortante, que produce heridas sangrientas.

Lorenia Tamborrell. En su obra “Soledad, sueños y dolor”, Lorenia busca una percepción onírica del espacio, en el que la figura de Frida emerge rodeada de todo aquello que amó y temió: “Como figura principal en su escenario siempre estará su amado Diego. Es por eso que represento a estos dos personajes con los corazones, mismos que están cautivos en las manos de Frida; además, su comunión con el partido comunista, su mexicanismo, ese apego a todo lo que representan sus raíces y su tierra; sus males y sus dolencias, su inamovible apego a la vida y ese firme y constante contacto con la muerte. También incluyo un detalle de la pintura ‘El sueño’ rodeando la imagen de la muerte e incluyo material fotográfico de los protagonistas que formaron parte de su vida, su medio ambiente, sus sensaciones. Esto es quizá un viaje al pasado que se nutre de imágenes de otro tiempo y de esas vivencias cotidianas ya perdidas...”

María Elena Barrera. “Las dos Fridas” representa la dualidad: la observadora y la observada, el personaje y el objeto, lo europeo y lo mestizo, lo interior y lo exterior. Ella, sin Diego, se siente más sola que nunca, su única compañía es ella misma: Frida se reconforta, se atiende o se fortalece. María Elena, con la misma composición y con la misma idea, nos presenta dos Fridas, en una nos muestra su rostro, en la otra nos presenta el vacío, la ausencia. Su propuesta mantiene la dualidad: cómo se mira desde dentro y cómo aparece desde fuera.

Mariana del Campo. Uno de los lienzos mas complejos y enigmáticos de Frida Kahlo es sin duda “Lo que me dio el agua”. Dentro de una tina de baño vemos una serie de representaciones pictóricas situadas sin una lógica aparente, pero todas ellas vinculadas con acontecimientos o emociones en la vida de la artista. La propuesta de Mariana consiste en acentuar el sentido de la fragmentación, por lo que múltiples cuadros conforman la obra; además, incluye tipografía y elementos contemporáneos de referencias personales.

Rosy Morales. Esta artista escoge el cuadro titulado “El abrazo de amor del universo, la tierra (México), Diego, Yo y El Señor Xolotl” para mostrarnos su punto de vista: “Diego, fantasmal pero resplandeciente significaba tanto para Frida: era su sol y su fuerza… mientras ella, infértil, triste y frustrada, se integra al árbol mutilado que tampoco dará frutos, las hojas caídas, carcomida; la naturaleza bella, pero declinante, semejan las gotas de leche desperdiciadas, perdiéndose en el infinito”

Sofía García. Con el título “Realidad y fantasía” esta pintora realiza un cuadro al óleo donde nos presenta tres fragmentos de la iconografía de Frida: “La obra de esta gran artista giró en torno a ella, confundiendo realidad y fantasía, y habló siempre de una pérdida que yo simbolizo mediante los detalles en negro, en forma de hendidura”.

Wendy López. “Mi nacimiento” de Frida Kahlo representa una de las imágenes más impresionantes sobre el tema de la maternidad, como nunca antes se había abordado: es el propio nacimiento de Frida, aunque también alude a su relación con el hijo que recientemente había perdido. Wendy retoma el mismo escorzo, lo cubre con un velo de encaje, metáfora del himen, esa membrana que salvaguarda la respetabilidad femenina; pero en su cuadro no hay parto, no representa ese destino inexorable de la condición femenina, donde sólo a través de la maternidad toda mujer puede encontrar su realización. Por eso Wendy, en la parte inferior del cuadro, agradece a la Santísima haberse podido liberar de ese destino, de ese dolor.